OSCE alerta de la grave agudización de la crisis en Donbás durante 2018

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Moscú, 18 jun (Sputnik).- Actualmente en el este de Ucrania se observa la más grave agudización del conflicto desde el inicio de este año, denunció este lunes el primer jefe adjunto de la misión del organismo en la zona Alexander Hug.

“Ahora somos testigos de la agudización más grave desde que comenzó el año, pero ya antes observamos ese carácter cíclico de la violencia armada”, advirtió el representante de la OSCE.

Para Hug, eso demuestra que sobre el terreno “las partes cuentan con la posibilidad de controlar la situación”, ya que “durante las fiestas y situaciones similares, como el inicio del año escolar o de la cosecha”, la cifra de violaciones del armisticio baja.

“En lo referente a los casos de infracción de la tregua, su número aumentó durante la semana pasada en un 70 por ciento en comparación con la anterior”, dijo el funcionario.

Hug alertó que creció cuatro veces el número de armas desplegadas junto a la línea de contacto, y advirtió que ambos bandos del conflicto son responsables de la situación actual y no reaccionan ante los llamados de frenar los ataques mutuos.

“Las partes simplemente no reaccionan a las infracciones que hemos denunciado, lo que desencadena la irresponsabilidad, la invulnerabilidad, lo que provoca nuevas infracciones”, advirtió el funcionario.

Desde abril de 2014 Ucrania lleva a cabo una operación contra las milicias en el este de su territorio donde se proclamaron las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk en respuesta al violento cambio de gobierno ocurrido en Kiev en febrero del mismo año.

Los acuerdos de Minsk, suscritos en septiembre de 2014 y en febrero de 2015, sentaron las bases para una solución política del conflicto pero no han derivado hasta ahora en el cese de la vi

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Miguel Hernández… «Y nuestro odio no es el tigre que devasta: es el martillo que construye.»

«Ya sabéis, compañeros en penas, fatigas y anhelos, que la palabra homenaje huele a estatua de plaza pública y a vanidad burguesa. No creo que nadie entre nosotros haya tratado de homenajear a nadie de nosotros hoy, al reunirnos, en la sabrosa satisfacción de comer como en familia. Se trata de otra cosa. Y yo quiero que esta comida no dé motivo para pronunciar palabras de significación extraña de nuestro modo de ser revolucionario. Esta comida es justo premio a los muchos merecimientos hechos en su vida de espectro por uno de nosotros, durante los veinticinco días que ha conllevado consigo mismo, con la paciencia de un muerto efectivo, allá, en la ultratumba de esta cárcel. El hambre que he traído de aquella trasvida fantasmal a esta otra vida real de preso: el hambre que he traído, y que no se me va de mi naturaleza, bien merece el recibimiento del tamaño de una vaca: Eso sí; como poeta, he advertido la ausencia del laurel… en los condimentos. Por lo demás, el detalle del laurel no importa, ya que para mis sienes siempre preferiré unas nobles canas. Quedamos, pues, en que hoy me ha correspondido a mí ser pretexto para afirmar, sobre una sólida base alimenticia, nuestra necesidad de colaboración fraterna en todos los aspectos y desde todos los planos y arideces de nuestra vida. Hoy que pasa el pueblo, quien puede pasar, por el trance más delicado y difícil de su existencia, aunque también el más aleccionador y probatorio de su temple, quiero brindar con vosotros. Vamos a brindar por la felicidad de este pueblo: por aquello que más se aproxima a una felicidad colectiva. Ya sabéis. Es preciso que brindemos. Y no tenemos ni vino ni vaso. Pero, ahora, en este mismo instante, podemos levantar el puño, mentalmente, clandestinamente, y entrechocarlo. No hay vaso que pueda contener sin romperse la sola bebida que cabe en un puño: el odio. El odio desbordante que sentimos ante estos muros representantes de tanta injusticia: el odio que se derrama desde nuestros puños sobre estos muros: que se derramará. El odio que ilumina con su enérgica fuerza vital la frente y la mirada y los horizontes del trabajador. Pero, severamente, cuidaremos en nosotros que este odio no sea el del instinto y la pasión irrefrenada. Ese odio primigenio sólo conduce a la selva. Y nuestro odio no es el tigre que devasta: es el martillo que construye. Vamos, pues, a brindar». Miguel Hernández

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