Suecia se subleva contra la desaparición del dinero en efectivo

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Suecia es pionera en Europa en el campo de las operaciones de pago sin efectivo. La legislación permite a los comerciantes, restauradores y demás empresas rechazar el pago en efectivo. Y a lo largo de la última década, numerosas sucursales bancarias han dejado de dispensar billetes y han eliminado una elevada cantidad de cajeros, al tiempo que avanzan con gran rapidez nuevos y sofisticados métodos de pago virtual.

Pero ahora la marea parece estar cambiando: vuelve el dinero contante y sonante.

Poco antes de la abolición total, los principales economistas e incluso el jefe del Banco de Suecia aplicaron el freno de emergencia y advirtieron enfáticamente de las consecuencias de la abolición del efectivo. Según ellos, las ventajas de transferir dinero con sólo pulsar un botón se compensan con desventajas que amenazan la existencia misma de la empresa.

El Riksbank, el Banco Central de Suecia, está estudiando la posibilidad de lanzar al mercado una moneda nacional digital, la e-corona, para evitar que, el día que desaparezca el efectivo, la ciudadanía quede demasiado expuesta a los intereses de la banca.

Sin la posibilidad de retirar dinero en efectivo, los ahorradores se verían impotentes ante una política bancaria con tipos de interés negativos y serían considerados responsables solidarios en caso de quiebra bancaria.

En el futuro, las personas mayores serán excluidas del comercio porque no están familiarizadas con los teléfonos móviles e internet.

Los hackers criminales también pueden hacer jaque mate a nivel nacional, simple y fácilmente con sólo tocar un botón. Mientras que alrededor de las tres cuartas partes de los suecos prefieren el dinero digital, las encuestas han demostrado que el 70% de la población se opone ahora a la abolición total del dinero en efectivo.

A ello se suma el peligro de un fallo informático general, el cibercrimen o la falta de liquidez a la que quedarían expuestas las familias en caso de graves turbulencias políticas o
financieras.

El propio gobernador del Riksbank, Stefan Ingves, argumenta que la eliminación total de billetes y monedas podía poner en riesgo al país en caso de guerra o una crisis seria.

La desaparición total del metálico dejaría a los ciudadanos a expensas del sector privado a la hora de tener acceso al dinero y los métodos de pago, advierte la vicegobernadora del Riksbank, Cecilia Skingsley, en un reciente artículo publicado por el Foro Económico Mundial.

http://www.finanzen.net/nachricht/devisen/zu-weit-gegangen-34-bargeld-aufstand-34-in-schweden-waechst-der-widerstand-gegen-eine-bargeldlose-zukunft-6084863
http://www.pravda-tv.com/2018/02/bargeld-abschaffung-widerstand-in-schweden
http://brd-schwindel.ru/bargeld-aufstand-in-schweden-zeigt-sich-was-die-abschaffung-ausloesen-kann/

Vía:MPR

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Miguel Hernández… «Y nuestro odio no es el tigre que devasta: es el martillo que construye.»

«Ya sabéis, compañeros en penas, fatigas y anhelos, que la palabra homenaje huele a estatua de plaza pública y a vanidad burguesa. No creo que nadie entre nosotros haya tratado de homenajear a nadie de nosotros hoy, al reunirnos, en la sabrosa satisfacción de comer como en familia. Se trata de otra cosa. Y yo quiero que esta comida no dé motivo para pronunciar palabras de significación extraña de nuestro modo de ser revolucionario. Esta comida es justo premio a los muchos merecimientos hechos en su vida de espectro por uno de nosotros, durante los veinticinco días que ha conllevado consigo mismo, con la paciencia de un muerto efectivo, allá, en la ultratumba de esta cárcel. El hambre que he traído de aquella trasvida fantasmal a esta otra vida real de preso: el hambre que he traído, y que no se me va de mi naturaleza, bien merece el recibimiento del tamaño de una vaca: Eso sí; como poeta, he advertido la ausencia del laurel… en los condimentos. Por lo demás, el detalle del laurel no importa, ya que para mis sienes siempre preferiré unas nobles canas. Quedamos, pues, en que hoy me ha correspondido a mí ser pretexto para afirmar, sobre una sólida base alimenticia, nuestra necesidad de colaboración fraterna en todos los aspectos y desde todos los planos y arideces de nuestra vida. Hoy que pasa el pueblo, quien puede pasar, por el trance más delicado y difícil de su existencia, aunque también el más aleccionador y probatorio de su temple, quiero brindar con vosotros. Vamos a brindar por la felicidad de este pueblo: por aquello que más se aproxima a una felicidad colectiva. Ya sabéis. Es preciso que brindemos. Y no tenemos ni vino ni vaso. Pero, ahora, en este mismo instante, podemos levantar el puño, mentalmente, clandestinamente, y entrechocarlo. No hay vaso que pueda contener sin romperse la sola bebida que cabe en un puño: el odio. El odio desbordante que sentimos ante estos muros representantes de tanta injusticia: el odio que se derrama desde nuestros puños sobre estos muros: que se derramará. El odio que ilumina con su enérgica fuerza vital la frente y la mirada y los horizontes del trabajador. Pero, severamente, cuidaremos en nosotros que este odio no sea el del instinto y la pasión irrefrenada. Ese odio primigenio sólo conduce a la selva. Y nuestro odio no es el tigre que devasta: es el martillo que construye. Vamos, pues, a brindar». Miguel Hernández

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