Juan Carlos Rois, Tortuga.— El acuerdo entre bambalinas de los principales mandatarios europeos para designar los principales responsables de las instituciones europeas ha dado como resultado el reforzamiento de los intereses militaristas en la política europea.
El semblante del «Alto representante de la UE» (de quien depende el más que abrumador aparato militar europeo y la decisión política de intervenir en los múltiples conflictos militares donde la UE ya está presente) en la persona de Jusep Borell es un motivo de gran preocupación, pues este señor forma parte, como veremos, de los halcones y amigos de la industria militar.
Que el Alto Representante venga acompañado de la exministra de Defensa de la República Alemana, Ursula Von de Leyer, como presidenta de la Comisión Europea, protagonista entre otros logros la mayor presencia alemana en el intervencionismo militar, o el apoyo al expansionismo exportador de la industria militar alemana, no mejora el presagio.
No se queda atrás la decisión de situar al frente del Banco Central Europeo a la ex número uno del fatídico FMI, Christine Lagarde, quien, entre otros logros personales, parece que estuvo implicada, en su tiempo de abogada al servicio de una firma internacional relacionada con el comercio de armas, con la compra de aviones F16 por parte de Polonia con fondos europeos destinados a Agricultura (aviones que acabaron participando en la guerra irakí emprendida al poco tiempo por EEUU) o, desde 2011, con los estímulos del FMI a los planes de compra de armamento alemán y francés por parte de las arruinadas autoridades griegas.
Contexto de refuerzo militarista europeo
En una anterior entrada en este blog hacíamos un inventario de la efectiva estructura militar con la que ya contaba la UE, así como de las 30 operaciones militar o civil-militar en las que ha participado y de las políticas «securitizadas» que han pasado a tener un enfoque social o basado en los derechos humanos a convertirse en una cuestión de preocupación militar, como ocurre con la política de movilidad humana, con la conflictividad social ocasionada por el enfoque neoliberal en vigor, la política de investigación y conocimiento, o los problemas relacionados con la equidad o con la ecología.
El nuevo presupuesto europeo prevé diversos mecanismos que nutren de una ingente cantidad de dinero a las estructuras militares que Europa está construyendo y, como no, a la industria militar europea, un verdadero núcleo de poder con una aterradora influencia política.
Dentro de este esquema, y además de otras dotaciones presupuestarias destinadas directamente a las actuaciones militares europeas o a las ayudas de I+D+I para la industria militar, existe un Plan de Acción Europeo de Defensa, dotado de un presupuesto de 5.500 millones de euros anuales hasta 2027 con el objetivo declarado de crear un «Mercado único de la defensa».
Serán, con ello, los nuevos prebostes Lagarde, Von de Leyer y Borell los principales protagonistas de este refuerzo del papel militar en la mueva Europa diseñada desde los núcleos de poder real de esta Europa fortaleza que se sueña como una potencia geopolítica al estilo y usanza de los poderes de toda la vida.
Borrell
Borrell, ingeniero aeronáutico, ha sido secretario de Estado de Presupuesto a la llegada al poder de Felipe González (1982), Secretario de Estado de Hacienda más adelante (1984-1991) y Ministro de Obras Públicas hasta el fin del mandato del hoy asesor del oligopolio energético español.
Fue durante su participación en las secretarías de Estado de Presupuesto cuando se negoció el acuerdo para la adquisición de aviones F18 americanos para el ejército español; aviones que fueron entregados entre 1986 y 1990, durante su ejercicio como secretario de Estado de Hacienda y bajo su supervisión económica.
Se debe añadir que la ingeniería contable que oculta gran parte del gasto militar español, casualmente, se remonta a los gobiernos de Felipe González y al abrumador dispendio de los programas FACA para el ejército del aire y de los Harrier II y Harrier II Plus, helicópteros Sikorsky H-3 Sea King y AB-212, para el portaviones “Principe de Asturias” (programado en vida del dictador Francisco Franco con el nombre de «Carrero Blanco» y luego, como tantas otras cosas, cambiado de nombre, pasando así a ser democrático).
Borrell, desde su Secretaría de Estado, estaba encargado de autorizar el gasto de estos programas y se encontraba, desde sus responsabilidades, muy familiarizado con la industria militar y sus principales valedores, entre otros con el Secretario de Estado de Defensa, Eduardo Serra Rexac, verdadero ingeniero del rearme español tanto en esta época como en los posteriores gobiernos de Aznar, Narcís Serra, luego resituado en el sector financiero, o Javier Solana, más tarde secretario general de la OTAN y miembro de otros centros de pensamiento militarista.
Borrell, tras su abandono de la política ministerial, pasó a formar parte de la nomenclatura de la Unión Europea (no en vano fue presidente del Parlamento europeo) y también del carrusel de puertas giratorias made in spain, para mantener una apreciable influencia política, junto con otros exministros de Felipe González, a partir de 2004, en tiempos del gobierno de Zapatero, y más tarde, regresar a la primera línea, ahora como ministro de Asuntos Exteriores, con el impredecible Pedro Sánchez, bajo cuya aura medió en la crisis de los misiles que España pretendía vender a Arabia Saudí, para afirmar que España no era idiota y que vendería esas armas porque, más o menos, da igual que el gato sea negro o blanco, con tal que venda armas.
Von der Leyen
Doña Ursula ha sido durante los mandatos de Angela Merkel en Alemania uno de los activos más importantes de la derecha alemana y ha pasado por varios ministerios, entre ellos el de Defensa.
Desde este último ministerio ha impulsado una reforma del ejército alemán que ha costado un pico, destinada a hacer más atractiva la milicia para los alemanes en una hora en que la decisión política alemana ha sido dotarse de capacidades de proyección y salir a operaciones militares en el exterior, algo que antes, por razones obvias, estaba constitucionalmente prohibido.
Aunque no es la iniciadora del envío de tropas alemanas al exterior, sí ha sido su impulsora, con tropas en Afganistán, Mali o Irak.
También ha sido protagonista de la autorización de un aumento del presupuesto de defensa alemán en más de 10.000 millones de euros entre 2017 a 2020, aunque ha advertido que este aumento se queda pequeño y se necesitarán nuevos refuerzos económicos para permitir que el ejército alemán esté a la altura del momento.
Sin olvidar su papel preponderante en el Tratado de Aquisgrán de mayor integración militar entre Francia y Alemania y para asegurar la cooperación bilateral de cara a fortalecer las industrias militares francesa y alemana.
Las relaciones de Von der Leyen con la industria de defensa son elocuentemente buenas y la exministra ha protagonizado importantes negociaciones para situar armas alemanas en los más inesperados confines.
Según informa la revista de la patronal militar española, Infodefensa, en una entrada del 3 de julio, la alemana es una de las mayores adalides de la coordinación militar UE, donde el presupuesto de la UE por primera vez va a contar con una partida de gasto militar de 13.000 millones de euros entre 2021 a 2027.
Otro halcón en lo que se refiere a dotar de músculo militar a Europa.
Lagarde
La tercera pata de este banco la constituye Christine Lagarde, ex número 1 del FMI, uno de los puntales del sistema global de dominación-violencia vigente.
Lagarde, ya lo hemos dicho, se ha visto situada tanto en su carrera profesional como en sus cargos institucionales, con la industria militar y con la promoción de la compra de armas, a pesar de que estas adquisiciones (véase el caso griego) explican gran parte del empobrecimiento de los pueblos cautivos del gasto militar.
En su actual papel el banco central europeo realiza la política monetaria de la zona Euro y puede influir, con su política, en el estímulo al dinero fácil y a coste cero para la industria militar.
La señora Lagarde se verá «ayudada» en su política por un conocido español, Luis de Guindos, ahora vicepresidente de la institución, y conocido hombre fuerte del lobby financiero internacional (Lehman Brothers, ahora conocidos como Blackstone, la auditora PwC, entre otros), que también ha participado del festín de ocultación y crecimiento del gasto militar español.
Un entramado de personas, complicidades e intereses que refuerza la idea de la construcción militar de esta Europa que se quiere potencia y que desprecia cuanto ignora.
Un reto que exigiría de nosotros una respuesta también (aunque no sólo) en este frente.