Miguel Ángel Rojas.— El fetichismo de las efemérides y sus rituales responden a la mitomanía burguesa por el sistema métrico decimal. En el marco del caduco parlamentarismo del Régimen monárquico neofranquista de 1978, de cara a la investidura del gobierno del PSOE y sus acólitos, hubo señorías que parafrasearon en el hemiciclo algunos párrafos aludiendo a Galdós, compitiendo quienes se echaban en cara sus diatribas carnavalescas apostilladas por menciones a Galdós, aprovechando, cómo no, el centenario de su muerte. Resulta patético que sus señorías esperen cien años para mencionarlo. Pues bien, las patéticas escenas en el atril bien merecerían una novela de enredo por entregas dentro de unos ridículos episodios nacionales de la decadente Corte de Felipe VI. Sus pantomimas clownescas quizás se aproximen más a los Esperpentos. Pero en este caso nos centraremos más en Don Benito, que en Valle Inclán.
La obra de Galdós es un inmenso arsenal literario de la España decimonónica desde el derrocamiento de la reina Isabel II, Los Gobiernos Provisionales, el efímero reinado del títere Amadeo de Saboya, la Primera República, hasta la Restauración borbónica impuesta por un golpe de estado para entronizar a Alfonso XII.
Galdós se había nutrido de lecturas que fueron decisivas en su formación literaria. Había aprendido de Cervantes la brillantez de la prosa, de Dumas los entresijos de la psicología burguesa, aprendió extraordinariamente bien de Balzac los enredos de las relaciones humanas ,sus oquedades y contraposiciones, de Dickens extrae las contradicciones de la sociedad industrial, aunque en el caso español bastante más atrasada que la inglesa; sin duda alguna influyó en él los personajes cambiantes de Dostoievski aunque le interesó más lo cotidiano que los problemas excepcionales. Reproduce los caracteres, las pasiones, las debilidades humanas, lo grande y lo pequeño, lo espiritual y lo físico. La sociedad fue materia novelable. Concilió lo serio con el humor.
En un primer momento escribe en periódicos como en “La Nación”, “Las Cortes” en el que aprendió del teatro parlamentario, también participó en la publicación “La Ilustración de Madrid”. De su experiencia como colaborador en prensa aprendió a hacer crónicas, reportajes y a novelar. Mantuvo correspondencia con Mesonero Romanos lo que influirá en “Los Episodios Nacionales”.
Conoció la obra de Darwin. Influyó en él, también, el Positivismo de Comte. Simpatizó con los postulados hegelianos krausistas que serán decisivos en la creación de la determinante Institución Libre de Enseñanza, que se gestó en el último tercio del siglo XIX e incidió posteriormente en la construcción intelectual desde Giner de los Ríos a Fernando de los Ríos. Galdós escribió “Observaciones sobre novela contemporánea” donde teoriza sobre la novela realista como un reflejo del mundo y la evolución humana.
Tuvo un papel relevante en el desarrollo de la novela realista junto a Clarín y Emilia Pardo Bazán. Quienes representaban la corriente urbana que estaba impregnada del racionalismo, la ciencia y en la creencia positivista del progreso, frente al ruralismo tradicionalista de Fernán Caballero, Pereda y Pedro Antonio de Alarcón.
El conocimiento de su obra es fundamental para entender una cosmovisión de conjunto de la construcción intelectual y la ideología de la burguesía española durante la Restauración: como el caciquismo y el regeneracionismo.
La obra “La fontana de oro” está impregnada de los años de agitación política en el marco del Trienio liberal, en tiempos convulsos donde la intriga y las conspiraciones contra el Antiguo Régimen marcan las pautas de los entresijos de los personajes, el mundo de las tertulias de café donde se entremezclan relaciones amorosas en tiempos revueltos. En la novela “Doña Perfecta” el personaje central femenino representa rasgos despóticos, estereotipo que antecede a la configuración etopéyica del personaje lorquiano de Bernarda Alba y sus rasgos despóticos en el ámbito determinado del estrato social de las clases propietarias de la sociedad agraria caciquil de la Restauración, su jerarquización de control y dominio en las relaciones personales, su carácter piramidal de unos sobre otros: en este aspecto la percepción galdosiana es magistral. En “Doña Perfecta” un ingeniero que pretende casarse con su prima, llega al pueblo donde se enfrenta a la autoridad de Doña perfecta y la del clérigo y el cacique de turno.
La obra “Los Episodios Nacionales” se caracteriza por una combinación de las referencias históricas con los personajes ficticios donde los personajes de impronta histórica encomienda misiones a los personajes inventados. Dicha obra parte del legado de las crónicas de Mesonero Romanos evitando cualquier tentativa costumbrista o pintoresca. Hay que situar la obra en el marco del conflicto que se explicitará posteriormente en Unamuno cuando contrapone las nociones historia/ Intrahistoria, en el caso de Galdós fusiona las referencias históricas con los personajes literarios, lo que se sitúa en el ámbito historia/literatura. A través de “Los Episodios Nacionales” encontramos una visión de la España decimonónica desde la Corte de Carlos IV, la Guerra de la Independencia, las Cortes de Cádiz, el reinado de Fernando VII, el Trienio Liberal, la invasión de los “Cien mil hijos de San Luis”, el reinado de Isabel II, las Guerras Carlistas, la Revolución del 68, la I República y la Restauración borbónica. Su perspectiva de la historia se corresponde con las corrientes krausistas y regeneracionistas.
En la novela “Fortunata y Jacinta” se entrecruza el enredo de las pasiones, el adulterio y cuernos entre personajes. La moral y la norma burguesas como la doble moral afloran en sus capítulos. Las relaciones humanas no quedan al margen de la lucha de clases, en este caso Fortunata y Jacinta forman parte de diversos estratos sociales que se ubican entre el clasismo burgués y el interclasismo pequeñoburgués que atraviesan desde las familias acaudaladas a los personajes de extracción popular.
La crítica a la conmiseración cristiana aparece en novelas como “Nazarín”, novela en la que se basará la película homónima de Buñuel; en la obra “Marianela” aborda la temática de la relación despiadada, de ingratitud, que padece la protagonista. En cuanto a la novela “Misericordia” supondrá una crítica a la caridad por parte de la protagonista a los menesterosos y que servirá de base para el guión de la película de Buñuel “Viridiana”.
La ingente obra galdosiana compila un mundo donde impera la corrupción burguesa de las relaciones humanas especialmente durante la Restauración, excelente panorama de podredumbre y mezquindad como pilares en los que se sostienen los comportamientos como reproducción de la ideología dominante.
[…] Diario OctubreFUENTE ORIGINARIA: Unidad y Lucha11 de febrero de […]