Enrique Moreno Gimeranez.— Quizá nunca imaginaría Yalta, esa ciudad de Crimea a orillas del mar Negro que, en aquellos días de 1945, entraría para siempre en los anales de la historia de la humanidad. El orbe sufría las secuelas de la Segunda Guerra Mundial y los pueblos aguardaban la derrota del fascismo.
Yalta no fue una ciudad más. Su celebridad va mucho más allá de sus encantos naturales y sus hermosas playas.
Este territorio fue un destello de esperanza, como sede de una importante reunión de los principales representantes de la coalición de los Aliados (Unión Soviética, Estados Unidos y Reino Unido), donde se sentaron también bases para el cese de las hostilidades de una guerra con un costo aún incalculable: millones de civiles muertos, y atrocidades inimaginables, de acuerdo con Naciones Unidas.
Pasos para el fin del conflicto armado
«Lo más parecido a unas negociaciones de paz fueron las conferencias celebradas entre 1943 y 1945, en las que las principales potencias aliadas
–Estados Unidos, la Unión Soviética y Gran Bretaña– decidieron el reparto de los despojos de la victoria e intentaron (sin demasiado éxito) organizar sus relaciones mutuas para el periodo de posguerra: en Teherán, en 1943; en Moscú, en el otoño de 1944; en Yalta (Crimea), a principios de 1945, y en Potsdam (en la Alemania ocupada), en agosto de 1945», refiere el historiador Eric Hobsbawm en su libro Historia del Siglo xx.
En efecto, la paz constituía la única esperanza de salvación para los pueblos, una tarea apremiante en aquellas difíciles circunstancias. La gran ofensiva desplegada por las tropas soviéticas desde enero de 1945 resultó decisiva en el futuro curso de los acontecimientos: el Ejército Rojo liberó Polonia y logró adentrarse en Alemania y Checoslovaquia.
En ese contexto, preludio de la victoria sobre el fascismo, se celebró la Conferencia de Yalta del 4 al 11 de febrero de 1945, con la presencia de los jefes de las tres grandes potencias aliadas: Iosif Stalin, Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt, gobernantes de la URSS, el Reino Unido y Estados Unidos, respectivamente.
De ahí que la cita en Yalta, entonces territorio de la Unión Soviética, representara políticamente un evidente reconocimiento al determinante papel en la lucha de la nación euroasiática.
Pero más allá de discusiones en torno a las operaciones finales del conflicto, ¿a qué decisiones para la etapa de la posguerra arribaron los aliados? En la conferencia se acordó que, tras la derrota de Alemania, este país se dividiría en cuatro zonas de ocupación, una para cada aliado y otra para Francia.
Una comisión interaliada, con sede en Berlín, garantizaría el desarme, desmilitarización y democratización de la nación europea. Luego, Alemania recuperaría su independencia y conservaría su unidad nacional, aunque sabemos que los hechos tomaron un rumbo diferente con posterioridad.
Importantes decisiones se tomaron respecto a la situación de Austria, Polonia y Yugoslavia, entre otras cuestiones geopolíticas.
Roosevelt, Churchill y Stalin analizaron también los preparativos para la creación de la Organización de las Naciones Unidas, tras lo acordado en Teherán. Además, concertaron la composición y el sistema de votación del Consejo de Seguridad y convocaron a la conferencia constitutiva de la organización mundial en San Francisco, Estados Unidos, en abril de 1945.
Las primeras diferencias relevantes entre las potencias aliadas despuntaron luego en la Conferencia de Potsdam. Y la historia prosiguió su curso y, en ella, Yalta fue un importante pilar en los anhelos de la paz internacional.