Ernesto Díaz.— El gobierno socialdemócrata PSOE-UP ha anunciado recientemente su intención de hacer obligatorio el uso de mascarillas en los espacios públicos para frenar el contagio de la COVID-19, medida que, si bien puede tener sentido desde un punto de vista sanitario, es especialmente indignante entendida dentro del proceso de recorte de libertades democráticas llevado a cabo desde el inicio de la crisis estructural del capitalismo de 2008.
Y esta rabia es debida a que nos encontramos ante un gobierno que aunque se presentó a la clase obrera como “El Gobierno más social de la historia”, sigue manteniendo las medidas más reaccionarias aprobadas por el anterior Gobierno del PP, abiertamente alineado con la oligarquía. Siguen en pie la Contrarreforma Laboral de 2012, continuadora de la del PSOE de 2010, la Prisión Permanente Revisable o la Ley Mordaza. Esta última fue creada para acabar con toda forma de protesta popular dando a la policía el control legal absoluto de cuanto sucede en la calle, bajo amenaza de fortísimas sanciones de hasta 600.000€, 100 millones de las antiguas pesetas.
Y es precisamente la Ley Mordaza la que hace que sea especialmente indignante la nueva obligación, bajo amenaza de sanción, de taparse la cara con una mascarilla en un espacio público, cuando durante años se nos ha prohibido taparnos la cara en cualquier tipo de movilización o espacio público según el criterio del policía de turno. Hay que denunciar que el estado burgués prohíba a la clase obrera taparse el rostro, que en algunas situaciones es una medida de supervivencia frente a montajes, abusos y palizas policiales, y que ahora, según la necesidad del momento, sea obligatorio precisamente lo contrario.
Es evidente la necesidad de tomar todas las medidas sanitarias posibles frente a la pandemia, pero no por ello debemos pasar por alto que vivimos en un sistema capitalista y que, no por estar confinados ha desaparecido la lucha de clases. Para mayor evidencia la impunidad con que se manifiesta la extrema derecha pese a tratarse de movilizaciones no comunicadas que se realizan sin la adopción de ningún tipo de medidas sanitarias, provocando situaciones de alto riesgo de contagio; mientras se prohíben de movilizaciones obreras, como las convocadas para el 1º de mayo o las del 23 de mayo, y siguen los abusos, sanciones y palizas policiales en los barrios obreros a quien quebranta el confinamiento.
Pese a la pandemia y el confinamiento, el Estado y el Gobierno siguen siendo burgueses y la pataleta de los señoritos vale más que la vida y la dignidad de la clase obrera, se vive la dictadura para los barrios obreros y la impunidad para los barrios burgueses. Solo el socialismo traerá la verdadera democracia, que es la de la clase obrera, inmensa mayoría de la población y única fuente de riqueza.
¡Por la derogación de la Ley Mordaza! ¡Trabajo, derechos y un plan urgente de emergencia social! ¡Solo el pueblo organizado, salva al pueblo!