“El 15 de junio de 2020, las fuerzas de turno de la Defensa Antiaérea de la región militar de Occidente fueron oportunamente anticipadas las acciones de bombarderos estratégicos B-52H de la Fuerza Aérea de EE.UU. y aviones de la flota de reconocimiento de Estados extranjeros sobre aguas neutrales del mar Báltico, y se realizó su acompañamiento por parte de cazas rusos”, ha indicado la mencionada Cartera rusa a través de un comunicado emitido este lunes.
Además, ha explicado que como consecuencia de esta detección, fueron enviados cazas Sujoi Su-27P para escoltar a los bombarderos B-52H de la Fuerza Aérea de EE.UU. sobre el mar Báltico, asegurando que no hubo ninguna violación de la frontera estatal de Rusia y que los vuelos de las aeronaves rusas se realizaron en estricto cumplimiento de las normas internacionales del uso del espacio aéreo.
El Ministerio de Exteriores del país euroasiático ha precisado también que todas las aeronaves extranjeras fueron controladas ininterrumpidamente por los radar rusos, al tiempo que fueron escoltadas por los cazas de la aviación de la Flota del Báltico de Rusia.
Rusia intercepta de tiempo en tiempo aviones de reconocimiento cerca de sus fronteras. Estas interceptaciones tienen lugar mientras EE.UU. y sus aliados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) han reforzado su presencia militar en Europa del Este y cerca de las fronteras rusas; una medida que Moscú considera como una provocación invasora.
El pasado 29 de mayo, el Ministerio de Defensa de Rusia informó de la detección oportuna de bombarderos estratégicos B-1B de la Fuerza Aérea de EE.UU. sobre aguas neutrales de los mares Negro y Báltico por las fuerzas de defensa aérea del Distrito Militar Sur y del Distrito Militar Oeste.
Esto mientras que tres días antes (el 26 de mayo), la Sexta Flota de las Fuerzas Navales de Estados Unidos comunicó también que un avión de reconocimiento norteamericano P-8A Poseidón había sido interceptado por cazas de combate Su-35 rusos en el mar Mediterráneo.
Rusia y los países occidentales siguen sin poder atenuar las tensiones en sus relaciones, tras la incorporación de Crimea a la Federación de Rusia en 2014. Desde entonces, Washington y sus aliados en la Alianza Atlántica han aumentado su presencia militar en Europa del Este, sobre todo, en los países bálticos y Polonia, recurriendo al pretexto de la amenaza rusa.
