La Fiscalía del Tribunal Supremo renunciará a interponer una querella criminal contra el rey emérito Juan Carlos I por los delitos de blanqueo e infracción tributaria a pesar de considerar que hay indicios (¿indicios?) de que los cometió mientras ostentaba el cargo de Jefe de Estado, según adelante el Confidencial, ya que la Fiscalía considera que su inviolabilidad le impide continuar con la investigación.
El fiscal de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Juan Ignacio Campos, habría acabado las investigaciones prejudiciales sobre los supuestos delitos de Juan Carlos y la conclusión es, ni más ni menos, que el emérito disfrutó de inviolabilidad hasta la fecha de su abdicación, el 19 de junio de 2014, gracias a la protección que le brinda la Constitución Española a su artículo 56.3. Y tampoco se le debería procesar por su actuación posterior porque, después de esa fecha, la fiscalía no habría encontrado indicios de que hubiera continuado practicando esos delitos tras haber abdicado. Es decir, la fiscalía da por bueno el blindaje de la figura del Jefe de Estado, aunque indica que pese a ello ofrecerá un relato detallado de la investigación preliminar sobre Juan Carlos a partir de las revelaciones dadas a conocer en su momento por el excomisario Villarejo. Este informe podría incorporar muchos episodios que justificarían abrir una causa penal contra el emérito y pondría en evidencia que el borbón debería ser juzgado y, eventualmente, condenado, si no fuera por el privilegio de la inviolabilidad.
La opinión de la Fiscalía coincidiría así con la de los letrados del Congreso de los Diputados, que en junio defendieron las prerrogativas de la inviolabilidad con carácter “absoluto” y “permanente”, interpretación con la que el PSOE (junto a sus inseparables Vox, PP y Cs en asuntos monárquicos) impidió una comisión de investigación sobre la corrupción del emérito. Además, la posibilidad de que finalmente se archive toda la cuestión abriría de par en par la posibilidad de que el borbón volviera del exilio provocado, precisamente, por estas mismas investigaciones. Juan Carlos, mientras tanto, sigue en su exilio de lujo de Abu Dabi a la espera de acontecimientos.
¿Inviolabilidad, aunque hubiera hecho la mayor tropelía imaginable?
¿También tenía derecho de pernada?
Por algo dijo el dictador, antes de morir, que “TODO ESTABA ATADO Y BIEN ATADO” Ahora lo entiendo todo