La salud del «acuerdo de coalición progresista»

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Raúl Martínez (Nuevo Rumbo).— El 30 de diciembre de 2019, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias firmaban el acuerdo de coalición progresista entre el PSOE y Unidad Podemos. Ese documento serviría de marco programático del Gobierno de coalición que los dos partidos socialdemócratas formarían poco después. Desde entonces, las relaciones entre ambas formaciones han sido fuente de constantes polémicas en tertulias televisivas y radiofónicas, lo que contrasta con la insistencia con que se pronuncian los principales dirigentes de ambas formaciones, que una vez tras otras proclaman que “el acuerdo de coalición goza de buena salud”.

 

Un gobierno eficaz para gestionar la crisis

Como se ha repetido con insistencia desde las páginas de Nuevo Rumbo, el inicio de la pandemia actuó como catalizador de una nueva crisis capitalista de cuyo estallido veníamos advirtiendo. En esta ocasión, fue la Covid-19 la que desempeñó el papel de detonante y puso de nuevo sobre la mesa el fenómeno de la sobreproducción y el virus que infecta irremisiblemente a la economía capitalista se propagó con la misma rapidez que el SARS-Cov-2 por los hilos que, con una profunda interdependencia desigual, unen entre sí a las diferentes economías capitalistas.

Tocaba afrontar la primera fase de la crisis y, para ello, nada mejor que un gobierno socialdemócrata. PSOE y Unidas Podemos se pusieron manos a la obra y, tratando de distanciarse discursivamente de la gestión realizada por el Partido Popular en la crisis anterior, se dispusieron a transferir una ingente masa de dinero público a las empresas siguiendo los dictados de la Unión Europea. Lo que ocultaron es que el PP gestionó la segunda fase de la crisis anterior y que fue Zapatero quien, en sus inicios, instrumentó una política de gestión muy similar a la seguida por el gobierno actual.

Pero, en pocos meses, las grandes mayorías trabajadoras de este país comprobamos que de la retórica y los relatos políticos no se come. La economía entró en shock, con el consiguiente cierre de miles de empresas, el aumento exponencial de las cifras del paro y la reducción progresiva de la masa salarial. Fue entonces cuando, desde el Ministerio de Trabajo se instrumentaron toda una serie de políticas dirigidas a modernizar el mercado de trabajo, en sintonía con las exigencias de la Unión Europea, dejando claro que de ninguna manera iban a derogar las regresivas reformas laborales impuestas años atrás tanto por el PSOE como por el PP.

En la base electoral de Unidas Podemos comenzó a manifestarse el descontento y la presión comenzó a hacer mella en sus dirigentes. A ello contribuyeron los desacuerdos sobre los ritmos en la aplicación del acuerdo de coalición. Se puso comenzó a poner el énfasis en las diferencias y no en los acuerdos y, con ello, creció el ruido mediático en un marco general de tensión política.

La división de la derecha

Tanto el PSOE como el Unidas Podemos parten en sus análisis de dos premisas. La primera, que división de la derecha les beneficia electoralmente. La segunda, que existe una escasa movilidad entre el voto del “bloque de derechas” y del “bloque de izquierdas”. Por tanto, la táctica pasa por azuzar las disputas entre las fuerzas de derecha y por disputarse entre sí el voto de izquierdas. Y, sin más, los dos partidos socialdemócratas se han puesto manos a la obra.

Ese enfoque del juego parlamentario no es nuevo. La socialdemocracia francesa, encabezada por F. Mitterrand lo ensayó con relativo éxito en los años 80, logrando una profunda división en el campo de la derecha que dio lugar a la consolidación del Frente Nacional y al progresivo hundimiento electoral y la definitiva mutación del otrora poderoso Partido Comunista de Francia.

La visión cortoplacista es la nota característica de la táctica de la socialdemocracia. Se equivocan gravemente y en próximos artículos trataremos de explicar los porqués. Pero lo cierto es que es esa visión los que marca la posición de las dos patas de la coalición. Veamos.

Ser gobierno y oposición

Por parte de Unidas Podemos, fuertemente presionados por su base social, se va intensificando un curioso fenómeno de doble personalidad: se presentan al mismo tiempo como gobierno y como oposición. Así, la culpa de que no se aplique gran parte del acuerdo de coalición pasa a ser presentado como responsabilidad exclusiva del PSOE, al igual que aquellos aspectos de la política gubernamental que más molestan a sus bases electorales.

Pero, los que hace unos años se presentaban como principales valedores del gobierno de Syriza en Grecia, van a tener muy difícil justificar su papel de gestores del capitalismo español, que ya comienza a pasar las primeras facturas. Como señalaba el viejo Marx, la historia se repite dos veces: la primera como una gran tragedia, la segunda como una miserable farsa. Tragedia fue el fracaso de la estrategia de “partido de lucha y de gobierno”, que condujo a la destrucción del histórico PCI. La farsa es la hoja de parra con la que la dirección de Unidas Podemos está tratando de ocultar sus vergüenzas.
Presupuestos y búsqueda de acuerdo en el espacio del centro.

Como no podía ser de otro modo, es el PSOE quien mejor capea el temporal. Una vez aprobados los Presupuestos Generales del Estado, el PSOE sabe que tiene en sus manos la capacidad de decidir si agota la legislatura o anticipa las elecciones generales. Y lo hará, como no puede ser de otro modo, en función de sus intereses partidistas y de la buena gobernanza del capitalismo.

Además, la táctica seguida por sus socios, permite al PSOE poner en constante evidencia sus incoherencias y su inmadurez, presentándose como la única opción electoral seria para hacer frente a las derechas, que también utilizan con eficacia las incoherencias y contradicciones de Unidas Podemos para mantener prietas las filas y llevar a cabo su intensa campaña anticomunista.

Para completar su táctica, tras la aprobación de los Presupuestos, el PSOE ha abierto una vía en la disputa del centro, tratando de atraer al PP y a Ciudadanos a ciertos compromisos que suponen una clara amenaza para su socio de gobierno, al que al mismo tiempo que dejan arrinconado presentan como una panda de niñatos inútiles con los que no se puede contar para las cosas serias.

Expectativas de futuro

Como decíamos, tanto unos como otros se esfuerzan por destacar la buena salud del pacto de gobierno. En realidad, es el PSOE quien tiene la sartén por el mango. Se agotará o no la legislatura en función de los intereses representados por el PSOE. Y su socio menor tendrá que explicar ante su electorado ese asunto de sorber y soplar a la vez.

Mientras el cretinismo parlamentario despliega ante nuestros ojos sus inmensas potencialidades, la clase obrera es la única fuerza social capaz de alterar el rumbo de los acontecimientos. Mientras sigue la fiesta en las moquetas de la Carrera de San Jerónimo y en las tertulias televisivas, debe avanzar una corriente de fondo de organización, toma de conciencia, debate programático y movilización que haga que no sean los de siempre los que terminen pagando las copas.

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