Donbass, Ucrania y la propaganda

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“El espectro de la reanudación de la batalla en Ucrania es un desagradable e inoportuno recordatorio de que Moscú puede tener algo que decir sobre el largamente planeado giro de Washington a Asia, que ya de por sí se enfrenta a suficientes retos”, escribía en Twitter para promocionar su artículo sobre la intensificación de la batalla en Donbass el corresponsal de diplomacia y seguridad nacional de Foreign Policy Robbie Gramer. Su análisis es solo otro más de los muchos comentarios que están apareciendo en importantes medios de comunicación occidentales, que parecen haber descubierto de nuevo que la guerra entre Ucrania y las Repúblicas de Donbass puede ser utilizada como argumento para explicar procesos que nada tienen que ver con ella.

 

La tendencia general de los principales medios occidentales se ha centrado en dos aspectos. En primer lugar, no hay espacio para dudar de la versión oficial ucraniana, según la cual Rusia ha intensificado recientemente los bombardeos contra las posiciones ucranianas por motivos políticos y por sus intereses. Foreign Policy, en un artículo escrito por un lobista sin credibilidad alguna, mencionaba el interés de Rusia de defender al sancionado Viktor Medvedchuk, ciudadano ucraniano y líder del partido que ahora mismo lidera las encuestas. Amigo personal del presidente ruso, Medvedchuk ha ejercido como mediador en numerosas negociaciones para el intercambio o puesta en libertad de soldados ucranianos capturados en Donbass o presos en Rusia.

En los últimos tiempos, las sedes de su partido y sus medios afines han sufrido las represalias del creciente autoritarismo del gobierno, poco dispuesto a permitir la libertad de expresión y asociación a lo que, tras la prohibición de los partidos de izquierdas, ha quedado de la oposición. Esa tendencia antidemocrática, que no solo ha afectado a los medios de comunicación sino también al Tribunal Constitucional, ha contado con el apoyo explícito de la embajada de Estados Unidos, una de las principales fuentes de poder en Ucrania, la Unión Europea y numerosos medios de comunicación occidentales, entre ellos Foreign Policy.

La segunda tendencia clara estos días en la prensa, es la de acusar a Rusia de amasar tropas en la frontera rusa igualando la situación en Crimea con la situación en Donbass, todo ello relacionado siempre con la idea de que Rusia busca “retar a Biden”. “Aumenta tensión entre Rusia y Ucrania por conflicto limítrofe que se arrastra desde la ocupación de Crimea”, escribió el viernes Deutsche Welle. Unas horas antes, The Washington Post publicitaba un artículo de opinión de unos de sus columnistas estrella, David Ignatius, afirmando que “La actividad militar rusa cerca de Ucrania listo para probar a Biden”. También el viernes, The Times alarmaba de que “Rusia despliega 4.000 tropas en la frontera de Ucrania”, a lo que la BBC añadía que “el aumento de tropas de Rusia cerca de Ucrania alarma a la OTAN”.

Escritos sin ningún contexto más allá de haber juzgado y condenado a Rusia por la situación presente, pasada y futura de Ucrania en general y de Crimea y Donbass en particular, todos estos artículos tienen en común que ignoran cómo la situación en Donbass ha llegado hasta el punto actual y se han centrado, aceptando como verídicas, desinteresadas y correctas, las declaraciones del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania, que afirma que Rusia amasa más de una veintena de batallones en las fronteras de Ucrania.

Las advertencias ucranianas, reales o imaginarias, generalmente antes del verano, y la intensificación de los bombardeos en el frente siempre han sido suficientes para hacer surgir el interés de la prensa occidental y de la OTAN en un conflicto que, desde que finalizó la última gran batalla en 2015, ha caído en el olvido de los medios de comunicación. Como en ocasiones anteriores, las alarmistas e injustificadas declaraciones ucranianas han sido suficientes para lograr el interés de la OTAN, que ha reafirmado su apoyo a Ucrania, aunque no ha comprometido su ayuda de forma tan explícita como Kiev hubiera deseado, y, sobre todo, la ansiada llamada telefónica del presidente Joe Biden. En esa primera comunicación entre los dos presidentes, Estados Unidos reafirmó “el inquebrantable apoyo a la soberanía y la integridad territorial de Ucrania ante la vigente agresión rusa en Donbass y en Crimea”, palabras que se unen a la concesión hace unas semanas de 125 millones de dólares más para el Ejército Ucraniano en una muestra de apoyo a su aliado en Kiev, que continúa exigiendo apoyo de la OTAN al mismo tiempo que se declara defensor de la paz y continúa bombardeando las posiciones de la RPD y la RPL y aldeas de la línea del frente.

A Biden se dirigían las declaraciones y los actos de las autoridades ucranianas desde que, a finales de febrero, el Ejército Ucraniano intensificó los bombardeos en la zona de Gorlovka. Esa intensificación de los bombardeos, contrarios al alto el fuego incondicional e indefinido pactado en julio de 2020 y que había reducido el número y la intensidad de los bombardeos, buscaba ser, como todos los episodios similares desde 2015, una llamada de atención a sus socios y una herramienta de presión contra Rusia. Kiev busca así reforzar las sanciones de sus aliados contra Rusia, con especial atención al intento de obstaculizar la finalización de la ampliación del gasoducto Nord Stream-2 -en lo que cuenta con el apoyo de Washington, pero no de Berlín- y exigir concesiones de Rusia. Así lo confirma la declaración aprobada esta semana por el Parlamento de Ucrania, que una vez más volvía a plasmar en un documento oficial la exigencia de respeto al alto el fuego y otras condiciones habituales, como la entrega del control de la frontera como punto de partida del proceso de negociación en lugar de como culminación del proceso de paz.

Desde el inicio del actual empeoramiento a finales de febrero, ambos bandos en conflicto han sufrido bajas, pero solo en el lado de Donbass se han producido incidentes en los que ha sufrido la población civil. Sin embargo, la muerte de un pensionista que cuidaba su casa en una localidad de la línea del frente, o la de un niño de cinco años -que ha nacido, vivido y muerto en estado de guerra- han sido sistemáticamente ignoradas por la prensa, que sí se ha hecho eco de la muerte de cuatro soldados ucranianos. El sonido del frente y las acusaciones infundadas de Ucrania alertando de una posible agresión rusa han sido suficientes para que la guerra en Donbass vuelva a los titulares de la prensa internacional, que la olvidará en cuanto Kiev consiga más dinero para su ejército, más sanciones contra Rusia y esa invasión de la que alertan infundadamente algunos medios inevitablemente no se produzca. Para entonces se habrá consolidado en Donbass un nuevo statu quo, uno similar a los meses anteriores a la tregua de 2020, con una guerra de trincheras sin fin que impide que la población en la línea del frente pueda aspirar a una vida digna.

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