La banda armada OTAN, con Estados Unidos al frente, está desplegándose en Ucrania, un país gobernado por un ejecutivo neo-nazi y que no es miembro de la Alianza, pero que -curiosamente- tiene un acuerdo de asociación. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se mostró muy afín con el gobierno de extrema derecha de Ucrania y pidió a Rusia que retire las fuerzas militares que ha acumulado en las proximidades de la frontera ante las amenazas de la OTAN.
El viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, anunció ayer, ante las agresiones a las repúblicas de Donbass en una conferencia dedicada al quinto aniversario de la creación de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que «Rusia defiende los intereses de la población rusoparlante de Donbass y continuará haciéndolo en el futuro». El portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, dijo el lunes que «Rusia considera especialmente importante defender los intereses de la población rusoparlante de Donbass, a la que ha dado la espalda su propio país». Peskov, no obstante, había asegurado antes que «el Kremlin no tiene intención de declarar la guerra a Ucrania». La portavoz del Ministerio de Exteriores, María Zajárova, acusó a la CNN de «desinformar» por sostener que el Ejército ruso se prepara para invadir Ucrania.
