Teodoro Rentería Arróyave.— Hay dos expresiones que se aceptan, porque de alguna forma hay que designarlas: ‘prensa mercenaria’ y fake news (‘noticias falsas’).
De acuerdo con nuestros principios profesionales, no conocemos ningún periodismo más que el que se desempeña con la verdad y únicamente con la verdad; lo demás son aberraciones, alteraciones con el propósito de obtener pingües ganancias, es decir, la inmoralidad en toda su expresión porque al través de los medios se trata de engañar y contaminar al gran público.
¿Cómo qué hay fake news, noticias falsas? Si son falsas no son noticias. Para desgracia de la humanidad, las redes sociales y muchos medios designados como ‘prensa mercenaria’ se dedican, exacto, por intereses económicos e inconfesables, a publicar y difundir mentiras.
La nueva embestida contra Cuba ha llegado a grados verdaderamente grotescos, a tales despropósitos de adjudicar fotografías y videos de otras partes del mundo y de otros años para ‘concientizar’ al ingenuo o al que se quiere engatusar con supuestas rebeliones del pueblo cubano en contra del régimen revolucionario.
La alta tecnología utilizada por el gobierno de Estados Unidos está en plena acción para tratar de engañar a todos en su propósito abyecto de engullirse a la isla, es decir, a un país soberano, a un pueblo respetable, a costa de millones de dólares.
Esa ‘prensa mercenaria’, mejor designada, como los medios de propaganda vil, puesto que está al servicio de los intereses mezquinos del imperialismo y sus corifeos, se ha valido de todo. En ese accionar constante es obvio que convenza hasta personas de buena.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en quien se cifraban expectativas de bienestar y por tanto de respeto a la soberanía de los estados y de los derechos humanos, ahora nos percatamos amargamente de que sólo fueron posturas electoreras.
Cambió su política anunciada de una buena relación con Cuba como la llevó a cabo su exjefe el presidente Barack Obama. El reducto ultraderechista y poderoso de los multimillonarios cubano-estadounidenses de Miami, imponen sus reglas a la Casa Blanca. A ellos se suman, entre otros, la expresidenta de Chile Michelle Bachelet, quien de militante de izquierda no tiene nada, cuando apoya la propaganda difamatoria contra Cuba dictada por Estados Unidos. Si su padre viviera, el asesinado general de brigada de la Fuerza Aérea de Chile Alberto Arturo Miguel Bachelet Martínez, leal al presidente patriota sacrificado Salvador Allende, por los esbirros del dictador Augusto Pinochet, o si reviviera, se volvería a morir de pura vergüenza.
A todo esto se le llama: fake news y prensa mercenaria. Nosotros la calificamos de degradación del periodismo.
