Victoria Korn*.— Si bien un demoledor estudio del Programa de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) reveló que 265 niños nacieron en Haití, conocidos como bebés-Minustah, tras la violación de mujeres locales por soldados de varias nacionalidades de las fuerzas de paz de Naciones Unidas, nada se ha hecho para resarcir los daños causados.
Más de 2.000 mujeres en Haití, muchas de ellas menores, han sufrido abusos sexuales por parte de las fuerzas de paz de desplegadas por Naciones Unidas. Los militares y otros funcionarios de las delegaciones de Naciones Unidos encargados de restablecer la paz en la zona mantuvieron encuentros sexuales con incluso niñas de once años, aprovechándose de la pobreza y miseria que varios años de guerra civil, injerencia extranjera y catástrofes meteorológicas han provocado entre la población.
Cuando los cascos azules llegaron en 2004 supuestamente para ayudar a pacificar uno de los países más pobres del mundo, la esperanza era enorme. Cuando se fueron, 13 años después, la decepción era igualmente enorme, generalizada. Entre los que se fueron estaban los violadores, que abandonaron a los niños y sus madres, y regresaron a sus países como si no hubiera pasado nada.
Las acusaciones de abusos sexuales son de larga data. Ya en 2013 cuatro soldados uruguayos fueron condenados por haber abusado de un joven haitiano. En 2012 la cantidad de denuncias era tan numerosa que la ONU adoptó algunas medidas. Y si esto fuera poco, el legado de Minustah incluye la epidemia de cólera que se desató en 2010: las investigaciones determinaron que había sido generada por soldados nepaleses que llegaron enfermos a Haití. Ese brote dejó más de ocho mil muertos.
Además, en 2011, cuatro marinos uruguayos fueron acusados de violar a un muchacho haitiano de 19 años en Port Salut. El asalto fue grabado con un teléfono móvil por los mismos efectivos y se filtró a Internet. El adolescente y su familia se tuvieron que ir de la ciudad después de que el vídeo se volviera viral. En noviembre de 2007, 114 miembros del contingente de Sri Lanka fueron acusados de conducta sexual inapropiada y abuso de al menos nueve niños. Los apartaron de la fuerza, pero no recibieron sentencia.
La nación más pobre del hemisferio occidental, que sufrió en 2010 el terremoto más mortífero del que se tenga registro, dejó de contar con la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah) a partir de este 15 de octubre de 2017. Los miles de militares, policías y funcionarios que la ONU desplegó en 2004 abandonaron el territorio haitiano, tras sembrar la desgracia durante trece años.
«Niñas de 11 años fueron abusadas sexualmente y embarazadas por los cascos azules y dejadas en la miseria, donde tuvieron que criar solas a sus hijos”, dice el informe, en el que se entrevistó a hombres y mujeres que vivían en torno a las bases militares.
«Los soldados destruyeron el futuro de estas niñas al embarazarlas. Esto ha tenido un impacto negativo en la sociedad, porque esas chicas pudieron ser abogadas, doctoras o cualquier cosa que pudiera ayudar a Haití. Ahora, en cambio, vagan por las calles o por los mercadillos cargando frutas para mantener a los hijos que tuvieron con los soldados de Minustah”, señala otro entrevistado.
La investigación remarca que hay tres elementos que, en una primera mirada, se pueden sacar en limpio de todo esto: que la pobreza se convierte en un factor que facilita el abuso por parte de los cascos azules, que los soldados que dejaron mujeres embarazadas solían ser repatriados sin ser castigados y que en muchos casos algunas chicas veían con buenos ojos la posibilidad de tener hijos con hombres de piel más clara.
«Cuando estuve con el brasileño, yo tenía 14 años. Iba al colegio en la Escuela cristiana. Me quedé embarazada y mi padre me echó de casa. Ahora trabajo para que alguien me dé 25 gourdes con los que mi hijo y yo podamos comer». Este es el testimonio de una joven de Puerto Príncipe, madre soltera de un niño de cuatro años, una más de 2.000 personas entrevistadas para un estudio sobre la explotación sexual y los abusos cometidos por los “cascos azules” en Haití, publicado por Internation Paecekeeping.
Las denuncias involucran directamente a soldados de distintos países, pero los más mencionados por las víctimas son efectivos de Uruguay, Brasil, Chile y Argentina, en ese mismo orden. Ellos, junto a uniformados de Asia, África, Canadá y Francia, participaron en la fuerza Minustah.
En Haití se han acuñado términos como «bebés cascos azules» o «pequeños Minustah» para referirse a los niños fruto de estas relaciones con miembros de la misión de la ONU (2004-2017), diferenciados de los hijos de haitianos. «Abusaron de muchas de nuestras familias. Podía parecer que te querían, te dejaban unas pocas monedas en tus manos tras acostarse contigo y dejarte un bebé. Entonces , el niño está en tus brazos y tu familia no tiene nada», relató otra de las denunciantes.
De hecho, el estudio se llama «Ponían unas monedas en tus manos y te metían un bebé”. El mismo señala la pobreza como factor clave en la explotación sexual y los abusos por los «cascos azules». De hecho, la repatriación del personal implicado a menudo agravaba las penurias de las mujeres y los niños, añade.
El informe de Unicef explica que tener hijos de piel clara con «cascos azules» se percibía como algo deseable por algunas mujeres para mejorar su estatus económico y social, algo que luego no se cumplía. Sin embargo, impelidas a buscar una nueva relación cuando el padre del niño se marchaba, las madres caían en un círculo vicioso. «Él se va y la deja en la miseria, y entonces ahora tiene que rehacer el mismo proceso para dar de comer a su niño», explica otro de los testimonios.
«Hay multitud de casos, multitud de escenarios diferentes, en los que estos niños son concebidos y nacen», explica la autora del estudio, Sabine Lee, profesora de la británica Universidad de Birmingham. «Está bastante claro que se aprovecharon de estas chicas, que se veía claramente que eran menores», asegura.
Un portavoz de la Fuerza de Paz de la ONU asegura que esta organización se toma en serio el asunto y que está dando apoyo a 29 víctimas y 32 niños nacidos a consecuencia del abuso y la explotación sexual por parte del personal de la Minustah.
En Haití nacieron 256 niños de padres soldados en la supuesta «Misión de paz». El menor tiene ya cuatro años. Entre las madres había niñas de 11 años. Los soldados uruguayos tienen el primer lugar de paternidad, seguidos por los brasileños, el tercero es de padres ‘desconocidos’ y los chilenos ocupan el cuarto lugar entre los países que más embarazaron y abandonaron mujeres e hijos. Y nada se ha hecho para resarcir los daños.
*Periodista venezolana, analista de temas de Centroamérica y el Caribe, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)