Arauca: los efectos de la guerra contra el pueblo

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Muerte y dolor para el pueblo… así empezó el 2022 para las masas del departamento de Arauca en el oriente colombiano, zona fronteriza con Venezuela. Desde el 2 de enero, van 23 muertos confirmados, más de 50 desaparecidos, más de 2000 personas en inminente riesgo de desplazamiento forzado. Ese el supuesto “año nuevo, vida nueva” que el capitalismo le ofrece a las masas del pueblo llano.

El epicentro de estas masacres fueron los municipios de Tame, Fortul, Saravena y Arauquita, malditos por ser un corredor de la droga que los carteles circulan entre ambos países vecinos. Allí, esos carteles, financian a los grupos armados que ejecutan la política de terror contra las masas desarmadas. Específicamente en esa zona, se disputan el territorio el llamado ELN y las disidencias de las FARC; ambos, grupos armados que se parapetan en la fraseología revolucionaria para masacrar al pueblo. Y obviamente, también hace presencia el Ejército Nacional, que brilla por su ausencia a la hora de defender a la población desarmada, pues por sus intereses de clase, actúa solamente cuando se ve afectada la gran propiedad privada de la burguesía, los terratenientes y los imperialistas.

Mientras corre la sangre y el miedo entre el pueblo, hay cruce de comunicados que en nada mejoran la situación. El décimo frente Martín Villa de las disidencias de las Farc, afirmó que «El ejército colombiano […] desplegando activamente sus unidades infiltradas en el ELN inicia operaciones contra el DÉCIMO FRENTE MARTÍN VILLA en el área»; el Frente de guerra oriental Manuel Vásquez Castaño del ELN, en su comunicado dijo que, «El día primero de enero de 2022, nos vimos en la necesidad de defender los territorios […] de una ofensiva emprendida por el bloque de las FARC […] hoy comprometido con el plan enemigo colombiano y estadounidense». Y el Ejército Nacional, violador de niñas indígenas y ejecutor de la dictadura del régimen uribista de la mafia, dijo «Rechazamos rotundamente estos hechos violentos entre estos grupos criminales, responsables de las afectaciones a los derechos humanos e infracciones al derecho internacional humanitario».

Pura hipocresía barata de los tres flagelos que azotan a las masas araucanas y que son los ejecutores directos de las matanzas contra el pueblo desarmado. Los tres ejércitos, hacen parte de la guerra contra el pueblo, de la guerra reaccionaria que, en el campo, pone en el centro a campesinos pobres, obreros agrícolas, jóvenes y dirigentes sociales reclamantes de tierras, defensores de la naturaleza, desmovilizados… y ninguno de esos grupos tiene autoridad para reclamarse como defensor de las masas pobres del país, sino, por el contrario, son responsables de poner al pueblo trabajador en el centro de la guerra, por hacerse con la renta extraordinaria de la tierra.

Responsables directos de esa guerra reaccionaria, son los burgueses y terratenientes que se disputan a sangre y fuego por medio de sus ejércitos legales e ilegales, las mejores tierras que les generen ganancias exorbitantes gracias a la explotación de mano de obra barata en las plantaciones de coca, amapola, marihuana o de extracción de minerales como esmeraldas, oro, coltán, entre otros. También, se disputan entre sí, las rutas por donde se distribuyen hacia diferentes partes del mundo los narcóticos que son vendidos en las calles de Estados Unidos y diferentes países europeos y asiáticos, por parte de las grandes mafias, donde los únicos beneficiados son los dueños del capital que a sangre y fuego desplazan pueblos enteros en Colombia para poder realizar sus mercancías.

Con el régimen de la mafia uribista administrando los negocios de la burguesía en la cabeza del Estado burgués-terrateniente, se exacerbó el terrorismo de Estado contra el pueblo, contra los jóvenes rebeldes, las masacres se incrementaron al igual que los asesinatos selectivos contra los dirigentes populares.

Acabar con estas masacres, exige acabar por medio de la violencia revolucionaria con el régimen de opresión y explotación capitalista. El negocio de un puñado de capitalistas y terratenientes mafiosos, no puede seguir siendo el causante de la muerte y el desplazamiento de miles de masas colombianas. El régimen de la mafia debe caer, no por obra y gracia de la farsa electoral, sino, por medio de la lucha directa de millones de desposeídos que ya dieron ejemplo de valentía para plantarle cara en las calles a las fuerzas armadas defensoras del podrido Estado burgués y del régimen uribista encabezado por el cerdo Duque.

Es hora de organizar las fuerzas para el combate. Se avecinan grandes enfrentamientos entre el pueblo y el régimen mafioso, contra la dictadura burguesa y el Estado capitalista, responsables de las masacres contra el pueblo. Se avecinan grandes tormentas revolucionarias que deben ser aprovechadas por los comunistas para canalizar la rebeldía popular hacia las grandes transformaciones radicales, que tarde o temprano se deben dar en la sociedad capitalista que le darán paso al socialismo, donde obreros y campesinos dirijan la sociedad para satisfacer las necesidades de las grandes masas populares y donde las masacres contra las masas desarmadas, sean parte de un terrible recuerdo que nunca más volverá a ser realidad.

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