En una rueda de prensa, el jefe de la Primera Nación de Williams Lake (un pueblo de la Columbia Británica), Willie Sellars, informó del descubrimiento de 93 “reflejos” de “posibles entierros humanos”.
De acuerdo con el líder nativo, se trata de los resultados preliminares de la primera fase de una búsqueda geofísica en el Colegio Residencial de la Misión de San José —en funcionamiento desde 1886 hasta 1981 y dirigida principalmente por misioneros católicos romanos—.
Durante décadas, detalló Sellars, hubo informes de “negligencia y abuso en la Misión de San José”, y lo que es peor, hubo informes de niños que murieron o desaparecieron de las instalaciones. “Durante la mayor parte de la historia de la Misión de San José, a estos informes no se les dio, en el mejor de los casos, ninguna credibilidad […] No puede haber reconciliación antes de que haya verdad”, enfatizó.
Este nuevo descubrimiento dio lugar a un llamamiento generalizado para que se haga justicia y se exija la rendición de cuentas a las víctimas y supervivientes de las instituciones de asimilación forzosa, así como a la exigencia de que el Gobierno canadiense haga públicos todos los registros relativos a las instalaciones.
Más de 3200 personas murieron, según las conclusiones de una comisión nacional de investigación, que, en 2015, tras seis años de pesquisas, definió los sucesos como genocidio cultural.
En 2019, el premier canadiense, Justin Trudeau, reconoció que el daño infligido a los pueblos indígenas en Canadá equivalía a un “genocidio”. Así se pronunció el primer ministro tras la publicación de un informe sobre las mujeres y niñas indígenas desaparecidas y asesinadas. De acuerdo con el estudio, las mujeres y niñas indígenas constituyeron casi el 25 % de todas las mujeres víctimas de homicidio en este país entre 2001 y 2015.