África en Cuba: herencia, historia e identidad

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A propósito de celebrarse el Día Internacional de África, PCC.CU dialoga con Robert Noa Frómeta, funcionario de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité

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Xenia Balón de la Cuesta.— Arrancados de sus tierras, lejos de sus familias, sus tradiciones, los africanos fueron traídos al continente americano y llegaron a Cuba con cadenas y grilletes. Traían, sin embargo, una herencia cultural enraizada que fueron capaces de ir transmitiendo de una generación a otra.

 

“Cuba es un pueblo latinoafricano”, afirmaría nuestro líder histórico Fidel Castro Ruz. Es por eso tan difícil en nuestro país determinar un origen específicamente africano o español. Como dijera también el poeta nacional Nicolás Guillén: “aquí está todo mezclado”.

A propósito de celebrarse el Día Internacional de África, PCC.CU dialoga con Robert Noa Frómeta, funcionario de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central, quien considera que nuestros ancestros africanos nos dejaron el mestizaje, las tradiciones culinarias, culturales, religiosas, el modo en que hablamos, entre otros muchos elementos que han influido, de manera decisiva, en la identidad del cubano.

Noa Frómeta precisa que el proceso de transculturación permitió al esclavo sincretizar su panteón orisha con el santoral, propiamente católico, originando una mezcla muy rica que nos legaron hasta la actualidad.

“Lo que ha sobrevivido hasta hoy tiene que ver con las religiones de origen yoruba, como la santería y palo monte, el vudú, el arará y los abakúa, asentados principalmente en La Habana y Matanzas. Estas manifestaciones son de las más comunes en el panorama religioso cubano, aunque existen otras con menor cantidad de seguidores”, añadió.

En cuestiones culinarias baste mencionar “la yuca, el boniato, los frijoles negros, colorados y carita, el quimbombó, la acelga…”, representativos en la alimentación de la familia cubana.

Destacó, además,  la rica sonoridad musical, la introducción de instrumentos de viento como el laúd, la percusión, y junto a ello, la vitalidad de sus colores que están presentes en el vestuario, en la fachada de nuestras casas y como tendencia, en algunos artistas de la plástica cubana, símbolos de vida y alegría.

“Pero sobre todo, nos legaron su esencia humanista, esa que aboga por la sanación y la prosperidad de las personas que queremos y que resultan importantes en nuestra vida. Esa fe para pedirle a nuestras deidades y ese misticismo que nos hace adorar a nuestros seres ya fallecidos y pedir por protección, porque guíen nuestro camino y que traiga la bienaventuranza”, concluyó el dirigente partidista cubano.

“Sin África, sin sus hijos y sus hijas, sin su cultura y sus costumbres, sin sus lenguas y sus dioses, Cuba no sería lo que es hoy. El pueblo cubano tiene por ello una deuda con África”, diría también nuestro líder histórico Fidel Castro, quien nos enseñó, con su pensamiento y acciones, a fortalecer y consolidar los vínculos fraternales con la tierra de nuestros ancestros y que, de manera recíproca, paguemos esa deuda “que se acrecienta con la historia que hemos compartido”.

A África hemos vuelto una y otra vez, porque más allá de lo propiamente cultural, nos unen fuertes lazos de hermandad. Cientos de miles de colaboradores cubanos han prestado sus servicios en naciones africanas en los sectores de la salud, la educación, la construcción, el deporte y la agricultura…

Así lo hemos hecho desde mayo de 1963, en que enviamos la primera brigada médica, tras la independencia de Argelia, pero también fue crucial la presencia de Cuba en las luchas contra el colonialismo y el oprobioso régimen del apartheid, que permitió alcanzar la independencia en varios estados miembros del continente africano, una contienda en la que nuestros compatriotas supieron estar a la altura del desafío que representaba luchar por la soberanía y la independencia de pueblos hermanos.

A África hemos ido a enfrentar las secuelas de desastres naturales, epidemias, pero también a contribuir con nuestros modestos esfuerzos y conocimientos, al desarrollo humano de muchos países. Allí hemos aportado y hemos aprendido.

Muchos hijos e hijas de esas tierras se han formado en la nuestra y hoy lo siguen haciendo, porque es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.

Cuba y África, a pesar de la distancia geográfica, han escogido el camino de la continuidad, la solidaridad, la cooperación, la hermandad y el compromiso con la historia. Así ha sido y así será.

Fuente: pcc.cu

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