Entre quienes han amado a Cuba y a su pueblo, vale recordar y reconocer, por esos lazos de hermandad, al honorable doctor António Agostinho Neto, líder de las guerrillas del Movimiento Popular de Liberación de Angola y el primer presidente de la república nacida en noviembre de 1975.
Cien años se cumplen hoy de su natalicio, y su presencia permanece entre nosotros gracias a esa inquebrantable amistad con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, con el Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara, y por sus convicciones anticolonialistas.
De su labor política mucho se ha hablado, iniciada desde la juventud con un gran activismo revolucionario en la práctica, pero también desde las letras; para él la poesía fue vehículo de expresión del sentimiento en contra de la opresión, por la liberación nacional y el rescate de valores culturales.
No en balde sus rimas y versos, reflejo de lo autóctono, del ser, sentir, hablar, vivir en Angola, merecieron, en 1970, el Premio Lotus, de la Conferencia de Escritores Afroasiáticos, y en 1975, el Premio Nacional de Literatura.
Neto sobresalió como estratega. Su labor, junto a Fidel, en la Operación Carlota, fue primordial para convertir aquella misión en una de las más singulares hazañas militares de la época moderna.
¡Qué temple e ingenio los de Agostinho!, hombre con alma de poeta y de músico, quien bajo el precepto de «un solo pueblo, una sola nación», destruyó las bases de la dominación imperial e inició la nueva era del continente africano, que comenzó con la liberación, además, de Namibia y Sudáfrica, tras la derrota del apartheid.
Defendió la integración y la reconciliación como ejes de su política, para que todo ciudadano se sintiese un hombre útil para el desarrollo de la nación. Previsoramente, inició la lucha por erradicar el analfabetismo, en 1979, retomada en 2012, lo que hizo de Angola el primer país africano en superar la cifra del millón de alfabetizados, con el método cubano Yo sí puedo, en el año 2015.