Descubren que el asteroide que mató a los dinosaurios provocó un tsunami de hasta 4,5 kilómetros de altura

Publicado:

"Cualquier tsunami documentado históricamente palidece en comparación con semejante impacto global", concluyen los autores del estudio, que describe la escala y las consecuencias de este desastre natural único.

Noticias populares

Un grupo de investigadores descubrió que el impacto de un asteroide de 14 kilómetros de diámetro contra la Tierra provocó un tsunami en el Golfo de México que atravesó la mayor parte de los océanos Pacífico y Atlántico, entrando al océano Índico por ambos lados y afectando la mayoría de las costas del mundo. En el estudio, publicado este martes en AGU Advances, los científicos crearon un modelo que demuestra cómo se movían las olas.

 

Para aprender más sobre el tsunami, los investigadores analizaron la geología de la Tierra, analizando 120 sectores justo antes y después del desastre natural. Al estrellarse contra la Tierra, el asteroide formó un cráter de alrededor de 100 kilómetros, y solo 2,5 minutos después de su caída se levantó una ola de 4,5 kilómetros de altura. Al describir la magnitud y el impacto de esta catástrofe natural única, el estudio concluye que “cualquier tsunami documentado históricamente palidece en comparación con semejante impacto global”.

Los científicos compararon la fuerza de este tsunami y la del que fue causado por el terremoto que tuvo lugar en el océano Índico en diciembre de 2004, y que mató a más de 230.000 personas. La conclusión es que la energía inicial del tsunami que puso punto y final a la época de los dinosaurios fue hasta 30.000 veces mayor. La autora principal del estudio, Molly Range, subrayó que “este tsunami fue lo suficientemente fuerte como para perturbar y erosionar los sedimentos en las cuencas oceánicas del medio mundo”.

Al mismo tiempo, el tsunami no fue la única consecuencia del impacto. El asteroide provocó la muerte de muchas formas de vida, entre las que se cuentan la de los dinosaurios. Alrededor de tres cuartas partes de todas las especies de plantas y animales que habitaban la Tierra en aquel periodo desaparecieron.

DEJA UN COMENTARIO (si eres fascista, oportunista, revisionista, liberal, maleducado, trol o extraterrestre, no pierdas tiempo; tu mensaje no se publicará)

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Últimas noticias

Miguel Hernández… «Y nuestro odio no es el tigre que devasta: es el martillo que construye.»

«Ya sabéis, compañeros en penas, fatigas y anhelos, que la palabra homenaje huele a estatua de plaza pública y a vanidad burguesa. No creo que nadie entre nosotros haya tratado de homenajear a nadie de nosotros hoy, al reunirnos, en la sabrosa satisfacción de comer como en familia. Se trata de otra cosa. Y yo quiero que esta comida no dé motivo para pronunciar palabras de significación extraña de nuestro modo de ser revolucionario. Esta comida es justo premio a los muchos merecimientos hechos en su vida de espectro por uno de nosotros, durante los veinticinco días que ha conllevado consigo mismo, con la paciencia de un muerto efectivo, allá, en la ultratumba de esta cárcel. El hambre que he traído de aquella trasvida fantasmal a esta otra vida real de preso: el hambre que he traído, y que no se me va de mi naturaleza, bien merece el recibimiento del tamaño de una vaca: Eso sí; como poeta, he advertido la ausencia del laurel… en los condimentos. Por lo demás, el detalle del laurel no importa, ya que para mis sienes siempre preferiré unas nobles canas. Quedamos, pues, en que hoy me ha correspondido a mí ser pretexto para afirmar, sobre una sólida base alimenticia, nuestra necesidad de colaboración fraterna en todos los aspectos y desde todos los planos y arideces de nuestra vida. Hoy que pasa el pueblo, quien puede pasar, por el trance más delicado y difícil de su existencia, aunque también el más aleccionador y probatorio de su temple, quiero brindar con vosotros. Vamos a brindar por la felicidad de este pueblo: por aquello que más se aproxima a una felicidad colectiva. Ya sabéis. Es preciso que brindemos. Y no tenemos ni vino ni vaso. Pero, ahora, en este mismo instante, podemos levantar el puño, mentalmente, clandestinamente, y entrechocarlo. No hay vaso que pueda contener sin romperse la sola bebida que cabe en un puño: el odio. El odio desbordante que sentimos ante estos muros representantes de tanta injusticia: el odio que se derrama desde nuestros puños sobre estos muros: que se derramará. El odio que ilumina con su enérgica fuerza vital la frente y la mirada y los horizontes del trabajador. Pero, severamente, cuidaremos en nosotros que este odio no sea el del instinto y la pasión irrefrenada. Ese odio primigenio sólo conduce a la selva. Y nuestro odio no es el tigre que devasta: es el martillo que construye. Vamos, pues, a brindar». Miguel Hernández

Le puede interesar: