El representante permanente de Rusia ante la ONU, Vasili Nebenzia, aseguró este jueves que, de confirmarse las informaciones que apuntan a que EE.UU. anunciará la entrega a Ucrania de las bombas de racimo, se dará «otro paso hacia la escalada» del conflicto.
Esta misma jornada, el diario The New York Times y la agencia Reuters reportaron, citando fuentes anónimas en el Gobierno estadounidense, que la Casa Blanca se dispone a entregar a Kiev las municiones en cuestión. Dos informantes precisaron a la agencia que los proyectiles de racimo se usarían en obuses de 155 mm de calibre.
Asimismo, detallaron que la entrega, que formaría parte de un nuevo lote de asistencia militar a Kiev, se financiará, supuestamente, a través del mecanismo que autoriza al presidente transferir material y servicios de las reservas estadounidenses sin aprobación del Congreso durante una emergencia.
El aval de Washington, que durante meses se había resistido a entregar estos proyectiles debido a su potencial capacidad para afectar de forma indiscriminada a la población civil, se concretaría luego de las reiteradas peticiones por parte de Kiev, que quiere usar las municiones de racimo en el marco de su contraofensiva contra las atrincheradas tropas rusas.
¿Cómo son las bombas de racimo?
Las municiones de racimo, que se emplearon por primera vez durante la Segunda Guerra Mundial, pueden emplearse en cohetes, bombas, misiles y proyectiles de artillería. Tras ser lanzados, se abren en pleno vuelo, esparciendo muchas minibombas sobre una amplia zona.
Los críticos argumentan que cuando estas submuniciones se dispersan, pueden mutilar y matar a civiles, a lo que se une el riesgo asociado a los proyectiles sin estallar, que representan un peligro durante años. Según los grupos humanitarios, una quinta parte o más de estas bombas pueden detonar si son perturbadas o manejadas años después de ser lanzadas, recoge The New York Times.
¿Están prohibidas?
Desde la Segunda Guerra Mundial, las bombas de racimo podrían haber costado la vida a más de 50.000 civiles. Los afectados, incluidos niños en Siria, Yemen, Afganistán, el Líbano, países balcánicos y Laos, siguen siendo víctimas de incidentes vinculados a los remanentes de estas municiones.
Debido a la incidencia letal de estas armas en la población civil, 123 países adoptaron en 2008 una convención que prohíbe el uso de las bombas de racimo. Cabe destacar que 111 naciones son parte del convenio, mientras que solo 12 son firmantes. Sin embargo, EE.UU., Ucrania, Rusia, China y Israel no se sumaron al tratado.
Tras la adopción del acuerdo, el 99 % de los arsenales de las bombas en cuestión fue destruido, según los datos de la Coalición contra Municiones de Racimo. En particular, fueron destruidas casi 1,5 millones de municiones y 178 millones de submuniciones de los países que forman parte del tratado.
Entretanto, desde la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) se pronunciaron en contra de la entrega de este armamento por parte del Gobierno de Joe Biden, alegando el riesgo entraña para la población civil.
Desde HRW también señalaron que tanto Rusia como Ucrania han usado bombas de racimo a lo largo del conflicto. En particular, denunciaron que ataques de Kiev con el empleo de estas municiones causaron «muchas víctimas entre civiles ucranianos» durante los bombardeos de la ciudad de Izium (provincia de Járkov), cuando la urbe estaba bajo control de las fuerzas rusas en 2022.