Cuando la cosa de Níger se está calentando de lo lindo, aparece Gabón. No tengo tan claro que asistamos a otra revuelta anticolonial.
La sorprendente reacción del jardinero mayor del zombi europeo, Borrell, es determinante para estar sobre aviso: «Los militares intervinieron después de unas elecciones llenas de irregularidades. Naturalmente, los golpes militares no son la solución, pero no debemos olvidar que en Gabón hubo elecciones llenas de irregularidades. (…) Hay golpes militares e institucionales, donde no se necesitan armas. Si hago trampa en las elecciones para llegar al poder, esa es también una forma irregular de llegar al poder». Se le olvidó decir que se han encontrado en la casa presidencial siete maletas llenas de fajos de billetes de dólares y euros. Y tampoco ha seguido la estela de Macron hablando de «legítimo ganador de las elecciones».
No solo está diciendo que hay golpes buenos y malos, sino que Occidente apoya los que considera buenos. Se entiende porque es lo que ha venido haciendo históricamente, cuando apoyó el golpe en Paraguay contra Fernando Lugo, en Honduras contra Manuel Zelaya, en Bolivia contra Evo Morales y en Perú contra Pedro Castillo. Son ejemplos cercanos en el tiempo.
Es evidente que el de Níger el malo y el de Gabón es bueno. Por eso hay que dar un poco de tiempo antes de echar las campanas al vuelo de que estemos ante otro movimiento anticolonial dado que en Gabón hay muchas manos en el pastel.
Gabón forma parte de la francofonía, sí, pero también de la Commonwealth británica, tiene excelentes relaciones con Marruecos, con EEUU y con China. El depuesto presidente es el niño mimado de Francia, pero también de otros. Y recientemente firmó un acuerdo comercial muy jugoso con Rusia.
Al igual que pasó en Níger, donde la psicópata estadounidense Nuland visitó a los militares al poco tiempo y no ha calificado de «golpe» el tema, puede que estemos asistiendo al convencimiento estadounidense de que Francia ya no es capaz de defender de forma eficaz los intereses occidentales en África, por lo que ha decidido coger el toro por los cuernos.
Tal vez por eso, en su discurso ante los embajadores de Francia el pasado día 28, Macron atribuyó los recientes acontecimientos en Níger a “la debilidad que algunas personas sentían hacia los golpistas anteriores”, y criticó con clara arrogancia las posiciones de los países que rechazan la intervención militar en Níger dentro de la CEDEAO.
Hipótesis, especulaciones de primera hora, pero hay que estar con la mosca detrás de la oreja.
No es sorprendente que los movimientos militares cuenten con el apoyo de muchos ciudadanos porque son percibidos como la única forma de deshacerse de las élites locales alineadas con Occidente, las que facilitan el saqueo imperialista de sus recursos nacionales. Pero no todos son iguales ni por las mismas causas. Por eso el apoyo popular a los militares de Níger va a más.
Por eso los gobiernos de Camerún y de Ruanda acaban de anunciar una «amplia remodelación» de los mandos de sus respectivos ejércitos. Hay miedo, mucho miedo en las élites africanas a la caída de las piezas del dominó.
Como decía, la cosa en Níger está más que caliente: Níger dio dos días al embajador francés para abandonar el país. Se negó. Níger cortó el suministro de luz y de agua al edificio de la embajada. Francia amenazó. Níger ordena a la policía que expulse al embajador y le cancela la inmunidad. El ejército recuerda que se han anulado todos los acuerdos de seguridad con Francia y que las tropas de este país deben abandonar Níger antes del 3 de septiembre.
Mientras tanto, en el primer país que inició este nuevo proceso de descolonización, Malí, se ha anunciado el «progresivo» control total de los grandes recursos minerales por el Estado. Y comienzan por el oro. Muchas de sus minas están administradas por empresas extranjeras, como las canadienses Barrick Gold y B2Gold, la australiana Resolute Mining y la británica Hummingbird Resources.
Según una nueva ley que se acaba de aprobar, el Estado tendrá el control del 30% de los proyectos (hasta ahora era del 20%) y otro 5% está disponible para las empresas malienses (hasta ahora inexistente esta posibilidad). Aunque aún no está claro si esto tendrá efectos retroactivos o solo será para los nuevos proyectos.
También se eliminarán las exenciones fiscales para las empresas mineras extranjeras, lo que va a suponer un aumento de 800 millones de dólares al año para las arcas estatales.
Malí es uno de los principales productores de oro del mundo y también tiene abundante manganeso y litio.
Para evitar esto, las potencias occidentales, con Francia a la cabeza, presentaron una propuesta en el Consejo de Seguridad de la ONU para que se renovasen las sanciones impuestas hace dos años y que vencían el 31 de agosto. Rusia lo ha vetado, por lo que desde hoy Malí no tiene sanciones impuestas por la ONU, que son las únicas legales según el derecho internacional. Ni que decir tiene que siguen las impuestas por los países occidentales, ilegales según el derecho internacional.
El Lince