Cerco a la verdad e ignominia a la humanidad

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Victor Lucas (UyL).— La destrucción de Palestina es el último escalón del terrorismo que el ejército sionista pretende alcanzar en la zona. El exterminio del pueblo palestino es la consecuencia para cumplir un objetivo que el 14 de mayo de 1948 se consagró con la aprobación del Estado de Israel.

Los pasos previos que los colonialistas de la zona habían expresado a través de declaraciones y acuerdos tienen, su base en el Romanticismo del sigo XIX que trata de recuperar ancestros, costumbres, hábitos que sienten las bases de un proceso nacionalista que se extiende por diversas zonas. El final de la I Guerra Mundial va concretando territorios convertidos en estados. El nacionalismo rescata, pues, hasta elementos falseados de una historia que, en algunos casos, no llegó a disponer de acreditación de sus orígenes. El empleo de mitos, leyendas y fantasías, orquesta un cuerpo viciado desde sus comienzos que encuentra en el Tótem de la religión su argumento de existencia. Donde la religión se erige como centro de toda actuación social, se elimina la razón y la ciencia, y donde estos elementos están discriminados, la violencia puede adquirir cuotas sobrehumanas insospechadas.

A su vez un cuerpo jurídico internacional procura instalarse para el devenir perseguido. El acuerdo Sykes-Picot de 1916 y la declaración Balfour de 1917 son ejes del colonialismo británico y francés para legitimar la ocupación de la zona. El Libro Blanco de 1939 pretendería establecer puntos de establecimiento y división en entidades estatales que, por otra parte, son incumplidas por sus nuevos moradores que son y tienen el respaldo del Capital Internacional.

La entidad sionista de Israel es la cabeza de playa del imperialismo en la zona que tiene objetivos materiales, de hegemonía y control. De hecho, esta entidad es reconocida como parte integrante en el continente europeo de actividades culturales, deportivas y ociosas. A partir de ser también víctimas de los nazis, encuentran la comprensión social que los medios han difundido, disponiendo de bula para actos que, hechos por otros, sólo recibirán descalificación y condena.

La entidad sionista de Israel ha superado a sus patrocinadores y mecenas; el alumno ha adelantado al maestro y se ha independizado de su tutela. Actúa con diligencia en el secuestro y asesinato de sus enemigos, sin recibir condena pública y menos jurídica, al no reconocer al Tribunal Internacional de la Haya. Incumple constantemente todas las resoluciones de la ONU, y sus cuentas no se ven bloqueadas en el exterior, entre otros motivos por su notaria presencia en el Sistema Financiero Internacional. Es capaz de mantener su coherencia sin ser criticada, al votar contra las resoluciones condenatorias del anterior régimen racista del apartheid sudafricano (al fin y al cabo, ellos lo practican contra el pueblo palestino). En su ordenamiento jurídico, se admiten métodos de tortura para preservar la seguridad, incumpliendo sistemáticamente los derechos de los detenidos, incluyendo a menores de edad. Sin dar explicaciones, mantienen en las cárceles a los detenidos, negándoles sus derechos de asistencia letrada, lo que significa secuestro a todas luces; condena…, ninguna.

Nos encontramos, pues, ante una entidad que justifica su existencia en preceptos teocráticas. Es la “Tierra Prometida” y “Tierra Santa”, con el designio de la “Suprema Divinidad” que transmuta su diáspora en una venganza cruel dictada por El Creador, ¿quién puede contestar al que te provee y permite tu existencia?, ¿quién osa cuestionar la Fe sustituyéndola por la Razón?, ¿quién hace de piedras pan- y agua del vino- sin ser el Dios verdadero?, pues ¡el dinero!

Con todos estos argumentos los gobiernos desatan la represión discriminada contra la protesta. Soeces y obscenos, sin pudor y sin estética, lanzan sus ladridos y enseñan sus colmillos de hiena contra cualquiera que levante una bandera palestina, prohibiendo su exhibición como si fuera un reclamo de Lucifer. Franceses e ingleses se han anticipado, otro Covid asola al mundo occidental ordenado y elegante, cortesano y burgués; ¿cuánto miedo puede tener un asesino?

En aras a mantener la paz y evitar los enfrentamientos, el papel delirante y conciliador de la “progresía” invita a criticar los muertos de uno y otro bando, calificando la acción de las milicias de Hamás de ¡terrorista!, eludiendo pronunciarse en la calificación al ejército sionista; la equidistancia y neutralidad (¿) nos retrotrae a la guerra que enfrentamos contra el fascismo, ¡cuántos Casado siguen activos! Los reaccionarios, moderados, liberales – demócratas todos – y vilmente prosionistas y anticomunistas, no tienen ninguna duda: ¡contra el terrorismo de Hamás!

¡Vuelve a convocarse una persecución del infiel! Recuperamos la cruzada que tan buenos réditos nos proporcionó, uniendo de nuevo la espada y la cruz; Dios está de nuestra parte y ya no descansará ni el séptimo día para desplegar su bondad infinita. La expresó en los distintos enfrentamientos que se han producido desde 1948

Aquí, en el estado español, el vasallaje y la falta de independencia y soberanía del gobierno y sus secuaces, acompañan la tempestad ideológica que supone el sionismo, mostrando su apoyo a la masacre que anuncia el terror fascista, con alguna simulación propia del hipócrita profesional. Hasta el monarca se desnuda y nuevamente envilece su indecente y protegida función; para eso sí sirve, para despreciar a los pueblos que luchan por su liberación y continuar con la historia de su dinastía, que desde su tocayo tatarabuelo se impregnó de pillaje, robo y golpes de estado.

Otra vez el mundo se construye con muertos y asesinados. Otra vez vuelven a embaucar a la opinión pública con falsedades. Otra vez recobrarán actos como la voladura del Hotel Rey David para justificar su ira contra el pueblo palestino, heroico, firme, valiente y digno. Otra vez el decálogo de Goebbels es utilizado con la maldad del cobarde (principio de simplificación y del enemigo único; del método de contagio; de transposición; de exageración y desfiguración; de vulgarización; de orquestación; de renovación; de verosimilitud; del silencio sectáreo; de transfusión; de unanimidad). LA MANIPULACIÓN COMO ARMA DE GUERRA Y MUERTE.

Cuando se trata de matar, ¡nunca se es suficientemente criminal! La cárcel de millones de palestinos que es Gaza, es realmente un campo de exterminio como los nazis le experimentaron en Buchenwald, Treblinka, Mauthausen, Aushwitz y tantos otros; ¡se anuncia otro horror!

Por la Paz, por la Justicia, por el Socialismo. La liberación de nuestra especie humana pasa también por honrar y defender a la Ciencia, y de liberarse de las cadenas de la teología y de la religión, que suponen la trepanación de la conciencia consciente en la región talámica de la corteza cerebral con fines de perversión.

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