¿Para qué nos sirve la historia? Algunos se habrán hecho esta pregunta en algún momento, y pues sí, ¿para qué nos sirve recordar una fecha o un nombre, si eso no está relacionado con la vida cotidiana y la lucha de clases que se libra en el momento actual? Son datos que tal vez solo recuerden los que tienen buena memoria.
Pero sobre todo para los trabajadores conocer su historia, la que oficialmente es borrada o tergiversada por los que detentan el poder; en su forma más viva y poder extraer de ella las lecciones de los errores, es fundamental para enfrentar las luchas del momento con mayor éxito que en el pasado. De ahí que, como se pueden dar cuenta por la sección de Efemérides, nos preocupamos por recordar nuestras batallas, nuestras alegrías, nuestras derrotas y nuestros triunfos.
Por eso hoy nuevamente recordamos el histórico Paro Cívico del 1977. De él hemos extraído muchas lecciones, que el pueblo trabajador necesita aprehender. Estamos en un período especial en que después de un poderoso Levantamiento Popular se logró la derrota parcial de la mafia uribista y el triunfo de un gobierno reformista, pero en el que ha quedado más claro que los mismos explotadores de hace 47 años —si nos remontamos a 1977— siguen dominando, siguen arruinando al pueblo y como hace más de cuatro décadas, debemos pelear por las mismas reivindicaciones.
Los antecedentes del Paro y lo sucedido el 14 de septiembre, han sido resumidos en el folleto Lecciones Históricas del Paro Cívico del 1997 publicado en el 2007 por los compañeros de los Comités de Lucha, que pueden encontrar en la sección de publicaciones de la página de Revolución Obrera.
Aquí nos remitiremos a recordar las reivindicaciones que hace 47 años exigían nuestros padres y abuelos y lo que se logró con la revuelta de los viejos, que por la época eran jóvenes igual de impetuosos que los que participaron del Levantamiento Popular el 2021.
Para 1977 los trabajadores de la ciudad ganaban un salario de $1860 y los trabajadores del campo $1590, mientras que el costo de vida era de $6464. Razón tenía el pueblo de llamar al gobierno de López Michelsen el “Mandato Caro”. Las altas tarifas de los servicios públicos, el incumplimiento a los campesinos de una reforma agraria en favor de ellos, la pretensión de privatizar la salud acabando con el Instituto Colombiano del Seguro Social (ICSS) y la de implementar el salario integral —lo que acarreaba una rebaja del salario— además de la represión por parte de las fuerzas militares del Estado con el llamado Estado de Sitio, fueron motivos suficientes para salir a las calles ese miércoles 14 de septiembre y continuar las protestas los días siguientes.
Aunque el paro fue convocado como cívico, pacífico y conciliador por las centrales de la época (CSTC, CGT, UTC y CTC), fue todo lo contrario. Los ánimos estaban caldeados, la represión del gobierno liberal, supuestamente democrático y al que invitaban a respaldar sobre todo la UTC y CTC, era claro que no estaba con el pueblo, que defendía los intereses de quienes tenían el poder real en el Estado, los capitalistas y terratenientes de siempre. Quería ceder a las pretensiones de la burguesía de arrebatarle a la clase obrera las conquistas en contratación, en salud, implementando la nefasta Ley 50 y Ley 100 que años después el paramilitar y mafioso Álvaro Uribe logró aprobar en el Congreso de la República.
Los trabajadores habían aprendido en las décadas anteriores que la huelga es un medio eficaz para obligar a ceder a los explotadores; la experiencia del sindicalismo independiente enseñó a los trabajadores esta verdad, por eso, ese 14 no obedeció a los llamados a que fuera un simple desfile en el que no se afectaba la médula del capital.
Así, que cuando las clases dominantes vieron que los trabajadores no entraron a trabajar —porque desde el sindicato se dio la orden de parar, o porque el transporte había sido bloqueado gracias a que desde la noche anterior los luchadores pusieron tachuelas y otros artefactos que pinchaban las llantas de los buses, o porque desde muy temprano se llovió a piedra el transporte— de inmediato, sin discusiones en el Congreso, sin excusas de que el país se iría al traste, cedieron y el gobierno se vio obligado a decretar en octubre un aumento salarial del 25,8% a partir del 1 de noviembre, y 10,3% a partir del 1 de mayo de 1978. El salario mínimo entre enero y noviembre de 1977 paso de $1.770 a $2.340 en las ciudades, y de $1.500 y $1.590 a $2.011 en el campo. Y la explotadora burguesía tuvo que archivar por un poco más de una década su «salario integral» y su «reforma laboral».
Años después, el movimiento obrero y campesino perdió su dirección revolucionaria tras quedarse sin su partido y se impuso la política de que si se le hacía pasito a los capitalistas, si predominaba el diálogo y la concertación le iría mejor al pueblo, con lo que al día de hoy ha quedado demostrado que no se consiguió nada más allá de lo logrado en el paro del 77; el salario sigue estando por debajo de su valor real; las tarifas de los servicios públicos siguen al alza; la estabilidad laboral, la jornada de 8 horas, el derecho a la salud se perdieron; y la reforma agraria que beneficie a los campesinos sigue sin hacerse. Los únicos beneficiados en estas cuatro décadas de conciliación y concertación fueron las clases parásitas dominantes que siguen en el poder.
Las lecciones más importantes del Paro Cívico de 1977 son: que solo con la lucha directa en las calles, con la huelga, se conquistan los derechos para el pueblo; que es posible doblegar a la derecha indolente y sátrapa, a esas familias oligárquicas tradicionales, a la mafia uribista, en fin, a las clases explotadoras a decretar en favor del pueblo; y que el camino del Congreso, el camino de la mermelada, el camino electorero, el camino de las movilizaciones únicamente como desfiles, no sirve.
¿Ven por qué es necesario conocer esta nuestra historia? El qué hacer ahora se puede evidenciar claramente. Esta es una invitación compañeros a que vayan a buscar con más detenimiento nuestra historia y a plegarse a la propuesta de la UOC (mlm) que, aprendiendo las lecciones del pasado, llama a realizar las Asambleas Populares para preparar el próximo Levantamiento Popular, que conquiste los derechos perdidos, planteados en los paros del 2019 y 2021 y que hasta hoy 14 de septiembre de 2024 no se han recuperado.