El domingo por la noche tres adolescentes acabaron presuntamente con la vida de María Belén D.F., la educadora social, de 35 años, que se encontraba a su cargo en un piso tutelado en la región de Extremadura, en el oeste de España.
El caso ha conmocionado a la opinión pública española según han ido trascendiendo los detalles del trágico suceso, especialmente por la edad de los menores y las circunstancias del crimen.
¿Qué sucedió?
La muerte se produjo el domingo por la noche en una urbanización de la ciudad de Badajoz, en el interior del piso tutelado donde en ese momento se encontraban cuatro adolescentes y María Belén, que había iniciado su turno a las 20.00 horas y que debía haberlo concluido a las 08.00 horas del día siguiente.
Al parecer, tres de los menores, dos chicos de 14 y 15 años y una de 17, se enfrentaron a la educadora y, tras una pelea, acabaron asfixiándola con un cinturón. Su cuerpo presentaba además varios golpes.

El cuarto menor huyó a otro piso tutelado donde dio la voz de alarma y contó lo ocurrido.
¿Cómo fueron detenidos?
La Policía Nacional ya ha detenido a los tres implicados en el asesinato. Inmediatamente después del crimen cogieron las llaves del vehículo de la víctima y huyeron en él en dirección a la ciudad de Mérida. Sin embargo, tuvieron un accidente a mitad de camino.
La adolescente fue detenida junto al coche, según informa Onda Cero, mientras que los dos jóvenes consiguieron llegar hasta Mérida haciendo autostop. Allí fueron arrestados a primera hora de la mañana del lunes.
¿Qué es un piso tutelado y por qué residían allí?
Un piso tutelado es un recurso de las administraciones públicas donde ingresan menores de edad (a partir de los 14 años y hasta los 18) para cumplir medidas judiciales, a las que son condenados por haber delinquido, en régimen semiabierto.
Están regulados por los Gobiernos de las Comunidades Autónomas, pero en ocasiones, como en este caso, pueden estar gestionados por una empresa privada supervisada por la administración.
¿Quién era la víctima?
En el inmueble donde tuvo lugar la muerte trabajan en turnos rotatorios cinco auxiliares técnicos educativas, un coordinador y otro profesional. María Belén, la víctima, era una de las educadoras y en el momento del crimen se encontraba sola con los menores tutelados.
Era oriunda de la localidad de Castuera, a unos 150 kilómetros de donde encontró la muerte. En su pueblo, de apenas 5.500 habitantes, se ha decretado tres días de luto. Allí ha sido enterrada este martes.
La víctima hacía una semana que había denunciado a uno de los agresores por amenazas.
¿Quiénes son los presuntos agresores?
De los tres agresores todavía no hay datos sobre la adolescente de 17 años. Por el contrario, han trascendido numerosos detalles del historial violento de los otros dos.
El menor de 15 años era experto en el robo de vehículos y llegó a cometer hasta 37 delitos en un solo fin de semana; mientras que el de 14 agredió a su propio padre en hasta cuatro ocasiones en un mes y medio, llegando a romperle la nariz, según informa El Mundo.
Los dos son españoles y provienen de familias de clase media de la misma provincia de Badajoz, si bien uno de ellos proviene de una familia de padres divorciados con sentencias firmes por violencia de género.
Con el objetivo de la justicia de reinsertarlos, los dos adolescentes llevaban un tiempo en un círculo en el que se intentaba su reinserción, cometían un nuevo delito y volvían a los pisos tutelados. Un circuito que ya habían recorrido en varias ocasiones.
Sin embargo, la entidad del crimen del que se les acusa en esta ocasión ha provocado que el magistrado del Tribunal de Menores que ha conocido su caso los haya mandado a prisión preventiva en un régimen cerrado.
¿Polémica por la seguridad?
La fatídica muerte de María Belén ha provocado concentraciones de repulsa en la que han participado sindicatos y trabajadores de centros y pisos tutelados de menores.
El reclamo compartido es que es necesario reforzar las medidas de seguridad en estos espacios donde los adolescentes cumplen medidas judiciales. De hecho, en el piso donde se produjo el asesinato, al igual que en otros, no se cuenta con cámaras de vigilancia ni con personal de seguridad.
«Al final ha pasado lo que tanto estábamos temiendo todos», dijo una compañera de la víctima, que reconoció tener miedo porque «se vivía una situación muy difícil desde hace quince días, con algunos robos y fugas». Sheila Gómez, otra compañera, aseguró durante la concentración: «Los menores son cada vez más agresivos y les sale muy barato matar».