
Ricardo Arenales (Voz).— En su segundo mandato, cerca de su fecha de posesión, el presidente Donald Trump dispuso el traslado de enviados especiales suyos a Moscú y, simultáneamente, invitó a representantes personales del gobernante ruso, Vladimir Putin, con el fin de entablar conversaciones exploratorias tendientes a normalizar las relaciones diplomáticas y comerciales entre las dos potencias.
Los jefes de Estado de países amigos, junto con personalidades de la política y la empresa privada de ambas naciones, han desempeñado un papel clave para allanar el camino del entendimiento, que ya cosecha sus primeros frutos.
Entre diversos contactos, viajes y llamadas telefónicas, la cita más productiva parece ser la celebrada el 25 de marzo pasado en Riad, Arabia Saudita. Tras unas cinco horas de deliberaciones, las partes salieron del recinto con un abultado paquete de acuerdos que incluyó la reapertura de embajadas en Washington y Moscú, la normalización de vuelos comerciales entre ambas ciudades y el flujo pacífico de naves por rutas marítimas estratégicas, entre otros aspectos.
Reapertura
El conjunto de acuerdos está contenido en un extenso documento denominado Iniciativa del Mar Negro. Este contempla “garantizar la seguridad en la navegación en esa zona marítima, la no utilización de la fuerza y la prevención del uso de buques comerciales con fines militares, tomando medidas de control adecuadas mediante la inspección de dichos buques”.
El escrito puntualiza, además, que “EE. UU. ayudará a restablecer el acceso de Rusia al mercado mundial para las exportaciones agrícolas y de fertilizantes, a reducir el costo de los seguros marítimos y a mejorar el acceso a los puertos y a los sistemas de pago para este tipo de transacciones”.
Para que estos objetivos puedan entrar plenamente en vigor, se requiere que antes se adopten una serie de medidas. Entre ellas se destacan el levantamiento de las sanciones impuestas al Rosseljozbank y a otras entidades financieras especializadas en operaciones de comercio internacional de alimentos ─incluidos productos pesqueros─ y fertilizantes; su conexión al sistema SWIFT y la apertura de las cuentas de corresponsalía necesarias.
Afectaciones al comercio
Para continuar el avance en la implementación de los compromisos pactados, se considera urgente el levantamiento de las restricciones a las transacciones de financiación del comercio. Igualmente, de las sanciones a empresas productoras y exportadoras de alimentos y fertilizantes, así como de las restricciones impuestas a las compañías de seguros que trabajan con cargamentos de alimentos y fertilizantes.
Asimismo, se requiere eliminar las restricciones a los servicios portuarios y de sanciones a buques con pabellón ruso dedicados al comercio de alimentos, así como las restricciones al suministro de maquinaria agrícola a la Federación Rusa, como de otros bienes relacionados con la citada producción de alimentos.
En aquellos momentos, las delegaciones rusa y estadounidense acordaron adelantar medidas para que en el actual conflicto en Ucrania se excluyan los ataques a instalaciones energéticas de Rusia y Ucrania y expresaron la voluntad de “seguir trabajando en lograr una paz duradera”.
Posteriormente, como se sabe, Moscú decretó una tregua unilateral para la Semana Santa, conocida como semana de pascua en el mundo ortodoxo. Los medios informaron ampliamente que Ucrania violó en numerosas ocasiones esa tregua; Kiev acusó a Rusia de la misma actitud.
La cuestión de Ucrania
En la segunda semana de abril, el enviado especial de Donald Trump, Steve Witkoff, sostuvo una conversación de más de cinco horas con el presidente ruso Vladimir Putin, en uno de los salones del Kremlin. El día 14 del mismo mes, el funcionario norteamericano declaró ante la prensa que “lo que quiere Putin es llegar a una paz permanente en Ucrania”.
También el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, se refirió a la cita y aseguró que las negociaciones entre Putin y Witkoff son “extremadamente útiles y muy efectivas”. Precisó, además, que “Es un canal a través del cual se pueden trasmitir diversos elementos de posturas sobre determinadas cuestiones, de un jefe de Estado a otro jefe de Estado, lo que contribuye a garantizar que las partes reciban información de primera mano”.
Previo a esta cita, el 3 de abril, el representante especial de la presidencia rusa para inversiones y cooperación económica con países extranjeros, Kiril Dmítriev, viajó a Washington, donde sostuvo conversaciones con representantes del Gobierno y de la empresa privada norteamericanos. En ese momento, Dmítriev afirmó que se registra “una dinámica positiva” en las negociaciones con Estados Unidos.
Actitud constructiva
El funcionario ruso, hablando sobre los esfuerzos de Moscú y Washington para normalizar las relaciones, destacó que: “Lo que es diferente en la administración del presidente Trump es que, a diferencia de la administración del presidente Biden, escucha la posición de Rusia y entiende las preocupaciones de Rusia. Por supuesto que hay desacuerdos en varios puntos, pero hay un proceso, hay un diálogo que a nuestro entender ayudará a superar estos desacuerdos”.
Dmítriev expresó a los periodistas que “Harán falta varias reuniones más para resolver todas nuestras diferencias, pero lo principal es que vemos una actitud positiva y constructiva de la administración del presidente Trump, de sus principales representantes”.
El representante de Rusia dijo que durante las conversaciones con sus pares norteamericanos discutió cuestiones sobre inversión económica, incluido el posible regreso al mercado ruso de empresas estadounidenses que, según Dmítriev, quieren ocupar los nichos dejados por las compañías europeas.
Reconoció que, durante la reunión ─con una agenda bastante amplia─, se trataron otros temas, como la cooperación entre las dos potencias en el Ártico, en la exploración de metales raros y la posibilidad de restablecer el tráfico aéreo entre los dos países. Dmítriev mencionó que el diálogo entre Moscú y Washington continuará y subrayó la importancia de las comunicaciones directas entre las dos partes.