¿El viejo exilio o la nueva tiranía?

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La manipulación del tema migratorio ha sido un arma de la guerra contra Cuba, y que ahora empuña la nueva tiranía de la clase pudiente de Miami

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La Operación Peter Pan destaca como una de las acciones más perversas, bochornosas e insensibles de la política de Washington. Foto: Archivo Granma

Francisco Arias Fernández (Granma).— Los estudiosos de las migraciones coinciden en la histórica manipulación, por el Gobierno de Estados Unidos, de esta temática.

En el caso de Cuba, comenzó con la acogida como héroes a torturadores, asesinos y ladrones de la tiranía batistiana; utilizados después como cabecillas contrarrevolucionarios, carne de cañón en invasiones mercenarias, bandas criminales, asesores de la cia en regímenes golpistas y dictaduras militares, así como mafiosos o matones a sueldo de oscuras y aún secretas conspiraciones, o como congresistas al servicio del anexionismo.

La Operación Peter Pan, de la cia, con la mentira, la desinformación y el engaño como armas sangrientas y de destrucción familiar y social, destaca como una de las acciones más perversas, bochornosas e insensibles de la política de Washington respecto a los cubanos, sin que importara su edad ni el empleo inescrupuloso de iglesias, religiones, escuelas, medios de prensa, madres o padres.

Aquel ejercicio monstruoso e inhumano de guerra sicológica, por los servicios especiales estadounidenses, sacó del país clandestinamente a más de 14 000 niños de seis a 12 años de edad, entre 1960 y 1962. Los pequeños habían sido entregados por sus padres a grupos de la Iglesia católica para que los trasladaran a Miami y a España, sin acompañantes, completamente solos.

Pero no es la única prueba de la barbarie. Centenares de emisoras, periódicos, televisoras, medios digitales y odiadores de ayer y de hoy han hecho fortuna por mandar a matar, secuestrar, robar embarcaciones y aviones; incitar a las salidas ilegales del país, a la deserción, al abandono de delegaciones y de misiones; a penetrar ilegalmente o invadir embajadas, a premiar como héroes a secuestradores asesinos, mientras se restringen o cierran intencionalmente los canales regulares, legales y seguros para emigrar o viajar libremente entre los dos países.

El crimen de Tarará, en 1992, los secuestros de embarcaciones de pasajeros en La Habana, o los hechos de la Embajada del Perú, en 1980, son apenas dos ejemplos de las tantas pruebas de acciones terroristas con trasfondo de migración ilegal atizadas desde la Florida, en que han perdido la vida valiosos jóvenes cubanos, víctimas de una práctica estadounidense de más de seis décadas y media contra Cuba, y que los congresistas anticubanos estimularon siempre.

La manipulación del tema migratorio ha sido un arma de la guerra contra Cuba, que empuña la nueva tiranía de la clase pudiente de Miami, dueña de la industria del anticomunismo y del odio que gobierna y roba en congresos federales y estatales; lo que aprovecha para intimidar, atraer votantes, manifestantes o terroristas que les hagan el juego mientras cumplen estrictamente las órdenes antinmigrantes de la Casa Blanca.

Con el título de traidores aparecieron, en carteles públicos que le dieron la vuelta al mundo por las mismas redes digitales que utilizan para engañar y someter a sus víctimas del sueño americano a quienes luego abandonan a su suerte: la deportación forzosa, la autodeportación, la separación abrupta de su familia o de sus niños lactantes, el encarcelamiento en bases militares o mazmorras salvadoreñas, el maltrato y la vejación.

Persecución migratoria, intimidación masiva, detenciones arbitrarias, violaciones de derechos humanos, miedo a viajar, cacería anticomunista, chantaje político, promesas de favores para tratar de permanecer o volver a Estados Unidos a cambio de acciones violentas contra Cuba o de ingresar a la fila de los mercenarios.

La nueva tiranía trata de escapar de la crisis de credibilidad en que los ha sumergido la política antinmigrante que ellos mismos promovieron y apoyan, engatusando con falsas promesas a la comunidad silenciosa que alzó su voz en las vallas de importantes vías de la ciudad.

Politiquería mafiosa al estilo de la Cuba de ayer, mientras hacen todo lo posible por cerrar para siempre toda comunicación entre las familias de un lado y de otro del Estrecho de la Florida, de con prohibiciones de viajes, de remesas, trámites migratorios legales, de importaciones o contactos civilizados de cualquier índole.

La cacería de brujas, el condicionamiento de una postura política anticomunista o antigubernamental como condición para una facilidad migratoria y no como un «privilegio», como dijera el Secretario de Estado, ratifica la calaña de los herederos de la tiranía batistiana, encabezada hoy por esa lista fascista de los Marco Rubio, Carlos Giménez, Mario Díaz-Balart, María Elvira Salazar, Mauricio Claver-Carone y otros, desde las sombras conspirativas o el escándalo corruptor.

Fuente: granma.cu

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