Luna de miel

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Un detalle para la historia de la desvergüenza

Enero 2015, Pablo Echenique, Secretario general de Podemos-Aragón, ex eurodiputado por esa formación y actualmente diputado autonómico en Aragón: “No pactaremos con el PSOE ni ahora ni nunca”

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jmalvarezblog.blogspot.com

El círculo vicioso de la izquierda pensándose a sí misma

FotoDesde la caída del Muro de Berlín, la izquierda que pretende situarse más allá de la socialdemocracia parlamentaria adosada al orden capitalista no ha dejado de moverse inquieta y nerviosamente para hallar un espacio genuino de transformaciones sociales y políticas más o menos rupturistas o radicales en sus contenidos pragmáticos e ideológicos.

Innumerables nuevas izquierdas se han sucedido en las últimas décadas hasta hoy mismo. Y ya hay otras operaciones similares en camino. Eso sí, ninguna ha logrado en Europa, salvo Syriza, el sorpasso claro y rotundo sobre el gran hermano socialdemócrata tradicional. Y Syriza, más tarde, se ha convertido en una versión digitalizada del analógico PASOK.

La izquierda de base comunista y libertaria se resiente aún de la hecatombe del mundo soviético y del reflujo del movimiento obrero y sindical, buscando fórmulas modernizadas mediante rodeos y eufemismos como anticapitalista y eurocomunista en su tiempo para sortear la vergüenza interiorizada de sus propias raíces históricas.

Lo comunista y lo libertario no vende, razones de peso para inventarse otras raíces transversales en los movimientos sociales puntuales o sectoriales, con incursiones parciales en el ecologismo, la solidaridad oenegé, lo friki o cool contestatario y el feminismo underground. Los réditos de estos buceos circunstanciales no han forjado todavía una alternativa fuerte y poderosa ni han supuesto el advenimiento de un sujeto político compacto y coherente. La dispersión de impulsos se ha venido en llamar pluralismo, pero en el fondo encierra una incapacidad manifiesta para crear un espacio común de carácter unitario y unificador. Da miedo escénico oponerse al capitalismo en vigor con armas audaces para su desmantelamiento progresivo.

Repensar la izquierda es un suceso recurrente, un intento de crear una izquierda transformadora que nada tenga que ver con el pasado. ¿Es ello posible? Lo que hemos venido observando es que más tarde o más temprano muchas de esas iniciativas se han integrado a la larga en las socialdemocracias mayoritarias electorales.

Lo que resulta evidente es que el capitalismo sigue en pie, las desigualdades en aumento, la precariedad vital al alza y la explotación laboral en índices más que preocupantes para los estándares occidentales del estado del bienestar. Los datos son elocuentes. Si analizamos la situación política de los países denominados emergentes, de los estados fallidos y de los más pobres, el análisis se torna de una oscuridad casi total o trágica.

Los territorios comunes y públicos se están desmantelando como la espuma desde el agresivo ultraliberalismo privatizador de los años 80 del siglo XX en EE.UU. y Gran Bretaña, senda que ha continuado abriendo boquetes enormes para la clase trabajadora a escala internacional.

Sin embargo, las izquierdas mundiales no han podido enfrentar una posición ideológica y política que seduzca a las masas contra los cantos de sirena de las derechas en sus distintas advocaciones o versiones nacionales. Mientras tanto, los sindicatos mayoritarios se han olvidado de los trabajadores y trabajadoras más en precario, poniendo su mayor énfasis en sus plazas-fortaleza industriales y en los funcionarios. Su sindicalismo de clase se ha ido desvaneciendo paulatinamente al tiempo que decaía la negociación colectiva y sus reivindicaciones sociopolíticas.

El ambiente descrito ha debilitado, sin duda alguna, las opciones de la izquierda transformadora, habilitando una clase media de presuntos privilegiados laborales que han podido sortear la crisis con mayor decoro, refugiándose políticamente a la defensiva en los partidos de referencia socialdemócrata, de índole tecnócrata e incluso en formaciones de derechas o nacionalistas. Tal análisis vale tanto para España como para otros países de su entorno.

El reflujo de la izquierda que aspira a un mundo nuevo ha aumentado considerablemente en los años recientes. Los estallidos callejeros de cierta resonancia usan eslóganes muy radicales, al estilo del mayo del 68, pero a la hora de la verdad acuden a la responsabilidad como justificación de su suavidad parlamentaria escorada hacia posiciones pactistas de cálculo táctico.

En realidad, esas nuevas izquierdas de súbito surgimiento representan a sectores aburguesados que han conseguido auparse a un estatus de vértigo ficticio a lomos de las generaciones anteriores de la clase trabajadora que conquistaron a trancas y barrancas un pacto de largo recorrido con las elites dominantes después de la Segunda Guerra Mundial.

Aunque los políticos de nuevo cuño anti-casta provengan de la clase trabajadora, sus perfiles en muchos casos no han vivido o sufrido en sus carnes la oposición central empresa-trabajo a la manera tradicional. Las libertades civiles y las subvenciones públicas de que han disfrutado desde su nacimiento han obnubilado su conciencia de clase original. Hoy son personas formadas, globalizadas, con un discurso radical que solo busca equilibrar la desigualdad actual a través de medidas reformistas en muchos casos inocuas o amistosas con los poderes establecidos.

La revolución del neoliberalismo ha sido completa, en lo económico y en lo ideológico. Las mentes contemporáneas funcionan dentro de su lógica. El mundo de cierta equidad y estabilidad inaugurado por el bienestar occidental se ha venido abajo. Ya nadie desea mentar las bichas comunistas y libertarias o anarquistas. Eso es antiguo, aunque lo verdaderamente viejo y anticuado sea el régimen capitalista.

Dígase lo que se diga, el derrumbe del comunismo oficial o real no clausuró la lucha de clases sino que dio a luz otra una fase más del orden capitalista imperante en el mundo. No hay que confundir una mayoría electoral con un sujeto histórico autoconsciente de su propio poder. La amalgama de ideas nuevas no conforma por sí misma una estrategia vencedora. Es imprescindible que lo sindicatos de clase vuelvan a ofrecer una visión conjunta y unificada del movimiento obrero y de sus intereses particulares.

Sin ideología, el horizonte seguirá nublado para las capas populares. Craso error el de aquellos que confunden un puñado de votos como una victoria definitiva. Los sufragios se van como vinieron si no tienen un sustento ideológico fuerte que les haga ver más allá de la coyuntura inmediata. Y, en último extremo, suelen tomar partido por lo malo conocido antes que lo bueno por conocer, esto es, por lo que más suena y aparece en los medios de comunicación de abrumadora presencia social.

Sería necesario volver a llamar a las cosas y las auténticas relaciones entre ellas por sus verdaderos nombres antes que perderse en el encanto de neologismos blandos que no esconden más que los prejuicios de sus propios inventores y portadores. Repensar la izquierda, sí, pero no para crear de la nada nuevos espacios estéticos condenados al fracaso seguro de diluirse en el redil ideológico de lo ya consabido: más renuncias políticas y sociales, más capitalismo, más ideología entregada al poder hegemónico.

Muy atinado el tuit de Pascual

Sin botín de guerra

La guerra no es tan fácil como asesinar a un clérigo ¿verdad Salman?

Vídeo: Topete

«Paz social»

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No ha habido ni puede haber un sistema que combine dos régimenes sociales opuestos y que viva en paz

«Pasemos a una cuestión básica: ¿se puede concebir a la democracia popular como una combinación de dos regímenes sociales opuestos, como una mezcla permanente y estática de elementos capitalistas y socialistas que viven pacíficamente los unos al lado de los otros? Es evidente que esta representación de los problemas de la democracia popular es enteramente errónea. La coexistencia de dos regímenes sin fricción entre ellos es algo que no ha sido conocido en la historia del desarrollo social.

Dentro del marco de un régimen social es posible que exista –y aveces sucede–, que haya diversas formas de producción, como parte de un Estado social específico. Por ejemplo, en un sistema capitalista junto a la amplia producción capitalista, podemos encontrar la pequeña producción, como la de los campesinos y artesanos. Pero, en primer lugar, la forma más desarrollada de todas es la que influye en el carácter social de un Estado social. En segundo lugar, en este proceso es innato el desplazamiento de las viejas piezas del Estado –sustituyéndose por las nuevas formas de producción–.

Para nosotros, la forma básica de producción es la industria estatal nacionalizada, la industria socialista. Esta industria está creciendo rápidamente gracias a la inversión programada del Estado. Gracias a eso, este gran ingreso –que solía ser embolsado por los capitalistas– ahora se gasta en la construcción de nuevas fábricas, en la modernización de las viejas plantas, en la compra de máquinas modernas y aparatos que incrementan la productividad.¿Que afecta eso a la naturaleza y el carácter de nuestra democracia popular? El hecho de que las viejas clases dominantes –los grandes capitalistas y terratenientes– hayan sido totalmente eliminadas a la hora de influir en los intereses del Estado, y el hecho de que sus fábricas y haciendas se hayan convertido en propiedad de toda la nación. Ahora la tierra antiguamente perteneciente a los terratenientes se ha convertido en propiedad de los campesinos y los bancos han sido nacionalizados. Todo esto es lo que define el carácter de nuestro régimen de democracia popular. Esto ha significado que todas las posiciones económicas y políticas de los grandes capitalistas y terratenientes hayan sido de una vez y para siempre descompuestas». (Bolesław Bierut; El rol y carácter de la democracia popular; Discurso en el Iº Congreso del Partido Obrero Unificado Polaco, 15 de diciembre de 1948)

Finaliza la legislatura pero no el trapicheo

Con la legislatura conclusa, el Gobierno deja el polvorín de la Guardia Civil a rebosar de botes de gas lacrimógeno. El pasado 11 de diciembre quedó formalizada la adquisición de 54.000 unidades de este material antidisturbios a la empresa Falken por valor de 1,3 millones de euros. Falken, habitual suministrador del Ministerio del Interior, es la empresa de la familia de Ismael Bardisa Jordá, exdiputado del Partido Popular y candidato que cerraba la lista con la que Cristina Cifuentes concurrió a las últimas elecciones autonómicas.
El gas lacrimógeno es un material antidisturbios que no se utiliza desde 2003, con motivo de las protestas contra la guerra de Irak. El dato fue ofrecido por el Ministerio del Interior cuando desmintió que botes de ese tipo hubieran sido utilizados en los altercados de marzo de 2014, al término de las Marchas de la Dignidad.
A pesar de la afirmación, este Gobierno adquirió en 2013 una partida de 36.050 botes para ese año y los dos siguientes con destino a la Guardia Civil. Solo la caducidad de los botes de gas lacrimógeno ha podido, por tanto, vaciar las reservas de las unidades a las que va destinado. Sin embargo, en el pliego de condiciones del concurso, la Subidrección General de Apoyo de la Guardia Civil asegura que los botes se hacen inútiles a los cinco años.
La adjudicación a Falken fue publicada este lunes en el Boletín Oficial del Estado (BOE). A los 1,3 millones para botes de gas lacrimógeno hay que sumar otros 508.200 euros para 21.000 “artificios fumígenos” o botes de humo. En total, 1.815.000 euros de contrato de despedida de la legislatura para la empresa de los Bardisa Jordá. El anuncio de licitación tiene fecha de 1 de agosto y el de formalización del contrato es del 11 de diciembre, nueve días antes de las elecciones generales.
Los 18.000 botes de gas lacrimógeno de los que dispondrá la Guardia Civil cada ejercicio, hasta 2018, empequeñecen la compra de 2.000 unidades que Interior viene adquiriendo cada año para la Policía Nacional. Cabe señalar que las principales manifestaciones con disturbios se desarrollan tradicionalmente en las grandes ciudades, donde la competencia es de la Policía, a excepción de las urbes de Cataluña y Euskadi. La UIP, los antidisturbios de la Policía Nacional, tampoco usa el gas lacrimógeno.
Incluso para la Guardia Civil, la última adqusición supone un incremento respecto de los tres ejercicios anteriores -de 2013 a 2015- para los que se compraron 36.050 botes. Y eso que el Ministerio del Interior admite un gran descenso en el número de altercados relacionados con las manifestaciones, protestas que ya de por sí se han reducido notablemente.
Tampoco parece acorde a las necesidades operativas la adquisición de 21.000 botes de humo. Este material antidisturbios sí es utilizado, pero no con frecuencia. La última vez que lo hizo la Guardia Civil fue el 5 de febrero de 2014 en la playa del Tarajal, en Ceuta.
eldiario.es

Uvas amargas para los obreros

Si puede y le da tiempo, la empresa Tragsa mandará hoy mismo a la exclusión social a sus trabajadores. El Tribunal Supremo de la Burguesía, avaló en su momento los despidos.

La dirección de la empresa pública Tragsa ha comunicado oficialmente a los sindicatos su intención de seguir adelante con el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que ya tiene el triste de honor de ser el mayor ajuste de plantilla en una empresa pública española: en principio 726 despidos autorizados por el Tribunal Supemo.

De hecho, a Tragsa le han entrado las prisas: quiere ejecutar dicho ERE antes del 31 de enero y por eso, según informa el diario Infolibre, la empresa ya tiene preparadas 300 cartas de despido que enviará a los trabajadores afectados el día de Nochevieja, quizá con la intención de que la noticia pase desapercibida.

La dirección de la empresa pública Tragsa ha comunicado oficialmente a los sindicatos su intención de seguir adelante con el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que ya tiene el triste de honor de ser el mayor ajuste de plantilla en una empresa pública española: en principio 726 despidos autorizados por el Tribunal Supemo.

De hecho, a Tragsa le han entrado las prisas: quiere ejecutar dicho ERE antes del 31 de enero y por eso, según informa el diario Infolibre, la empresa ya tiene preparadas 300 cartas de despido que enviará a los trabajadores afectados el día de Nochevieja, quizá con la intención de que la noticia pase desapercibida.Según este mismo diario, la empresa continuará despidiendo hasta el 31 de enero, pero en su defensa Tragsa argumenta que la Abogacía del Estado le autoriza a contratar como temporales a los trabajadores fijos que despida.

La empresa ha anunciado esta misma semana que reducirá el número de despidos autorizados por el Supremo, que el pasado mes de octubre declaró ajustado a derecho el ERE. En concreto, la empresa, que no ha querido cuantificar el número final de despedidos, ha señalado que tras consultar a los servicios jurídicos del Estado, «procederá a modular el número de extinciones de contratos inicialmente previsto», en función de las actuales circunstancias productivas, económicas y organizativas.

En concreto, el Supremo acordó por unanimidad estimar el recurso de casación de la compañía, revocando la sentencia de la Audiencia Nacional sobre el ERE de Tragsa y de Tragsatec, que afectaba a más de 1.300 trabajadores.

publico.es

El rojo, un poco «viejo»

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Estos «viejos» van de rojo, acuden a la escuela, se alimentan… y todo ello sin explotar a ningún país.

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En la España explotadora del Tercer Mundo, 3 millones de niños pasan hambre y un número sin cuantificar está fuera de la escuela dedicándose al vagabundeo y la delincuencia. Morado le van a poner el ojo a más de uno por decir estupideces típicas de la desaparecida «Movida Madrileña»

“Hacer un Varoufakis”, el regalo político de estas navidades

Muy lejos, aunque muy cerca en el tiempo, quedan los actos conjuntos entre miembros de IU y de Podemos con su homólogo griego y los abrazos con Tsipras y otros dirigentes del partido del oxi (no) transformado en nai (sí) a los dictámenes del capital europeo. Esta amnesia es tan profunda como la desvergüenza y cinismo de dirigentes y gran parte de las bases de ambas franquicias españolas respecto al que consideraban su gran referente europeo. Pasaron del amor a la indiferencia sin autocrítica alguna respecto a porqué habían instituido a Syriza en su modelo político en un pispás (“Es tan breve el amor y tan largo el olvido”. Pablo Neruda). A Varoufakis intentaron estirarle unas semanas más como héroe resistente y rebelde con causa tras la caudicación de su partido y del gobierno del que formaba parte hasta entonces, simplemente por su postureo como “enfant terrible” para la hinchada y por haber dimitido como Ministro de Finanzas griego; dimisión que fue en realidad un cese fulminante ejecutado por su amigo Alexis Tsipras para corroborar que el orden reinaba en Berlín y mucho más en Atenas.

Pero Varoufakis no era un héroe. Sólo un bufón en manos de un monigote, Tsipras, al que el capital manejó a su antojo incluso antes de ganar las elecciones, cosa que muy pocos han querido saber en todo este tiempo.

Poco antes de sus horas amargas, tuvo cierto éxito una expresión: “hacer un Varoufakis”. Para cada uno de quienes han empleado esta expresión significa algo distinto. Y es lógico que así sea, en la medida en que uno acomoda los conceptos a su propia ideología.

Para ciertas personas de derecha, “hacer un Varoufakis” es insultar a quienes pueden prestarte el dinero que necesitas y luego pedírselo. Para cierta “progresía” es dimitir, vulgarmente “darse el piro” y hacerlo con elegancia. Para mí es puro postureo. Vestirse de Leónidas el espartano para comportarse finalmente como Arquíloco, el poeta soldado:

Un sayo ostenta hoy el brillante escudo

que abandoné a pesar mío junto a un florecido arbusto.

Pero salvé la vida. ¿Qué me interesa ese escudo?

Peor para él. Uno mejor me consigo”

Ya nadie reivindica a Varoufakis, como tampoco a Tsipras o Syriza, salvo los necios.

Pero Varoufakis se resiste a ser olvidado. Como les sucede a otros antiguos protagonistas -Aznar, González, Blair,…-, Varoufakis quiere sacar la cabeza de la ingrata losa con la que le ha cubierto la historia como, por otra parte, les sucede a casi todos los que ayer fueron alumbrados por los focos de la mercadería política, atentos ahora a otros productos y marcas personales.

Varoufakis se ha descolgado apenas hace dos semanas con una propuesta de “red o movimiento progresista europeo” que democratice Bruselas.

Afirma el ex Ministro griego que “hay que meter a la gente que desprecia la democracia bajo control de los ciudadanos”. Y en línea con las tonterías que nos suelen regalar en España Iglesias o Errejón añadió: «es mejor prender una pequeña vela que maldecir la oscuridad».

Para el gran falsario Varoufakis el mal no está en el capitalismo que se apropia de lo público, destruye las conquistas históricas de la clase trabajadora, empobrece a millones de personas y establece una nueva forma de acumulación por desposesión.

Para los charlatanes y farsantes como Varoufakis o Iglesias el origen del dolor social no tiene que ver con una formación social y económica concreta que refleja una estructura de clases profundamente desigual, la cual en las crisis capitalistas se desvela con toda su crudeza.

Para lo que están donde les han colocado sus amos -sólo los majaderos y los ignorantes creen que los políticos alcanzan un lugar concreto mediante el sufragio- es para señalar al espantajo institucional (euro, Banco Central, Troika, Eurogrupo o lo que toque en cada momento) y escamotear de la vista pública al poder real: el de las grandes corporaciones industriales y financieras capitalistas que dictan las políticas generales.

Por eso este tipo de mamarrachos hablan de déficit democrático europeo. “Odian la democracia, la tratan con menosprecio” dice el curilla Varoufakis, refiriéndose a las instituciones de la UE. Pretende este sujeto que todos ignoremos el carácter profundamente oligárquico de origen de la democracia, sí, de la ateniense, la primera. ¿Acaso votaban los ilotas (esclavos) o los metecos (extranjeros) en Atenas? ¿Acaso no eran una minoría, ciudadanos atenienses, libres y con propiedades quienes votaban y eran elegidos? La democracia desde entonces a hoy es la democracia de una clase, por mucho que ahora el derecho de sufragio sea universal (no para la mayoría de los extranjeros en un país) y para una clase. ¿Qué dicen al respecto la gran mayoría de los partidos con representación parlamentaria? Que representan el interés general, a todos los ciudadanos. Aludían Marx y Engels en “La ideología alemana” a esa tendencia a disfrazar de colectivo lo particular al señalar “la forma tergiversada bajo la que la beata e hipócrita ideología del burgués proclama sus intereses propios y específicos como intereses generales”.

Y es que, en el fondo, Varoufakis no engaña, o sólo a lo hace a los que quieren ser engañados: “Los problemas y las luchas de los europeos son tan comunes que se puede crear una identidad paneuropea. Si no lo hacemos, la UE se romperá. Somos la mejor oportunidad para que la UE sobreviva”. Lo dejó claro este autodefinido como “marxista errático”, en el fondo un neokeynesiano que pide para la UE un nuevo New Deal, cuando afirmó aquello de «La cuestión que concierne a los radicales es esta: ¿deberíamos darle la bienvenida a esta crisis del capitalismo europeo como una oportunidad para reemplazarlo por un mejor sistema? ¿o deberíamos estar preocupados respecto a como embarcarnos en una campaña para estabilizar al capitalismo europeo?». Y por si había dudas sobre el sentido de la respuesta a tal disyuntiva, se respondió a sí mismo: «Para mí, la respuesta es clara: Es menos probable que la crisis europea de a luz a una mejor alternativa al capitalismo a que desate peligrosamente fuerzas regresivas que tienen la capacidad de ocasionar un baño de sangre humanitario, al mismo tiempo que extinguen las esperanzas de movimientos progresivos para las generaciones futuras.» En román paladino, para que no venga algo peor, apuntalemos a este capitalismo. Por si alguno de ustedes creen que no es esa la intención que subyace bajo sus palabras, el ex Ministro se empeña en que se le entienda de modo suficientemente claro, para que no haya duda alguna respecto a lo que quería decir: «defender a un repugnante capitalismo europeo cuya implosión, a pesar de sus muchos males, debe ser evitada a toda costa». Algo así como qué asco me da usted pero me sacrificaré y le haré todo lo que me pida y algún extra de regalito. De ahí su obsesión con salvar sus instituciones europeas: la UE, la unión de los mercaderes del capital.

Eso son hoy los Varoufakis, los Tsipras, los Iglesias, los Errejones, los cantamañanas como Monedero, títeres de refresco del capital ante otras opciones ya quemadas. Y lo mismo cabe decir de los grupos -IU/UP- que plantean la posibilidad de la salida del euro pero no de la UE, como si ambos no representasen exactamente lo mismo.

Por extensión, en nuestra realidad nacional hay muchos otros casos que ejemplifican bien lo que es “hacer un Varoufakis”.

Es “hacer un Varoufakis” reunirse en campaña de las generales, como hicieron los concejales podemitas de Ahora Madrid, con los trabajadores en lucha de Coca-Cola de Fuenlabrada, con los cuáles la marca se ha negado a cumplir las obligaciones a las que estaba obligada por resolución judicial, permitir luego el ayuntamiento podemita madrileño la colocación del obsceno árbol navideño de la misma marca y responder, ante las críticas de dichos trabajadores, de manera infame, mentirosa y desvergonzada que creían que el conflicto ya se había resuelto, cuando al visitarlos sabían que no era así.

“Hacer un Varoufakis” es que la señora Carmena dijese al poco tiempo de tomar posesión como alcaldesa de Madrid que se planteaba remunicipalizar la limpieza viaria, salir luego con el globo sonda de encargar dichas tareas a diversos colectivos de mujeres, mantener después los acuerdos del PP de Ana Botella con las empresas concesionarias privadas del servicio de limpiezas, proponer un servicio social de trabajo universitario para que esos jóvenes ayuden a limpiar la ciudad, con el consiguiente ahorro de puestos de trabajo, para, finalmente, acabar sorprendiéndose ante un ERTE de OHL y Valoriza-Sacyr, dos de las empresas concesionarias de la limpieza municipal, que suspenderá temporalmente de empleo a 300 trabajadores. La firmeza de la Tierna Carmena ya la conocemos: concesiva y claudicante de manera absoluta con el capital y flexible hasta la nausea con el dolor de los trabajadores.

“Hacer un Varoufakis” es presentarse como alguien que quiere hacer desde el ayuntamiento políticas de igualdad y acabar practicando la caridad de la iglesia católica invitando a cenar el día de Nochebuena a unos 200 indigentes con la ONG Mensajeros de la Paz, como ha hecho la señora Manuela Carmena, al igual que antes hacía su predecesora Ana Botella del PP. Ni a socialdemócrata llega la primera, pues son políticas socialdemócratas las que intentan disminuir las desigualdades sociales desde una cierta “justicia reparadora” frente al humillante “siente un pobre a su mesa en Navidad” o, peor aún, vaya a acompañarle un rato a cenar que, luego cuando acabe de hacerlo, ya sabe él cuál es su sitio: la fría noche de la calle o el triste y humillante albergue.

“Hacer un Varoufakis” es plantear en campaña que no se cedería ante los intereses especulativos de desarrollos urbanísticos como la “Operación Chamartín” para luego ir modulando el discurso desde el “así no” hasta el “queremos trasladarle nuestra voluntad de desatascar la operación. Fomento debe trabajar de la mano con el Ayuntamiento en las cosas discutibles del proyecto, la cifra de edificabilidad total del ámbito y el coste de las infraestructuras, en el que el Ministerio tiene mucho que decir” en palabras del Concejal de Desarrollo Urbano “Sostenible” (las palabras lo aguantan todo), el señor don Ladrillo José Manuel Calvo (de Ahora Madrid).

Por en medio quedan las fotos de Manuela Carmena retratándose del bracete de Cristina Cifuentes, tras comer juntas y “acabar” con desacuerdos Comunidad de Madrid-Ayuntamiento o de la señora Carmena en el palco del Real Madrid con el gran especulador inmobiliario y del ladrillo Florentino Pérez, Presidente del Real Madrid, del grupo constructor ACS y comprador de políticos en cada temporada.

Resuelta la cuestión legal que impedía la edificabilidad de viviendas en más de tres alturas por el PP de la Comunidad de Madrid, al derogar la anterior Ley del Suelo, unos días después del amigable paseo de las dos madres de la patria madrileña, ya sólo quedan detalles menores por parte de los podemitas municipales, como la propuesta de que se construya un menor número de viviendas dentro del proyecto-pelotazo “Operación Chamartín”. Eso sí, Ramón Espinar hijo de un padre corrupto y tarjeta-black del PSOE, pudo tirarse el rollo en el Parlamento Autónomo de que “se va a mercadear en grandes operaciones como Chamartín o Mahou-Calderón porque una parcela con una edificabilidad de ocho o diez alturas vale mucho más que una de tres alturas”. En cada institución dicen una cosa opuesta para consumo de forofos del partido de los círculos y de su adorada alcaldesa. Quiero recordar que sobre la eventualidad de que la señora Carmena y su ejército de ediles saltimbanqui-podemitas se apuntaran al pelotazo de la Operación Chamartín ya escribí hace 6 meses. La evolución de los acontecimientos parece darme la razón.

“Hacer un Varoufakis” es ir de empresario de la comunicación progre-trotsko-podemita, como el señor Roures (sí, el de Público y La Sexta, las sedes oficiosas de Podemos) o como la señora Ada Colau, alcaldesa en cuya ciudad continúan los desahucios pero ahora con sordina, que decía que los derechos de las personas deben estar por encima de los intereses económicos particulares, lo que en su boca era una mentira indecente, al defender la dación en pago, y acabar siendo ambos socios circunstanciales en una operación especulativo-urbanística con el intento de venta en Noviembre pasado del edificio Imagina de Barcelona (70% del edificio es propiedad de Imagina Media Audiovisual, 30% restante es del Ayuntamiento). De haberse consumado, el pelotazo hubiera significado un montante de 30 millones de euros, a repartir como buenos socios. Habrá segundo intento.

Por cierto, “hacer un Varoufakis” por parte del señor Roures es ir de empresario progresista y ser un moroso que debe a Hacienda a través de Mediapubli, la antigua editora de Público, 1.622.516,62 euros. Eso sin contar el dinero que aún adeuda a los antiguos trabajadores del panfleto digital.

No sé si finalmente Pablo Iglesias hará un Varofakis con su propuesta de referéndum para Cataluña -¿sólo para Cataluña? ¿Por qué no también para Euskadi y Galicia? ¿Acaso no hay allí fuerzas soberanistas?- pero, de momento, ya ha anunciado que su prioridad es la Ley 25 de emergencia social, a sabiendas de que sin la derogación del artículo 135 de la Constitución y muy especialmente de la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera (LOEPFS), cuyo contenido está vinculado directamente al Pacto Fiscal Europeo, es otro brindis al sol en línea con el programa económico podemita. Y esa derogación no se producirá porque Bruselas ya le ha dicho que alegrías económicas ninguna. ¿Acaso alguien es tan cínico de afirmar que Iglesias haría algo distinto a Tsipras? El propio Iglesias ya aclaró hace tiempo que Syriza hizo lo único que se podía hacer. Y remachó: «Cuando en política no tienes poder, no tienes nada, porque no cuentan las razones», y «un Estado del sur de Europa tiene muy poquito poder».

De momento Iglesias gana tiempo, pone un señuelo, que por la situación económica y social de millones de personas puede que le funcione relativamente bien, por delante del referéndum, la ley de emergencia social y juega a favor de la repetición de unas elecciones en las que sólo el PP y Podemos saldrían beneficiados. Pero para entonces estaríamos ya en Mayo y, bien podría empezar a difuminarse su propuesta de referéndum, no tanto para que le haga perder muchos votos en Cataluña, Euskadi y Galicia pero suficiente para que en la España profunda, una, grande y libre no le castiguen por separatista, como dicen los barones del PSOE. Y es que tuvo un buen maestro en aquel Felipe González del 76 que estaba a favor del derecho de autodeterminación de los pueblos de España y luego acabó por ser un puntal sólido de dicha “unidad patria”.

Por último, “hacer un Varoufakis” es proclamar, como hizo el candidato de IU-UP que Podemos se ha derechizado, que es la UCD actual y que con un partido con esa evolución IU no hubiera buscado la unidad popular, cuando lo intentó con un partido que estaba ya muy derechizado hasta el último minuto antes de iniciarse el cierre de las listas, y acabar planteando la necesidad de recuperar esa misma “unidad popular” al día siguiente de las elecciones. IU acabará integrada en dicho partido, con los dirigentes que acepte Podemos, como el que selecciona con desgana las partes apetecibles de un plato y casi todas sus bases embarcando en el populismo derechizado y sostén del capitalismo. Muchos de los “disidentes” de la actual dirección de IU subirán al barco por la pasarela, como hicieron yendo a votar a tal coalición con el carné en la boca. Pero, eso sí, muy indignados.

 

Tranquilos, el día de Reyes todos los votantes giliprogres, de rojos nada, recibirán su juego de mesa “Házle un Varoufakis a la decencia política”.

Fuente original de la noticia:

“Hacer un Varoufakis”, el regalo político de estas navidades: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2015/12/hacer-un-varoufakis-el-regalo-politico.html

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