Que todos entiendan la educación como el eslabón fundamental para el cumplimiento de las metas delineadas por la nación cubana, resulta en el desafío cotidiano de transformarla. De esa convicción emanaron los intercambios en el Seminario Nacional de Preparación del curso escolar 2018-2019, que concluyó este sábado en la capital, con la presencia del presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

Rigor, preparación y perfeccionamiento fueron algunas de las palabras más repetidas durante los tres días del encuentro, que se centró en los principales retos que deberán concretar directivos y docentes en la institución educacional.

El Presidente cubano reflexionó sobre ocupaciones medulares como la implementación del tercer perfeccionamiento de la Educación desde una conducción cada vez más colectiva; la formación con integralidad de los docentes que necesitamos –a su juicio, unas de las tareas fundamentales–; la defensa de la ejemplaridad del maestro y la maestría pedagógica; continuar trabajando en la planificación de los procesos educativos y una eficiente política de cuadros; y fomentar y estimular la autopreparación.

A propósito, reflexionó sobre la necesidad de potenciar el hábito de la lectura desde el ejemplo de los educadores. «Antes los libros formaban parte del cuerpo orgánico del maestro (…) Hoy esa práctica no la podemos perder (…) Todos los maestros debemos tener siempre un libro en la mano, porque los niños imitan a sus maestros».

Díaz-Canel no solo aconsejó nombres imprescindibles, como Martí, Fidel, Raúl, Fina, Cintio, Ambrosio, Torres Cuevas, Eusebio, Graziella, que nos brindan «claves fundamentales de la cultura, la historia y la identidad nacional», sino que abogó por escuchar al docente. Reconoció en ellos, en los métodos de enseñanza, un cambio de la «clase tradicional» a la «clase de debate», esa que permite «fijar conocimientos y lograr el aprendizaje».

En un contexto que reclama responder con más prontitud y eficiencia a los planteamientos de la población, llamó a desarrollar la cultura comunicacional, para explicar inquietudes relacionadas con la falta de maestros, la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje, la atención diferenciada a estudiantes con dificultades, problemas de funcionamiento en centros educativos y el otorgamiento de los círculos infantiles, entre otras preocupaciones. «Nos debemos al pueblo, y al pueblo hay que explicarle».

Asimismo, hizo énfasis en la importancia de seguir trabajando en la informatización de los procesos educativos y el desarrollo de herramientas informáticas para que las personas participen en la toma de decisiones. Admitió que todavía hay que ampliar las posibilidades de conectividad en las escuelas  y a los docentes.

Sobre la atención adecuada a los recién graduados aseguró que la responsabilidad primera corresponde a los jefes. Es una tarea que se comparte, pero no se delega, arguyó, y añadió la necesidad de lograr su participación en las decisiones, los análisis, los espacios de superación.
Sobre la enseñanza de la historia exhortó a detenerse en el análisis de los hechos, pues «ahí están nuestras raíces, nuestra esencia, nuestra identidad (…), los valores para lograr la formación integral de nuestros niños y jóvenes».

Debemos asumir que el presente y futuro de Cuba pasa por formar personas revolucionarias, verdaderos patriotas, personas decentes, cultas, solidarias, emprendedoras, innovadoras, capaces de enfrentar adversidades, refirió el Presidente cubano, a lo que añadió que la responsabilidad corresponde a los maestros y las instituciones. «Debemos aspirar a recuperar la cortesía, el buen gusto, la cívica moral que siempre nos ha distinguido como sociedad, y combatir todo lo que sea banal, vulgar e indecente».

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