Cerca de 73 millones de niños desempeñan trabajos peligrosos, dato que confirma la vulnerabilidad de los menores en el mercado laboral.

‘Los niños son más vulnerables al riesgo que los adultos. Hay que tomar medidas urgentes para que ningún menor de 18 años tenga que desempeñar un trabajo peligroso’, declaró el director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Guy Ryder.

Precisamente este año, el Día Mundial contra el Trabajo Infantil (12 de junio) estuvo dedicado a la eliminación del trabajo infantil peligroso.

Se trata de un objetivo prioritario de las campañas más amplias de la OIT para luchar contra ese fenómeno y promover un entorno de trabajo seguro y saludable para los jóvenes en edad legal de trabajar, apuntan especialistas de la Organización.

Alrededor de 152 millones de niños de cinco a 17 años todavía trabajan, de acuerdo con cifras divulgadas.

Los menores se afanan en minas, campos, fábricas y hogares, están expuestos a pesticidas y otras sustancias tóxicas, tienen que acarrear cargas pesadas o soportar largas jornadas.

Muchos de ellos sufren consecuencias físicas y psicológicas que perdurarán de por vida. Esta situación puede incluso suponer un peligro para sus vidas, señala la OIT.

Un reciente informe de la OIT puso de manifiesto que determinados riesgos profesionales, como la exposición al estrés psicológico y a los productos químicos más frecuentemente utilizados, resultan aún más perjudiciales para los niños que lo que se creía hasta el momento.

También se descubrió que la adolescencia es un periodo de maduración física que puede empezar muy pronto y durar hasta mediados de la veintena.

En ese largo periodo de crecimiento, los niños (y los jóvenes adultos) se enfrentan a diversos factores de vulnerabilidad que requieren respuestas en la ley y en la práctica.

En dicho informe se estableció el estrecho vínculo recíproco que une a la educación con la salud ya que la falta de educación aumenta el riesgo de que el trabajo repercuta negativamente en la salud y, por el contrario, una educación de calidad tiene efectos positivos en la protección de la salud.

Si bien el número total de niños ocupados en labores peligrosas disminuyó en los últimos años, esta mejora solo benefició a los más mayores, alerta la Organización.

Entre 2012 y 2016 apenas disminuyó el número de menores trabajadores de cinco a 11 años, e incluso aumentaron las faenas peligrosas entre los más jóvenes y vulnerables.

En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se reafirma la urgencia de eliminar las peores formas de trabajo infantil, incluido el peligroso; así como la necesidad de promover entornos seguros y, de aquí a 2025, de poner fin al trabajo infantil en todas sus formas.

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