Teletrabajo. “El teletrabajo ha llegado para quedarse”

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F.J. Ferrer.— ”El teletrabajo ha llegado para quedarse”. Este mantra viene siendo repetido hasta la saciedad por todos los operadores del sistema burgués: empresarios, medios de comunicación y sindicatos colaboracionistas.

Desde hace siglos, las relaciones de producción capitalistas han determinado el crecimiento de las ciudades – a costa de la despoblación del entorno rural- –, la formación de empresas y las propias relaciones laborales; basándose, entre otros factores, en el hecho de tener que acudir diariamente al centro de trabajo.

El enorme desarrollo de las tecnologías de la comunicación y de la informática ha propiciado que aparezcan nuevas formas en el modo de realizar el trabajo. Aunque este modo no presencial de prestación laboral ya hace tiempo que existe, ha venido pasado desapercibido como algo al que solo tenían acceso algunos profesionales y poco más. Ha sido ahora, con el estallido de la pandemia de la Covid-19, cuando miles de trabajadoras y trabajadores han sido llevados desde sus centros de trabajo a sus casas para seguir, desde allí, trabajando para sus patronos. Si en 2019 solo un 4,8% de los ocupados españoles disfrutaba de esta fórmula, durante la pandemia el porcentaje se ha incrementado hasta el 34% (1).

Naturalmente, esto no ha afectado a toda la población trabajadora por igual. Los primeros sectores que se han sumado a esta modalidad son las grandes empresas de gestión, compañías de seguros, en el sector financiero, en ventas y en la propia administración pública, así como los autónomos. En este sentido, las empresas que permitirán teletrabajar a una proporción mayor de sus plantillas son las de telecomunicaciones (87%), farmacéuticas (78%) y banca y seguros (75%).

Y ¿qué es lo que ganan las empresas con esta modalidad de teletrabajo? La razón de que las empresas apuesten por esta modalidad está en articular la organización del trabajo de la forma más eficaz posible para conseguir incrementar la tasa de ganancia (2) . Y esto lo consigue de varias formas. Lo más inmediato es lo que se refiere a los costos de mantenimiento de las oficinas: consumo eléctrico, tareas de limpieza, equipos informáticos, dietas de desplazamiento, etc. Estos gastos pasan directamente a ser asumidos por el trabajador o trabajadora, que presta sus servicios desde su casa y que paga el consumo eléctrico, la conexión a internet y pone su ordenador. Aunque el gobierno haya pretendido establecer un equilibrio entre quienes deben de soportar los costes y gastos del proceso productivo, regulando esta modalidad de trabajo en el Real Decreto-Ley 28/2020, de 22 de septiembre, de trabajo a distancia,; lo cierto es que la inmensa mayoría de las empresas siguen haciendo recaer sobre sus trabajadores y trabajadoras estos costes sin contraprestación alguna.

Por otro lado, la jornada laboral sufre, con este estilo de trabajo, una significativa alteración, en la mayoría de los casos motivada por la instauración de sistemas de cumplimiento de objetivos que obligan al trabajador o trabajadora a superar el horario que tenga fijado por convenio; ya que desde su casa es sumamente difícil establecer un control eficaz para limitar jornadas interminables y no ser exprimidos hasta lo inaguantable por esos esbirros de la patronal que, en forma de “manager”, “coach” u otros endemoniados vocablos anglosajones, se convierten en auténticos capataces de esclavos.

Otra consecuencia para el trabajador o trabajadora deslocalizado/a es el aislamiento de su entorno laboral, la pérdida del contacto con compañeros y compañeras de trabajo, que lo colocan en una situación de suma vulnerabilidad frente a las felonías de su empresario. Ni que decir tiene que la actividad sindical ha sido prácticamente anulada con esta modalidad, y que los comités de empresa y delegados de personal han perdido sus ya de por sí pocas competencias.

No nos oponemos a que los avances tecnológicos y científicos se implementen en beneficio de toda la Humanidad. A lo que nos oponemos es a que tales avances solo sirvan para beneficiar a unos pocos burgueses, que hacen de la explotación de otros seres humanos su forma de vida.

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(1) Según un estudio realizado por IvieLab, del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas sobre los datos del INE.

(2) ¿Qué hay detrás del teletrabajo? Unidad y Lucha, -mayo de 2020.

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