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Tras haber logrado que se produzca un empeoramiento en el frente a base de aumentar los bombardeos hasta conseguir que las Repúblicas Populares respondan al fuego, Ucrania se dispone ahora a solucionar la situación. Partiendo de la base de que Rusia siempre es culpable -algo que refuta la población del frente, consciente de dónde proceden los bombardeos, pero su opinión es irrelevante para Kiev-, Ucrania vuelve a sus herramientas habituales.

 

En primer lugar, en la reunión de asesores de los líderes del Cuarteto de Normandía (Alemania, Francia, Rusia y Ucrania) celebrada por videoconferencia el 18 de marzo, el representante ucraniano Andriy Ermak insistió en la necesidad de restablecer el régimen de silencio. Un silencio roto por la parte ucraniana, que ahora se declara la más interesada recuperarlo. Todo ello dentro del formato Normandía, donde no está representado el otro bando de la guerra, la otra parte que puede detener el fuego. Horas antes, Ucrania impedía que hubiera avance alguno en el Grupo de Contacto de Minsk, donde sí están representadas la RPD y la RPL, formato adecuado para negociar un alto el fuego.

Como abiertamente lleva semanas diciendo el líder de la delegación ucraniana en Minsk, el expresidente Leonid Kravchuk, no es en Minsk donde Ucrania quiere un acuerdo sino en Normandía. Eso sí, no es suficiente con el apoyo de Francia y Alemania y es preciso incluir a un socio aún más incondicional de Ucrania: Estados Unidos.

Así lo recogía ayer Antifashist:

El líder de la delegación ucraniana en el Grupo de Contacto para la resolución del conflicto en Donbass, Leonid Kravchuk, cree que Estados Unidos debe estar presente en el formato de negociación de Normandía, ya que así Rusia lo tendrá en cuenta. Así lo afirmó en una entrevista concedida a Radio Svoboda el que fuera el primer presidente de la Ucrania independiente:

“No quiero ofender a Europa, pero Rusia no escucha a Europa. Ya se ha dado cuenta mucha gente, incluidos expresidentes. Rusia está comprando Europa. Y creo que la presencia de Estados Unidos en este formato reforzará la base de esta organización y Rusia sentirá que uno de los países más fuertes y poderosos del mundo está ahí y tendrá que lidiar con ello”.

Según Kravchuk, para ampliar el proceso de negociación, es preciso el consentimiento de todos los países, pero Rusia no tiene ningún motivo para negarse a la participación de Estados Unidos en las negociaciones.

“Hace falta algún argumento. ¿Qué pueden decir contra Estados Unidos? ¿Rusia puede estar pero Estados Unidos no? Lo principal es poner este asunto sobre la mesa y empezar a discutirlo. Estoy a favor de que Estados Unidos esté presente”, alegó Kravchuk, que recordó que, desde el principio, los representantes de Estados Unidos han participado en las negociaciones para la resolución del conflicto en Donbass, pero que, con el tiempo, fueron apartados del proceso de negociación.

“Por cierto, como conocen la historia, la primera reunión no fue en Minsk sino en Suiza. Fue en el formato de Ginebra. El secretario de Estado de Estados Unidos de América estaba presente en el formato de Ginebra. Pero entonces Putin se las arregló para engañar a Poroshenko y otros y entonces le dijeron a Estados Unidos que podían hacer esto nosotros mismos, sin vosotros. Fue un gran error. Y si empezó con la participación de Estados Unidos, puede continuar así”, sentenció.

­-Antifashist

Las negociaciones de Ginebra, un formato informal que se celebró tras el golpe de Estado en Kiev y las primeras protestas en Donbass. En aquel momento, el principal objetivo era el intercambio de detenidos y la devolución de las sedes de partidos políticos ocupadas por las fuerzas de choque de Maidan. Concretamente, el gran acuerdo de dicho formato fue el compromiso de puesta en libertad de detenidos, entre ellos Pavel Gubarev, calificado en aquel momento como el gobernador del pueblo, y la devolución de las sedes del Partido Comunista de Ucrania.

Las sedes jamás fueron devueltas y el partido fue prohibido en años posteriores. Ese es el resultado del formato de Ginebra que Kravchuk quiere resucitar, un formato en el que supuestamente se trataba de pactar la paz antes de que se iniciara la guerra en un momento en que Ucrania preparaba su ejército para intentar aplastar por la fuerza las protestas de Donbass, en aquel momento civiles y en las que se pedían derechos lingüísticos y cierta autonomía política para protegerse de un poder central en el que por segunda vez en apenas una década se imponía por métodos dudosamente democráticos un gobierno cuya agenda nacionalista hacía saltar todas las alarmas para una parte importante de la población de habla o cultura rusa.

Siete años y miles de muertos después, Ucrania sigue pretendiendo ser la víctima de la situación y busca poder contar con sus aliados extranjeros, siempre para imponer una paz según sus condiciones, culpando a Rusia de la guerra e ignorando abiertamente no solo la opinión sino el bienestar de esa población a la que sigue bombardeando y contra la que ha impuesto un bloqueo que dura ya más de cinco años.

Es difícil imaginar en las condiciones actuales que Rusia y las Repúblicas Populares fueran a aceptar a Estados Unidos, el socio más incondicional de Ucrania, en el formato de negociación. Washington, una de las principales fuentes de poder en Ucrania, difícilmente puede ser considerado una presencia constructiva, no solo por su beligerancia contra Rusia, que se ha mostrado especialmente esta semana, sino por su papel como suministrador de armas y entrenamiento militar al Ejército Ucraniano. Pero nada de eso impedirá que Ucrania siga exigiendo la presencia de su gran aliado en las negociaciones.

Fuente: Slavyangrad
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