Sobre la resolución del conflicto en Donbass

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La entrevista de Dmitry Kozak, encargado de la política sobre Ucrania, que ha causado tanto ruido informativo, ha vuelto a indicar que los problemas objetivos existentes para la resolución diplomática de la guerra en Donbass no permiten que se produzcan cambios significativos en las actuales tendencias ni una salida al impasse. En una larga entrevista, Kozak confirmó de nuevo que las partes, como hasta ahora, mantienen diferentes interpretaciones sobre los principales puntos de los acuerdos de Minsk.

Ucrania, aunque declara su compromiso a los acuerdos, profana y sabotea su implementación. Lo están haciendo Zelensky y su entorno de la misma forma que se hiciera en tiempos de Poroshenko y Zelensky no difiere en exceso de su antecesor. Ucrania no se retira de los acuerdos únicamente porque teme que eso llevaría a la retirada de sanciones de la Unión Europea contra Rusia.

La Unión Europea ve y comprende todo esto perfectamente bien, pero toma una posición pragmática, apoyando con palabras los acuerdos, pero de facto apoyando los actos de Ucrania contra ellos. El hecho de que el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia periódicamente apunte a esta “dualidad” no impide que los países europeos sigan manteniendo esta hipócrita postura, ya que la doble vara de medir es algo bastante típico de la política europea.

La RPD y la RPL, que son parte en el proceso diplomático, están deliberadamente excluidas del proceso, aunque su presencia está estipulada en los acuerdos de Minsk. Los intentos de Moscú de obligar a Kiev a negociar con las Repúblicas Populares son sistemáticamente ignorados por Kiev con el completo apoyo de Washington y Bruselas. El escenario en el que Rusia negocie con Estados Unidos y la Unión Europea y Ucrania con la RPD y la RPL, que reflejaría los diferentes planos del conflicto en Ucrania, no será permitido por Estados Unidos, que insiste a través de sus títeres de Kiev en que Moscú debe ser quien resuelva el problema de la guerra en Donbass, aplicando así la tesis de que Rusia está en guerra con Ucrania, aunque de facto, en el territorio de Ucrania hay un conflicto entre Estados Unidos y Rusia, con el primero actuando a través de Kiev y el segundo a través de la RPD y la RPL.

Los intentos de reordenar los puntos de los acuerdos de Minsk en un orden más favorable para Kiev (poniendo en primer lugar la entrega del control de la frontera entre la RPD, RPL y Rusia a Ucrania) están bloqueados por Rusia que, como hace seis años, ofrece su la implementación de los acuerdos en el orden aprobado en 2015.

El Formato Normandía, a causa de las “peculiaridades” de la posición europea, tampoco puede servir ni de ayuda ni de sustituto al proceso de Minsk, por lo que queda como otro placebo diplomático que no es capaz de hacer avanzar el proceso de resolución y queda en una palabrería del estilo de “hemos acordado seguir negociando”. Ese es el motivo por el que las partes no han tenido prisa en reunirse últimamente, ya que no hay mucho de qué hablar: las posturas llevan mucho tiempo claras y no hay puntos de encuentro.

Zelensky no ha cumplido con las expectativas y ha engañado abiertamente a los votantes. Frente a Poroshenko, Moscú le calificó de “la mejor opción para el pueblo ucraniano” y tenía esperanzas a largo plazo sobre él. Ya en el segundo año de su presidencia, ha quedado claro incluso para la población en general que es otro títere que continúa el ya familiar camino de mantener un conflicto controlado en el frente, tenga el coste que tenga para Ucrania. Así que no puede sorprender que, en el último año, Moscú haya dicho oficialmente en varias ocasiones que básicamente no hay nada que negociar con Zelensky a pesar de sus intentos con reunirse con Putin. Aquí sí hay diferencias con los tiempos de Poroshenko, con el que se intentó negociar a través de los oligarcas ucranianos.

A causa de todos estos motivos, no se espera una resolución diplomática en Donbass, ya que Estados Unidos no va a abandonar el escenario de guerra controlada en Donbass, que debilita tanto a la Federación Rusa como a la Unión Europea. Así que la guerra posicional de baja intensidad en Donbass continuará según el “escenario Karabaj”, con las inevitable bajas y destrucción que eso conlleva. Seguirá siendo de baja intensidad a causa del hecho de que una ofensiva de las Fuerzas Armadas de Ucrania para eliminar a la RPD y la RPL llevaría a la participación de efectivos del Distrito Militar Sur y la repetición de la historia de 2014-2015. Ucrania ha sido advertida en numerosas ocasiones y la reciente inspección de la preparación de combate realizada cerca de las fronteras de Ucrania ha mostrado que la Federación Rusa puede aumentar rápidamente su agrupación en los alrededores de la RPD/RPL, algo que actúa como seguro para la supervivencia militar y política de las Repúblicas.

Rusia, por supuesto, nunca ha reconocido asistencia militar alguna a las Repúblicas de Donbass, aunque quienes conocen la estructura de los ejércitos de las Repúblicas Populares y las características del voentorg [comercio militar] de 2014-2015 saben muy bien que la RPD y la RPL no quedarán sin apoyo militar. Al mismo tiempo, el actual estado del Primer y Segundo Ejército deja mucho que desear en algunos aspectos, lo que indica también que el apoyo ofrecido por Rusia es limitado. Al mismo tiempo, no debemos olvidar que, al otro lado del frente, la actividad militar de Estados Unidos y la OTAN aumenta, con una mayor presencia en Ucrania con rotaciones que consolidan su influencia. Pese a negarlo oficialmente, Rusia no puede no reaccionar a esa actividad, por lo que no es necesario decir que Rusia no abandonará a las Repúblicas desde el punto de vista militar.

En términos diplomáticos, Rusia, como hasta ahora, se niega a integrar a la RPD y a la RPL, aunque el proceso de integración de facto sigue produciéndose y la cuestión de la distribución de pasaportes (que se retrasó artificialmente) sirve como propósito para preparar el plan B si hay que tomar una decisión según el escenario de Abjasia-Osetia. El detonante para ello puede ser una ofensiva del Ejército Ucraniano, que sería interpretada como un ataque estilo Srebrenica, algo que ya se ha mencionado. Es preciso recordar que, al reconocer Abjasia y Osetia del Sur, Rusia se refirió también al precedente de Kosovo. En el caso de Donbass, se ha anunciado de antemano que Moscú interpretará cualquier acto comparable a Srebrenica como justificación para su intervención militar directa. Estos anuncios y advertencias abiertamente sugieren que cualquier intento de ofensiva ucraniana tendrá serias consecuencias.

En cuanto a la integración de Donbass en Ucrania según los acuerdos de Minsk o cualquier hipotético sustituto, en la situación actual parece absolutamente improbable debido al curso que Estados Unidos sigue a través de sus títeres en Kiev. De hecho, en Ucrania hay un régimen que sigue una política rusófila cuya labor es seguir la “política de contener a Rusia” que Estados Unidos demanda. La entrega de Donbass a tal régimen significaría, no solo la eliminación de la RPD y la RPL, sino la renuncia de Rusia a cualquier influencia en Ucrania. Con ello, Rusia cumpliría en realidad todos los requerimientos del ultimátum de Obama.

A juzgar por las declaraciones oficiales del Kremlin y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, esta opción ni siquiera se contempla y Moscú sigue considerando la opción de la integración como algo similar al “esquema Bosnia”, en el que habría una Ucrania neutral y descentralizada, que no se uniera a ningún bloque y en la que la RPD y la RPL sirvieran de garantía de que Ucrania no fuera a unirse a ninguna alianza en el futuro. En las actuales condiciones, esa Ucrania no va a producirse. Las condiciones para el cambio en el curso de Ucrania aún no existen ni se esperan, fundamentalmente a causa de que Estados Unidos no está dispuesto a dejar de usar a Ucrania como herramienta contra Rusia.

Existe, por supuesto, el hipotético escenario que se ha discutido durante mucho tiempo, en el que Estados Unidos ofrezca ciertas concesiones a la Federación Rusa por su interés de luchar contra China, principal amenaza a la hegemonía estadounidense. En esa línea se crearon expectativas con las conversaciones entre Biden y Putin en Ginebra. Pero debido a la mentalidad del establishment estadounidense, Washington es incapaz de abandonar la guerra fría contra Rusia, tanto por motivos ideológicos como económicos, ya que hay demasiados intereses del complejo militar-industrial y el capital financiero implicados en esta guerra fría. Estados Unidos no va a abandonar así como así Ucrania, algo que se ha hecho evidente con el ejemplo de las maniobras de la OTAN en el mar Negro y el uso del territorio de Ucrania para numerosas maniobras con clara orientación antirrusa.

Resumiendo la entrevista de Kozak, se puede decir que se vuelve a describir una vez más los motivos por los que el proceso diplomático está estancado, pero que no ofrece ninguna salida a ese impasse más allá de una serie de buenos deseos que, en mi opinión, no pueden hacer cambiar las actuales tendencias del uso estadounidense de Ucrania como herramienta antirrusa.

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