La guerra en Ucrania y las enseñanzas yugoslavas

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Un duro  discurso del Presidente ruso Vladimir Putin a la nación respondía a la prolongada campaña de acoso  militar y financiero por parte de la OTAN para cercar a Rusia. La adhesión de Ucrania  a la alianza atlántica, línea roja y objetivo inasumible para Rusia han provocado una guerra impensable, innecesaria, terrible que empeora la situación día a día.

Ucrania vive cinco días de duros combates en los cuales los medios de comunicación  han sobrepasado todo los límites de la indecencia, el partidismo, el sensacionalismo, la xenofobia y la demonización a Rusia. Las clases políticas ha respondido prácticamente  al unísono con el mismo lenguaje belicista, maniqueo e irresponsable.

Esto recuerda mucho a lo que sucedió en  la guerra de desmantelamiento de Yugoslavia. Aunque hoy la revolución digital y las redes sociales sean omnipresentes, el patrón es el mismo. Desinformación, intoxicación informativa y bulos, cuando no propaganda de guerra ,una vez más elaborada por las agencias mediáticas atlantistas o contratadas modelan la opinión pública y condenan a Ucrania. Su futuro como país no sólo queda comprometido por la invasión rusa que incrementará la resistencia armada y se cobrará un alto coste en vidas de ambos lados sino que responde a un anhelado plan de sometimiento y desmembración de Rusia propugnado por Estados Unidos. Ejemplificado en el Gran Tablero Mundial de Zbigniew Brzezinski​ que distan de asegurar la pervivencia de Ucrania como país.

Su único interés estriba en rodear, aminorar y arrinconar a Rusia. Quitarle población, cereales, comercio, acceso al Mar Negro y aislarla de otros territorios hermanos. No deja de ser una reedición de las políticas austrohúngaras o nazis de ocupación durante la Segunda Guerra Mundial. Siendo estas glorificadas por Kiev que jalea desde el gobierno actos laudatorios de las divisiones SS ucranianas que participaron en el Holocausto y masacraron tanto a ciudadanos soviéticos como a polacos y de otras minorías.

Que él elegido para encabezar el estado títere de la OTAN sea un ucraniano judío y rusófono no deja de ser una broma de muy mal gusto y un gesto burdo hacia un país al cual no se le tiene en muy alta estima. Que no se celebre el Nueve de Mayo como día de la victoria  en la segunda república soviética que más sufrió y contribuyó a la victoria sobre la Alemania Nazi y que llegó a tener voto a parte de la URSS durante un tiempo en Naciones Unidas indica que la ”desnazificación” propugnada en el furioso discurso del líder ruso no es de ninguna manera  propaganda hueca.

Ejemplos más recientes los tenemos tras los actos que llevaron al triunfo al Maidán, cargados de simbología nazi y fascista con un muy presente Bandera , la matanza de Odessa en 2014 y la guerra contra el Donbass emprendida por lo que quedó del ejército ucraniano que no desertó tras el golpe proccidental.

Incluso más hiriente que lo anterior y obviado completamente por los medios es que Alemania haya enviado aviones de combate a Lituania donde las mismas insignias sembraron las muertes entre civiles y cuyos numerosos campos de  extermino deberían dar  para una memoria histórica algo más respetuosa con los centenares de miles de vidas que segó el país centroeuropeo en la Segunda Guerra Mundial.

Y una mayor contribución a la paz entre los pueblos(vocablo tan querido por los alemanes)y reconocimiento del dolor causado que el envío de armamento  anticarro y antiaéreo a las divisiones de élite del ejército ucraniano de ideología abiertamente neonazi. Calificativo que los medios tildan de exagerado o fantasioso, no obstante me resulta difícil calificar de otra forma a los civiles ucranianos cargados de odio que escupen a los cadáveres de soldados  rusos llamándoles despectivamente partisanos.

Por su parte ,los holandeses han enviado misiles anticarro Panzerfaust lo que ya es rizar el rizo.

No obstante las tan inevitables como estúpidas comparaciones desde múltiples instancias y tribunas con el nazismo son atribuidas a Putin y al pueblo ruso como antes lo fueron con el socialista Slobodan Milosevic y los yugoslavos-serbios o anteriormente  Patrice Lumumba o Nasser.

Países neutrales como Suecia ya movilizaron sus tropas semanas antes del estallido del conflicto así como Finlandia crecía en su intolerancia hacia su vecino y un acercamiento a la OTAN que tritura el mundo surgido de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial. Esta reacción cuestiona la propia independencia finlandesa sujeta a acuerdos con la Unión Soviética y que lógicamente ha motivado las enérgicas quejas rusas.

La expansión de la OTAN que se han venido repitiendo desde los años noventa. han violado todos los acuerdos de convivencia pacífica  y respeto diplomático con Rusia. Fue precisamente la guerra de Yugoslavia la que aceleró este proceso, frenando el desarrollo de una  Comunidad Europea con un euro ejército propio e independiente y un acercamiento al este por criterios europeos no estadounidenses. La ampliación al Este fue únicamente motivada para cercar a Rusia y quitarle influencia intentando borrar su legado histórico.

Este signo de  preocupación hacia la ampliación de la OTAN fue incluido también en el primer discurso de Putin en el que mencionaba a Macedonia como una muestra más de la desmesurada política de hostigamiento de la OTAN hacia Rusia.

En el segundo ya con la guerra empezada recordó los criminales bombardeos de la OTAN sobre Belgrado en los cuales murieron más de 6000 civiles ,en Centroeuropa sin que Yugoslavia hubiese atacado a ningún estado miembro.

Esta vez a diferencia de otras ocasiones no habló de como la OTAN violó las mismas directrices de la ONU, la resolución 1244, así como  con su participación en la guerra a favor del ELK albanokosovar o de la ocupación militar de la provincia serbia de Kosovo y Metohija.

Hoy quieren incluir a Ucrania en la UE ,un país pobre, corrupto , con una democracia imperfecta, considerada hibrida, no mucho mejor que la rusa  y por añadidura en plena guerra.

Una guerra  que empezó  hace ocho años desde el Maidán contra los territorios de Donbass y Lugansk castigados estas últimas semanas por el ejército ucraniano  en una sangrienta campaña premeditada de provocación sin eco en los medios.

Este sería el primer paso para la incorporación a la Alianza atlántica. Por eso Rusia no puede perder esta guerra. Su supervivencia como nación empieza defendiéndola en la  cuna de su civilización, en  las raíces de su ser, Kiev, Ciudad tan rusa como Kazan que hoy pretende ser su tumba y el inicio de su descomposición.

No estamos ante un juego de guerra de Putin, es una misión muy dolorosa que cualquier líder ruso debe cumplir. Ucrania es vital para Rusia. Probablemente existían otros medios y debía hacerse antes, pero ya es tarde , sus fuerzas ahora están mejor preparadas que antaño pero no son suficientes para una guerra larga y menos de índole mundial a la que la Ucrania proccidental quiere arrastrarles con algún incidente internacional. Se hablaba que Turquía cerraría los Estrechos. Una matanza contra civiles cerca o dentro de la frontera polaca desencadenaría la ansiada intervención internacional como se logró una de las masacres de Sarajevo causada por los bosnio islamistas a tal fin.

La ONU como consecuencia de la guerra de Yugoslavia quedó supeditada no ya  a intereses estadounidenses sino a las directrices de la OTAN. No hay más que oír las declaraciones de Antonio Guterres, su  Secretario General para darse cuenta. Ominoso el silencio frente a la guerra del Yemen pero muy estruendosa su militancia antirusa.

Vladimir Putin conoce perfectamente el legado que dejaron las guerras de Yugoslavia y los cambios geoestratégicos que supusieron. Ha invocado la ilegalidad de la independencia de Kosovo para justificar  sus acciones en el espacio exsoviético.  Y  en Moscú conocen  la suerte de la Krajina , zona mayoritariamente serbia que quedo en manos croatas y de cómo una operación occidental dejo sin salida al mar a Serbia con la independencia de Montenegro refrendada por su membresía en la OTAN. Paralelismos que no permitió se repitieran en 2014 con el envío de tropas al  Donbass, Lugansk y Crimea.

Pero  la forma relativamente incruenta e incontestada de entonces no es la actual. Ucrania no es un David cualquiera , es uno de los países  más  grandes de Europa. Posee un ejército tan numeroso como el italiano , lleva ocho años de guerra, está muy motivado, enardecido por la entrada del ejército ruso por todo el país, con divisiones ultranacionalistas  fanáticas , bien armado tanto con  armas soviéticas como occidentales que conoce muy bien al ruso y combaten de forma similar y asesorada por la OTAN desde el 2014. Los comandos especiales de la alianza participaron y lo siguen haciendo en una guerra que costará a Rusia más de lo esperado pero cuya derrota es imposible. Rusia no quiere ni puede comportarse en Kiev como hizo EEUU en Belgrado o Bagdad y eso aumentará sus costes humanos en una carrera contra reloj para una guerra que debe terminar lo antes posible.

Aunque poco nombrado el principal desencadenante para la entrada de las tropas rusas ha sido la decisión por parte del gobierno de Kiev de revisar el Memorándum de Budapest de 1996 , muy especialmente la posibilidad de instalación  de armas nucleares en suelo ucraniano. Toda una declaración de guerra.

El recurso a la disuasión nuclear ruso frente a un enemigo más poderoso militarmente es la reacción a la activación por primera vez en la historia de las Unidades de intervención rápida de la OTAN que tiene hoy más poder militar en suelo europeo que nunca antes en la historia.

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