Imágenes del portátil del hijo de Biden muestran una caja con “documentos y fotos importantes” en su garaje

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No se sabe exactamente la fecha de la foto, pero fue hecha antes de que Joe Biden llegara a la Presidencia.

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En el portátil de Hunter Biden, hijo del mandatario de EE.UU., Joe Biden, fueron encontradas fotos de una caja con las palabras “documentos y fotos importantes”, recoge New York Post.

 

Supuestamente la caja, que estaba sin sellar, fue encontrada en el garaje de la residencia del presidente de EE.UU., en el estado de Delaware.

No se sabe exactamente la fecha de la foto, pero fue hecha antes de que Joe Biden llegara a la Presidencia de EE.UU.

Hallazgos previos

En noviembre del año pasado, una decena de documentos de la vicepresidencia de Biden, entre 2009 y 2017, fueron encontrados en el despacho privado del actual inquilino de la Casa Blanca en el Centro Penn Biden para la Diplomacia y el Compromiso Global, un ‘think tank’ inaugurado en el 2018 que gestiona programas académicos y eventos sobre política exterior.

Desde la Casa Blanca confirmaron el 12 de enero que los abogados de Biden descubrieron unos 10 documentos clasificados adicionales en el garaje de su residencia de Wilmington, en Delaware, aunque ninguno de ellos estaba marcado como ‘ultrasecreto’. Poco después, se anunció que en la misma residencia se hallaron otros cinco documentos.

El viernes pasado, el Departamento de Justicia de EE.UU. encontró otros seis documentos que contenían información clasificada durante un registro en la casa del mandatario.

Sin embargo, el Gobierno de EE.UU. niega la responsabilidad de Biden y asegura que “los documentos se traspapelaron involuntariamente”. Mientras tanto, el Departamento de Justicia investiga si el mandatario manejó registros confidenciales de manera inadecuada, lo que podría constituir un delito.

“No hay nada ahí”

Biden, por su parte, restó importancia al hallazgo de documentos clasificados almacenados de manera irregular en su despacho privado, afirmando que “no hay nada ahí”.

“Cuando encontramos que un puñado de documentos estaban archivados en el lugar equivocado, los entregamos inmediatamente a los Archivos y al Departamento de Justicia”, sostuvo. “Estamos cooperando plenamente y esperamos que esto se resuelva rápidamente. Creo que van a descubrir que no hay nada ahí“, agregó el mandatario, asegurando que “no se arrepiente” sobre la gestión del material hallado y que está “siguiendo” las directrices de su equipo legal. “Eso es exactamente lo que estamos haciendo”, reiteró.

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Miguel Hernández… «Y nuestro odio no es el tigre que devasta: es el martillo que construye.»

«Ya sabéis, compañeros en penas, fatigas y anhelos, que la palabra homenaje huele a estatua de plaza pública y a vanidad burguesa. No creo que nadie entre nosotros haya tratado de homenajear a nadie de nosotros hoy, al reunirnos, en la sabrosa satisfacción de comer como en familia. Se trata de otra cosa. Y yo quiero que esta comida no dé motivo para pronunciar palabras de significación extraña de nuestro modo de ser revolucionario. Esta comida es justo premio a los muchos merecimientos hechos en su vida de espectro por uno de nosotros, durante los veinticinco días que ha conllevado consigo mismo, con la paciencia de un muerto efectivo, allá, en la ultratumba de esta cárcel. El hambre que he traído de aquella trasvida fantasmal a esta otra vida real de preso: el hambre que he traído, y que no se me va de mi naturaleza, bien merece el recibimiento del tamaño de una vaca: Eso sí; como poeta, he advertido la ausencia del laurel… en los condimentos. Por lo demás, el detalle del laurel no importa, ya que para mis sienes siempre preferiré unas nobles canas. Quedamos, pues, en que hoy me ha correspondido a mí ser pretexto para afirmar, sobre una sólida base alimenticia, nuestra necesidad de colaboración fraterna en todos los aspectos y desde todos los planos y arideces de nuestra vida. Hoy que pasa el pueblo, quien puede pasar, por el trance más delicado y difícil de su existencia, aunque también el más aleccionador y probatorio de su temple, quiero brindar con vosotros. Vamos a brindar por la felicidad de este pueblo: por aquello que más se aproxima a una felicidad colectiva. Ya sabéis. Es preciso que brindemos. Y no tenemos ni vino ni vaso. Pero, ahora, en este mismo instante, podemos levantar el puño, mentalmente, clandestinamente, y entrechocarlo. No hay vaso que pueda contener sin romperse la sola bebida que cabe en un puño: el odio. El odio desbordante que sentimos ante estos muros representantes de tanta injusticia: el odio que se derrama desde nuestros puños sobre estos muros: que se derramará. El odio que ilumina con su enérgica fuerza vital la frente y la mirada y los horizontes del trabajador. Pero, severamente, cuidaremos en nosotros que este odio no sea el del instinto y la pasión irrefrenada. Ese odio primigenio sólo conduce a la selva. Y nuestro odio no es el tigre que devasta: es el martillo que construye. Vamos, pues, a brindar». Miguel Hernández

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