Un poco de historia, de esa que se quiere ocultar (y reescribir)

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Mayo de 1945, Alemania estaba derrotada. Ya hacía casi un año que los aliados habían acordado un documento relativo a la rendición incondicional de Alemania, aunque lo fueron aprobando en meses diferentes: el 9 de agosto de 1944, EEUU; el 21 de agosto, la URSS; el 21 de septiembre, Gran Bretaña. El documento, de 14 puntos, establecía que además del acto de rendición militar, también suponía la entrega de todos los poderes y la autoridad del gobierno alemán a la URSS, los Estados Unidos y Gran Bretaña, incluido el poder de emitir “documentos políticos, administrativos, económicos, requisitos financieros, militares y otros”.

 

Pero el imparable avance del Ejército Rojo por el este en ese año 1944-1945 hizo que el almirante Karl Dönitz, al mando de las fuerzas nazis, diese la orden de que los restos del ejército alemán se retiraran de sus posiciones “luchando, si es necesario” para rendirse a las fuerzas británico-estadounidenses que presionaban por el oeste. Los nazis temían la venganza del Ejército Rojo por las atrocidades que habían cometido en la URSS y buscaban una “protección” de británicos y estadounidenses.

El 5 de mayo de 1945, el almirante Hans-Georg von Friedeburg llegó a la ciudad francesa de Reims, donde estaba el cuartel general del comando de los Aliados Occidentales. El general estadounidense Dwight Eisenhower, comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa, actuó como tenía que actuar: llamó al mando soviético y le contó la situación, añadiendo que no aceptaría la rendición a menos que fuera una rendición inmediata, simultánea e incondicional en todos los frentes. Porque los alemanes solo querían rendirse en el oeste, no en el este.

Se le dijo eso a Friedeburg, que solo se aceptaba la rendición incondicional en todos los frentes. Respondió no estaba autorizado para firmar eso, por lo que los nazis enviaron a otro, Alfred Jodl, a negociar. En ese momento, quedó claro para todos que los alemanes solo pretendían ganar algo de tiempo y convencer a británicos y estadounidenses. Eisenhower volvió a actuar bien: se hizo saber a los nazis que cerrarían las líneas británicas y estadounidenses a la rendición de las fuerzas alemanas. Al darse cuenta de que su situación era desesperada, Dönitz dejó de intentar alargar el proceso y autorizó a Jodl a firmar el documento de rendición incondicional.

La firma tuvo lugar el 7 de mayo en Reims. Por parte alemana, el acta fue firmada por Alfred Jodl, mientras que el general Walter Bedell Smith firmó en nombre de la Fuerza Expedicionaria Aliada, Ivan Susloparov como jefe de la misión militar soviética en el cuartel general de la Fuerza Expedicionaria Aliada y François Sevez en representación de Francia. Este es el documento.

En el documento solo aparecían 4 de los 14 puntos acordados por los aliados casi un año antes. El representante soviético hizo una reserva, apoyándose en ello y en uno de los puntos, indicando que ese acto de la firma no descartaba otro acto definitivo a petición de uno de los miembros de la coalición. Se hacía eco de lo expuesto por Stalin: “El tratado firmado en Reims no se puede derogar, pero tampoco se puede aceptar. El acto de rendición debe ser un evento histórico único, singular, realizado no en un territorio liberado, sino en el lugar de donde surgió esa agresión alemana, Berlín, y no a una parte, sino al alto mando de todos los miembros de la coalición anti-Hitler“.

 

Por lo tanto, el documento fue reconocido por la Unión Soviética solo como un instrumento preliminar, y se celebró una nueva ceremonia de firma en la capital de la Alemania nazi, liberada por el Ejército Rojo: Berlín.

De nuevo Eisenhower se comportó correctamente y, como reconoció en sus memorias, “esta firma [la de Reims] sirvió para que Alemania se comprometiese, pero no tenía valor hasta que no se firmase la segunda, simbolizando la unidad de los aliados occidentales y los soviéticos”.

El 8 de mayo los representantes aliados llegaron a Berlín, donde fueron recibidos por el mariscal Georgy Zhukov en nombre del Ejército Rojo. La firma se iba a realizar el Karlshorst, un suburbio de Berlín que era el único que reunía condiciones para la ceremonia. Los nazis llegaron a Karlshorst bajo escolta británica. A medianoche, todos los representantes y la prensa se cerraron en el salón donde se llevaría a cabo la ceremonia de firma del Instrumento de Rendición Incondicional de la Alemania nazi. El documento se redactó en nueve copias (tres copias en ruso, inglés y alemán).

Por parte alemana, el acta fue firmada por Wilhelm Keitel, Hans-Georg von Friedeburg y Hans-Jürgen Stumpff. El mariscal Georgy Zhukov aceptó la rendición incondicional en nombre de la URSS, y el mariscal Arthur William Tedder, subcomandante supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada, en nombre de los Aliados. El general estadounidense Carl Spaatz y el general francés Jean de Lattre de Tassigny firmaron el documento como testigos. A las 00:43 horas del día 9 de mayo finalizó la ceremonia.

Esta es la razón por la que en la URSS, y ahora en Rusia, se celebra el 9 de mayo como el Día de la Victoria sobre el nazismo.

Todo lo que dice Occidente al respecto, como el cambio de fechas, no es más que una falsificación histórica.

El Lince

Fuente: El Lince
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