La ONU estableció el 22 de abril como Día de la Tierra porque el 22 de abril de 1970 se convocó en Estados Unidos el primer Día de la Tierra, y todo lo que empieza en Estados Unidos acaba siendo imitado por los demás países del mundo, por las buenas o por las malas.
No se trata de preservar el planeta para las generaciones futuras. “Lucha hoy por un mañana mejor”, decían. Tal mañana no existe. No hay futuro. Todo está empeorando. La seudoecología es un movimiento para fomentar la depresión y el miedo a los desastres: las especies se extinguen, el agua se contamina, el aire se llena de polución, el calor es insoportable, el petróleo se agota y la civilización desaparece.
Es mera futurología, predicciones que jamás se cumplen, como demuestran los 50 años transcurridos desde entonces. Los pronósticos son equivocados porque no es una doctrina que pretenda acertar sino atemorizar, lograr que las personas vivan siempre atemorizadas.
Si tuviéramos que decantarnos por la mejor predicción seudocientífica de aquel primer Día de la Tierra es la de que la era glacial era inminente, ya que la Tierra se enfriaba y en el año 2000 la temperatura sería 11 grados más baja.
Los movimientos seudoecologistas nunca fueron otra cosa que una cortina de humo. El Día de la Tierra se convocó para distraer al movimiento estudiantil de la Guerra de Vietnam y Mayo del 68. Su animador fue el senador Gaylord Nelson, que propuso una serie de concentraciones, sobre todo en las universidades.
Los medios de comunicación se volcaron en la convocatoria, con grandes titulares en portada. Una semana antes, el Today Show de la NBC no dejó de emitir debates sobre el medio ambiente. El Departamento de Interior proporcionó más de mil oradores para que hablaran en los actos. El Congreso dio el día libre para que los congresistas también pudieran intervenir en las concentraciones.
El Día de la Tierra comenzó al amanecer en Washington con una ceremonia de apertura protagonizada por los indígenas, que saludaron la salida del sol. La gente desfiló por las ciudades y pueblos. Se calcula que lograron movilizar a unos 20 millones de estadounidenses, sobre todo estudiantes de las universidades. A diferencia de las movilizaciones contra la Guerra de Vietnam o contra el racismo, la policía ni siquiera apareció. Todo transcurrió pacíficamente.
En medio de la aclamación, Nixon creó la Agencia de Protección del Medio Ambiente, aprobó la Ley de Educación Ambiental, la Ley de Aire Limpio, la Ley de Mejora de la Calidad del Agua y la Ley de Especies Amenazadas, la Ley de Política Medioambiental, la Ley de Protección de Mamíferos Marinos, la Ley de Ríos Salvajes y la moderna Ley de Aguas Limpias.
Al año siguiente, en 1971, el gobierno franquista creó el ICONA, Instituto para la Conservación de la Naturaleza, aunque en realidad sólo cambió el nombre de un organismo burocrático. Antes se llamaba Dirección General de Montes. Los mismos perros con distintos collares.