En la mañana fría del jueves 20 de noviembre de 1975, mientras el dictador Francisco Franco estiraba la pata en su nauseabundo lecho de muerte, pese a los denodados esfuerzos de su yernísimo marqués de Villaverde por salvarle el pellejo, iba tomando cuerpo con nocturnidad y alevosía la confabulación entre franquistas venidos a menos y socialdemócratas al servicio del capital para ir cocinando el después de Franco...