Diario «La Nación», República Argentina

Detalle de su editorial de hoy

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Ten cuidado Camarón

La portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova declaró el sábado que si el Reino Unido quiere ampliar sus operaciones contra la organización terrorista del Estado Islámico en Irak y Siria tiene que plantear este asunto al Consejo de Seguridad de la ONU antes de tomar cualquier paso al respecto.

En una entrevista al programa ruso “Vesti v Subbotu”, Zajárova comentó a la prensa que Moscú nunca ha vetado ninguna iniciativa basada en el derecho internacional, refiriéndose a las declaraciones de primer ministro británico, David Cameron de que Rusia podría bloquear la iniciativa que planteará Londres esta semana al Consejo de Seguridad Internacional sobre la operación antiterrorista en Siria.

“Puedo decir que si el Reino Unido teme algo, no tiene que hacerlo (…) Nunca hemos bloqueado ninguna iniciativa razonable y basada en derecho internacional (…), sin embargo advertimos de que la operación británica en Siria tiene que respetar la soberanía de esta nación”, aseveró.

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Seguro que el gordo Cameron y el flaco Macri se entienden muy bien, pese al contencioso de las Malvinas o islas Falkand: no hay que olvidar que ambos son de la misma camada.

Ya lo creo que no te conocen…

El Ejército sirio ha expulsado a los yihadistas del grupo Estado Islámico de dos poblados cristianos en el sudoeste de la provincia de Homs, informó una fuente militar.

Los yihadistas del EI se apoderaron de la localidad de Mahin el pasado 1 de noviembre. Los grupos radicales respaldaron el asalto del poblado cristiano.

Los cristianos del poblado vecino de Sadad abandonaron sus casas, temiendo los posibles ataques terroristas.

Desde el 30 de septiembre la aviación rusa bombardea las posiciones del EI y el grupo terrorista Frente al Nusra en Siria tras una petición de presidente Bashar Asad.

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sputniknews.com

Mientras tanto el gobierno de EE.UU. presidido por Barack Obama, ha establecido de manera urgente una base en Iraq y está reabasteciendo con toda clase de armamento al Estado Islámico.

¿Y este qué hacía en Iraq?

El eurodiputado de Ciudadanos Javier Nart ha resultado ileso tras sufrir un ataque emboscado por parte de fuerzas del autodenominado Estado Islámico durante un viaje a Irak que realizaba «a iniciativa propia» con el fin de conocer sobre el terreno lo que ocurre en la región.

«Hubo un momento en el que yo tenía miedo de que me cogieran vivo», ha explicado el político y abogado en una entrevista en la cadena Cope.

El suceso tuvo lugar en el sur del país, cerca de la localidad de Baiji, y los atacantes lograron «impactar» el vehículo en el que viajaba Nart. «Tuve mucha suerte», reconoce.

La realidad que él «no» conoce

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Empatía razonable versus pragmatismo interesado

bueno y malo

El buenismo viene a ser el adjetivo predilecto a la manera de neologismo fino y elegante para descalificar con dulzura hipócrita las ideas y posiciones genuinamente de izquierdas por parte de la derecha y de sus acólitos moderados con quienes comparten el poder en los sistemas parlamentarios de Occidente.

Las cosas son como son y la realidad es la realidad configuran, bajo tautologías de aguda simpleza, la guarida ideológica y moral en la que se escudan las derechas y posturas asimiladas de complemento para insultar sin derramar sangre a las perspectivas o puntos de vista que apuestan por descifrar la complejidad desde alternativas diferentes, enfatizando la duda razonable, la empatía recíproca con el adversario o enemigo y el diálogo abierto como medios de alcanzar soluciones políticas consensuadas y no de uso indiscriminado de la fuerza bruta o violencia legal en sus distintas acepciones o categorías semánticas y praxis al uso.

Ese pragmatismo ideológico tacha de idealismo, utopía o ilusión todo aquello que explore posibilidades dialécticas de solución política negociada a conflictos sociales de variada índole. Las víctimas, para esta visión unilateral, se merecen su estatus o, cuando menos, son culpables de su condición vital, por activa o por pasiva. Así a lo crudo, salvando de esta forma la posible responsabilidad social y ética de aquellos bien instalados en las alturas del poder.

La razón siempre está de parte del ganador, el más fuerte en la contienda social, el que ha sido más hábil a la hora de la distribución de la riqueza. No hay que entrar en otras disquisiciones ulteriores. La víctima de los daños colaterales solo tiene derecho, como mucho, a la piedad o las actitudes caritativas verticales. Hurgar en causas más profundas con el propósito intelectual de intentar comprender los hechos no es de recibo: en toda competición hay damnificados y perdedores. Con las migajas y la conmiseración de los triunfadores ya  es más que suficiente. La conciencia del ganador debería quedarse en paz consigo misma con esta mera retribución ética. Sin mayores compromisos o dilemas morales o políticos.

Al buenismo, por tanto, hay que censurarlo de raíz, atacarlo sin pausa desde procedimientos edulcorados para desactivar su capacidad de remover conciencias dormidas y su disposición a movilizar conductas enquistadas en discursos maniqueístas sobre el bien y el mal absolutos, donde el bien residiría en el nosotros autóctono y el mal bárbaro en la contraparte del vosotros foráneo.

Estamos ante una sibilina treta dialéctica del poder establecido por las elites hegemónicas para salvar los muebles de sus iniciativas políticas y militares. En concreto, de sus consecuencias directas en forma de víctimas sociales, muertos en batalla o damnificados de toda laya y condición.

A través del buenismo como andanada dialéctica se pretende tachar de ingenuos a las personas que defienden la relatividad de toda verdad cultural, otorgando al otro en simultáneo un estatus de humanidad similar al propio. Este punto de partida es el que en el fondo quieren desacreditar los funcionarios a sueldo del statu quo. Desean erradicar cualquier a cualquier precio el pensamiento crítico que ponga en tela de juicio su óptica ideológica y sus intereses ocultos, al tiempo que impiden al adversario, enemigo o contrincante una categoría igual a la de ellos.

Cierto es que cuando se enconan en extremo los conflictos da la sensación de que las posturas del adversario están fuera de toda lógica. Incluso en situaciones muy radicalizadas, es buen ejercicio, sin embargo, antes de tomar una iniciativa visceral, reconocer las propias emociones y volver a ver, e incluso sentir, al enemigo en sus justos términos. Por supuesto que existen casos en que no queda más remedio que enfrentar la situación con violencia legítima como mecanismo de defensa propia. Sin embargo, siempre resulta aconsejable no deshumanizar al contrario o transformarlo en un monstruo subhumano o chivo expiatorio para calmar nuestros ardores de conciencia.

En nombre de la realpolitik o del pragmatismo político no se puede caer en el precipicio de considerarse a sí mismo como el bien absoluto. Cualquier cultura merece respeto. Abrirse al otro no es rendirse al influjo de ninguna ingenuidad estéril: simplemente es un método de ponderar la propia opinión y de poner en duda las convicciones dogmáticas basadas en verdades irrefutables. Se hacen más amigos dialogando que pistola en mano.

El falso consenso del miedo y la venganza

El falso consenso antiyihadista dice que si acabamos con los terroristas se terminará con el terrorismo. Dentro de su simpleza lógica, así a primera vista parece un pensamiento inatacable. Sin embargo, el fenómeno de la violencia terrorista es de mayor enjundia y mucho más difícil de erradicar solo con manipulaciones mediáticas y mediante soluciones exclusivamente policiales y militares.

Resulta evidente que las raíces sociales del terrorismo y sus múltiples causas políticas e ideológicas están ausentes del debate público en los principales medios de comunicación y en los discursos de los líderes políticos occidentales. Se trata de esconder la verdad tras una cortina de humo basada en el miedo escénico y el maniqueísmo interesado entre una lucha ficticia y épica entre el bien absoluto representado por Occidente y el mal endémico y diabólico de los extremistas musulmanes.

Esta tesis no es original ni nueva, pero repetida hasta la saciedad crea un ambiente de pánico que suscita adhesiones emocionales inmediatas en la inmensa mayoría de la población occidental. La dicotomía excluyente entre nosotros, los buenos, contra ellos, los malos enemigos, condiciona el pensamiento crítico y la duda razonable. Además de sencillo, tal discurso es fácilmente asimilable cuando cualquier persona puede sentirse amenazada en su integridad al ser imposible identificar de dónde proviene el peligro ni los motivos reales de tal situación.

Nosotros versus vosotros

Desde los atentados de París una pregunta corroe la conciencia europea: ¿qué hemos hecho mal para que nuestra generosidad no haya sido comprendida por los árabes de segunda o tercera generación que viven en nuestras ciudades? El interrogante tiene trampa, esa generosidad como premisa afirmativa nos salva éticamente de una profunda revisión de nuestras conductas políticas y, por ende, incide en un fracaso tácito: todavía seguimos viendo la realidad fragmentada en divisiones étnicas y religiosas. El nosotros/vosotros continúa vigente en el imaginario colectivo como algo de orden natural y, por tanto, inmodificable por su misma sustancia cuasi divina. Otrosí: esas divisiones étnicas y religiosas oscurecen a la vez las distinciones de clase, otro factor de gran relevancia para fomentar esas fracturas o ficciones sociológicas.

Lo cierto es que los potenciales terroristas que han nacido y han crecido como europeos en barrios del extrarradio urbano permanecen anclados en ecosistemas humanos segregados del resto, afincados en su singularidad, siendo los otros a todos los efectos, inmigrantes internos aunque con nuestra misma nacionalidad legal. Si a ello le agregamos que la crisis ha hecho especial mella en su colectivo y que tienen menos oportunidades de confeccionarse una biografía individual de inserción laboral y social, el detonante de su extremismo hunde sus raíces en el vacío existencial que los convierte en diferentes en la convivencia cotidiana.

Añadamos a ello las vejaciones que infligimos desde hace siglos a sus pueblos de origen: refugiados expulsados de sus hogares y recibidos de mala gana, permanentes bombardeos de los territorios árabes, ridiculización de sus creencias religiosas y de su propia cultura, en definitiva, minusvalorización de la señas de identidad de millones de personas. No debe resultarnos extraño que en este caldo de cultivo efervescente, valga más a ojos de muchos jóvenes árabes una vida intensa por un objetivo concreto que un vagar sin esperanzas de futuro en la cotidianeidad de sus barrios natales de adopción.

Los héroes y los mártires se nutren de relatos y leyendas similares a los mencionados. Es una forma inmediata de salir del anonimato, la apatía y la impotencia democrática. Tampoco debemos olvidar que los héroes de ficción occidentales más contundentes se alimentan de parecidos desencadenantes de tomarse la justicia por su mano: Rambo y todas sus secuelas caminan por idéntico sendero. Individualismo recalcitrante, aventura, acción sin reflexión, la ley del Talión, en suma.

Esto por lo que se refiere al sustrato personal que subyace a la decisión personal de cada potencial terrorista. Esos monstruos que nos dan tanto miedo son creaciones propias que permiten a las elites occidentales dosificar sus políticas en función de intereses que suelen permanecer casi siempre en la trastienda.

Bush y Hollande, tal para cual

Hollande y Bush están respondiendo al terrorismo de la misma forma: guerra total, bombas, restricción de libertades, estados de emergencia, caza visceral  al sospechoso, venganza a diestra y siniestra. No hay objetivos políticos bien definidos ni estrategias de largo alcance que permitan avistar una paz justa y dialogada. Lo único que se pretende es gestionar el caos inducido para maniatar a los disidentes en el interior e impedir en Oriente Medio que emerjan actores laicos para abrir cauces políticos de modernidad en el mundo árabe.

Occidente no quiere eso, no quiere democracias que gestionen una vasta región plagada de tesoros y recursos energéticos de enorme valor estratégico para su supervivencia como motor de la Historia. Cada vez que un poder laico o movimiento ciudadano de base saca cabeza, allí están Washington, Bruselas, la OTAN o el FMI para seccionarlas de cuajo.

Ni Sadam Hussein en Irak ni Gadafi en Libia eran exponentes morales de ninguna clase, pero sus figuras posibilitaron una cierta estabilidad en la zona. Sucede que su manera de gobernar con cierta autonomía o independencia ponía nerviosos a los jerifaltes musulmanes y a los jeques de Arabia Saudí y de otras petromonarquías del Golfo. También al sionismo de Israel. El orden establecido favorable a los intereses occidentales estaba en entredicho. Razón por la cual se demonizó, al igual que al socialismo moderado de Nasser en Egipto, a estos líderes, tachándolos de dictadores sangrientos o de tiranos de la mayor abyección imaginable. No eran hermanitas de la caridad, por supuesto, pero menos aún los dirigentes israelíes o el rey de Arabia Saudí y tantos otros líderes antediluvianos aliados de Occidente. De las tropelías de los amigos de Washington y Bruselas, nada de nada, connivencia total con ellos, silencio cómplice. Y de allí salen ingentes cantidades de dinero para atizar el conflicto del fuego cruzado permanente, dejando a sus poblaciones inermes, en la ignorancia calculada y como mera fuerza de trabajo esclava para los regímenes del área.

De similar modo, Occidente ha atizado y sufragado las refriegas religiosas entre suníes y chiitas. De esta confrontación larvada en el tiempo, alentada por los servicios secretos, han eclosionado desde Al Qaeda hasta Isis, unas veces como luchadores de la libertad contra el comunismo y otras como protagonistas enconados contra los infieles laicos o ateos. Así las cosas, el juego a múltiples bandas de Occidente es mantener bajo custodia con guerras de variable intensidad el Oriente Próximo y Medio. Volar por los aires y reconstruir son fases de una misma táctica: atenazar en convulsión indefinida la zona. Además, sus poderosas maquinarias bélicas tienen de esta manera razón de ser, al igual que sus hegemónicas empresas de armamento, un negocio que crece sin cesar en medio del caos programado y el dolor ajeno.

Mucho medirán los líderes de EE.UU. y Europa una intervención terrestre, ya que saben a la perfección que soldados muertos son una publicidad negativa que se volvería contra sus políticas neoliberales de procurar por todos los medios a su alcance el miedo escénico por doquier. Occidente necesita producir monstruos y enemigos externos para someter a sus propios habitantes y que no se alcen contra sus políticas de recortes salvajes y de desigualdad creciente en sus sociedades.

Futuro sin futuro

No es fácil predecir hacia dónde nos llevará esta beligerancia del odio y la venganza predicada espuriamente en nombre de la libertad y los valores capitalistas representados por Occidente. Militarmente somos más fuertes, no obstante en cualquier momento pueden surgir grietas en ese consenso emocional basado en el miedo escénico difundido urbi et orbi por los medios de comunicación.

Los terroristas individuales son el eslabón menos importante de la cadena. Y, además, son intercambiables. Tras sus rostros malvados difundidos a escala planetaria se guarecen los verdaderos responsables de cualquier masacre actual: los intereses geopolíticos, las injusticias sociales,  la muerte y el odio que causan las bombas, las reyertas irracionales motivadas por la religión y la hipocresía de nuestros dirigentes. Los mismos, por cierto, que con sus políticas neoliberales provocan un mundo más inseguro y desigual, desempleo masivo, ejércitos de refugiados, desahucios inmorales y la privatización de la sanidad y la educación.

El terrorismo no nace de la nada ni es una alternativa ética de nadie. Nadie es malo por naturaleza: la cultura y la sociedad determinan nuestras opciones en un mar de complejidad infinito.

No nos dejemos engañar: un terrorista detenido podría evitar el próximo atentado, pero ¿acabará con las raíces profundas del fenómeno terrorista? Ahí es dónde deberíamos centrar nuestros esfuerzos a través de políticas de igualdad, justicia y fraternidad hoy fuera de la agenda de las elites y sus testaferros políticos.

Seguridad y paz no son conceptos sinónimos. La paz se construye con diálogo y objetivos políticos concretos, mientras que la seguridad se edifica sobre cimientos de barro a base de segar libertades y mantener el statu quo de la injusticia, la desigualdad y el miedo visceral al otro, al diferente.

¿Quiénes salieron malparados?

La policía cargó contra los antifascistas, protegiendo así a los suyos. Signo de los tiempos neoliberales que «disfrutamos»

Al mono nazi, dale con el palo

Con una inflación que supera el 30%, la devaluación de la moneda y un gasto militar que se ha multiplicado debido a la guerra en Donbass, el presupuesto ucraniano depende en gran parte de las líneas de crédito del Fondo Monetario Internacional y de otros gobiernos e instituciones occidentales sin los que no podría, por ejemplo, pagar el gas en la temporada de invierno. La dificultad del Gobierno ucraniano para reestructurar su deuda externa, que en caso contrario no podría pagar, condenando al país a la suspensión de pagos, sembró durante meses la sombra de la posibilidad del colapso económico del país. Pero tras meses de negociación, Ucrania consiguió finalmente un acuerdo con los acreedores privados el pasado agosto.

Rusia se ha negado a aceptar ese acuerdo, fruto de una negociación en la que no había participado al considerar la deuda ucraniana como pública y no privada. Pero Natalie Jaresko, ministra ucraniana de Economía, ha descartado la posibilidad de una nueva negociación y advertido a Moscú que debía sumarse a ese acuerdo, y aceptar una quita del 20% sobre la deuda de 3.000 millones de dólares, o no recuperaría ese dinero. “Nada de lo que espero del lado ruso puede hacer de esto una negociación”, afirmó recientemente Jaresko en referencia a la propuesta de reunión del ministerio de Economía de Rusia.

Moscú concedió a Ucrania ese préstamo de 3.000 millones de dólares en forma de eurobonos en los últimos meses del Gobierno de Yanukovich en diciembre de 2013. La crisis económica y financiera ucraniana se había agravado y ya habían comenzado las protestas de Maidan que en febrero de 2014 culminarían con el golpe de Estado que derrocó al presidente. Como admitió meses después Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional, fue ese crédito el que impidió el colapso completo de la economía ucraniana en los primeros meses del nuevo Gobierno nacido en Maidan.

Al igual que el precio del gas o las cuestiones políticas que han enfrentado a los dos países en el año y medio de nuevo Gobierno, la forma y el plazo de pago de esa deuda ha sido uno de los temas recurrentes en sus relaciones bilaterales. Ya en febrero, en una entrevista concedida al diario El País, Petro Poroshenko dejaba abierta la posibilidad de que Ucrania no cumpliera con sus obligaciones. “Podemos devolverlos o conversar sobre el tema”, afirmaba para posteriormente descargar la responsabilidad de esa decisión sobre el ministerio de Economía. Poroshenko ponía también en duda la legitimidad del préstamo. “Esos 3.000 millones de dólares fueron robados por Yanukovich y el plazo vence en diciembre [de 2015]. Si Rusia los pide antes, transgrediría estas condiciones”.

En realidad, las condiciones del acuerdo sí daban a Rusia la posibilidad de exigir el pago inmediato antes de que venciera el plazo en caso de que la deuda ucraniana superara el 60% del PIB. Pese a que el Gobierno ucraniano y sus socios occidentales han repetido la idea de que Rusia trata de desestabilizar la economía ucraniana, Rusia no optó por ejecutar esa cláusula cuando Ucrania superó ese techo meses atrás.

Tras la cumbre del G-20, Rusia presentaba esta semana su propuesta de reestructuración de la deuda, consciente de que Ucrania no va a cumplir con las condiciones previstas en el contrato. La propuesta rusa no incluye una quita pero sí un pago de mil millones al año entre 2016 y 2018. El presidente ruso insistía en que la propuesta rusa, que desde muchos sectores rusos se ha visto como una concesión excesiva al Gobierno de Kiev, es más favorable para Ucrania que lo que el FMI había propuesto a Rusia. Dos días después del anuncio del presidente ruso, el ministerio de Economía ucraniano afirmaba no haber recibido comunicación alguna sobre la propuesta.

Quizá como estrategia para la negociación, o para insistir en que no habrá tal proceso, el primer ministro ucraniano se ha mostrado firme en el rechazo de cualquier propuesta rusa que no suponga aceptar sin matices la postura de reestructuración de la deuda ucraniana. “Ya he dicho que no recibirán nada si no aceptan las mismas condiciones que otros acreedores. Las condiciones básicas son la quita del 20% y el aplazamiento del pago de todas las deudas a cuatro años. Si no les gusta, entonces recibirán la decisión del Gobierno ucraniano de una moratoria del pago de los 3.000 millones de dólares a Rusia. Es muy sencillo de explicar a nuestros vecinos y al país agresor: no vamos a pagar 3.000 millones”, afirmó Yatseniuk según cita RIA Novosti.

Contando con la seguridad económica que, a corto plazo, representa el acuerdo con el FMI y otros acreedores privados y la autosuficiencia política que representa el apoyo estratégico de Estados Unidos, los líderes ucranianos creer encontrarse en posición de imponer sus condiciones. O lo que nosotros decimos, o nada.

slavyangrad.es

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Los revisionistas modernos en el camino de la degeneración socialdemócrata y su fusión con la socialdemocracia; Enver Hoxha, 1964

«Como nos enseñan los clásicos del marxismo-leninismo y toda la experiencia del movimiento comunista, el único camino justo es responder al desafío de los revisionistas con la unidad de las fuerzas de los marxistas-leninistas, con una resuelta e intransigente lucha contra los renegados revisionistas. A los golpes y a las presiones de los revisionistas, internos y externos, no se les pueden hacer frente siguiendo una línea centrista, vacilante, ni tampoco preocupándose solamente por conservar una unidad falsa y formal. Al partido no se le puede salvar, con lamentaciones ni se le debe sacrificar para salvaguardar el «prestigio» de alguien, en un momento en que este «prestigio» se está explotando sin escrúpulos para enterrar la gran causa de la clase obrera y del socialismo». (Enver Hoxha; Los revisionistas modernos en el camino de la degeneración socialdemócrata y su fusión con la socialdemocracia, 1964)

Introducción de «Bitácora (M-L)»

Esta obra de Enver Hoxha es un gran repaso a la trayectoria del revisionismo moderno y su degeneración. En especial, se puede decir que el texto está centrado en la corriente más degenerada que por entonces ostentaba el Partido Comunista Italiano, y su líder: Palmiro Togliatti, verdadero padre del eurocomunismo, que después fundarían Enrico Berlinguer, Santiago Carrillo y Georges Marchais, aunque también tiene gran peso en su origen la figura de Nikita Jruschov y el revisionismo soviético. Pese a ello, las lecciones que aquí se extraen pueden ser aplicadas a todas las ramas del revisionismo moderno, ya que los rasgos desviacionistas son idénticos entre ellas.

La conquista de los diversos partidos comunistas por la ideología no proletaria, es decir, de la revisión del marxismo-leninismo, no podía llevar a otro camino que no fuera el reformismo de la socialdemocracia, pero primero requerían como primer paso que el revisionismo «rectifique los errores del pasado» que es como los revisionistas se refieren a su traición, a través de esta consigna consiguen hacer más leve y gradual la transición hasta convertir al partido en un partido socialdemócrata –reformista–, sin que los cuadros sanos del partido se levanten en protesta. Es por ello que resulta necesaria una adecuada preparación teórica del marxismo-leninismo para detectar cuando estas revisiones de línea se hacen para realmente enmendar un error del partido o para desmontar de arriba a abajo el carácter proletario del partido proletario marxista-leninista.

Lo que se pretendía demostrar con esta obra, es que los revisionistas habían puesto a sus partidos en el camino de la degeneración socialdemócrata, y para ello necesitaban del arsenal teórico de ella y de la alianza directa con sus agrupaciones, lo que finalmente derivaría como veríamos años después, en la conversión de viejos partidos comunistas en revisionistas, en la disolución directa en los partidos socialdemócratas, o sino simplemente en el paso de muchos partido revisionistas hacía partidos socialdemócratas oficiales. Por ejemplo: el Partido Comunista de España se unió en la coalición de partidos reformistas que fundaron el partido conocido como Izquierda Unida. Por otro lado el Partido Comunista Italiano se disolvió y su Secretario General Achille Occhetto fundó el partido reformista y socialdemócrata denominado Partido Democrático de la Izquierda. En muchos países revisionistas de Europa del Este y África, cuando el régimen capitalista-revisionista se derrumbó, el partido revisionista gobernante generalmente se transformó oficialmente en un partido socialdemócrata y en muchos lugares siguió gobernando o teniendo una gran influencia en el panorama político, en la Hungría revisionista de János Kádár, el revisionista Partido Socialista Obrero Húngaro se transformó en el socialdemócrata Partido Socialista Húngaro que gobernaría el país tras la caída oficial del revisionismo y su régimen.

Volviendo al tema, se podrá observar que una de las táctica para convencer a la militancia de la alianza a cualquier precio con la socialdemocracia era decir que los dirigentes derechistas socialdemócratas han cambiado de carácter, que han virado hacía la izquierda. Esto se decía pese a que los partidos socialdemócratas salidos de la Segunda Guerra Mundial hubieran llegado incluso a gobernar con unas políticas abiertamente imperialistas, chovinistas, y antiobreras. La única realidad es que la socialdemocracia viraba hacía la derecha, y los revisionistas hacía la socialdemocracia. Hay que recordar que para mediados de los años sesentas, dentro del revisionismo se estaba renunciando abiertamente al legado de Stalin, incluso al de Lenin, en sus estatutos, y también se estaba formando dentro del revisionismo ramas como las del futuro eurocomunismo; la cual era la expresión más clara de que el revisionismo iba camino de la socialdemocracia, por otro lado la socialdemocracia iba camino directo del liberalismo y derechismo más rancio, renunciando en sus estatutos oficialmente al marxismo.

Si bien los socialdemócratas habían renunciado a los últimos vestigios teóricos del marxismo, los revisionistas empezaban a renunciar sobre el papel todo lo que estaban negando desde hace tiempo en la práctica: adoptaron la democracia burguesa como máxima expresión de democracia, el tránsito pacífico al socialismo, la aceptación de la propiedad privada como un tipo de propiedad más en el socialismo, y ha considerar a la clase obrera como diferente a la de los tiempos de Marx y Lenin por lo que no era necesario su papel histórico hegemónico, y por tanto se oficializaron como caducos todos los conceptos del partido marxista-leninista. Todo esto haría que los revisionistas cosecharan aplausos entre la prensa y los ideólogos del imperialismo, y por supuesto del balcón de otras ramas del revisionismo, algo que sólo era normal, para alguien que en efecto había traicionado los principios del comunismo.

Uno de los puntos más interesantes a analizar que comenta Enver Hoxha. Es que si bien el proletariado necesita un sólo partido único en cada país, y por tanto tienen el deber de unificar a todos los obreros disgregados en un sólo partidos, los revisionistas se aprovechaban de tal situación: primero por oportunismo y para tener una excusa siempre presente para su alianza con la socialdemocracia en las elecciones parlamentarias burguesas; y segundo, para tenerla como excusa cuando finalmente quisieran oficializar la unificación entre revisionistas y socialdemócratas en un sólo partido. Estas tendencias liquidacionistas, que entregaban al partido de la clase obrera a los reformistas sin una sola exigencia ideológica u organizativa –como revisionistas tampoco estaban capacitados– hacía que en estos nuevos partidos los revisionistas no tuvieran el poder organizativo ni ideológico, sino que quedaba en manos de los socialdemócratas, claro está que este procedimiento no tiene nada de marxismo-leninismo.

***

Como siempre hemos agregado unas anotaciones para aclarar algunos puntos que entendemos requieren una explicación con alguna profundidad; para que entre tanta maraña de teorías antimarxistas el lector pueda desbrozar la posición correcta de estas cuestiones.

Notas

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Héroes y terroristas

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Españoles que combatían junto a los kurdos contra el Estado Islámico: apresados en su país y acusados de «integración en organización terrorista»

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