Pátrushev ha afirmado que el Departamento de Estado de EEUU es uno de los coordinadores de las actividades destructivas que realiza Occidente para desequilibrar la situación social y política en Rusia.
“Los coordinadores de las actividades destructivas en el territorio de Rusia son el Departamento de Estado de EE.UU., la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), el Consejo de Relaciones Exteriores, las principales ONG (las Organizaciones No Gubernamentales) estadounidenses”, ha indicado este miércoles en una entrevista con el diario ruso AiF.
El funcionario ruso ha mencionado, entra otros, el Instituto Nacional Democrático para Asuntos Internacionales, el Instituto Republicano Internacional, la Fundación Nacional para la Democracia, el Instituto de Rusia Moderna y el Instituto de la Sociedad Abierta, creado por la Fundación Soros, como ONG que promueven la agenda antirrusa.
También, ha señalado que existen grupos de ONG internacionales, con sede principalmente en EE.UU. y los países de Europa Occidental, que son utilizados ampliamente por el país norteamericano y sus socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para la labor dentro de Rusia.
Según Pátrushev, otro método usado para desestabilizar la situación en Rusia consiste en desprestigiar a los líderes rusos en publicaciones que aparecen en los medios de información controlados por EE.UU. y sus socios. Así que acusan, bajo pretextos inventados, a las autoridades del país.
Cualquier paso en falso de un Gobierno incómodo para Occidente, ya sea la dispersión de una protesta pacífica o las supuestas “falsificaciones” cometidas durante las elecciones, pueden ser utilizados para desencadenar un proceso de carácter destructivo, ha añadido.
“Primero se emplean medidas de presión informativa y propagandística, así como política y diplomática. Si eso no estimula a las autoridades de cualquier país a corregir su rumbo en la ‘dirección necesaria’, entran en acción guiones que incluyen el cambio de Gobierno mediante la organización de protestas populares supuestamente espontáneas”, ha enfatizado.
Las relaciones entre Moscú y Washington se han tensado en torno (entre otros procesos) a la crisis de Ucrania y a las presuntas injerencias rusas en las presidenciales estadounidenses de 2016, que el Kremlin niega. La presencia militar rusa en Siria, así como la decisión unilateral de EE.UU. de suspender sus diálogos con Rusia sobre la crisis en el país árabe, son ejemplos de actos que no han hecho más que tensar los nexos Moscú-Washington.
Además, en medio de la lucha global contra el nuevo coronavirus, EE.UU. acusó a Rusia de estar detrás de la proliferación de información errónea sobre el brote de la COVID-19, una acusación rechazada por Moscú.
