Enrique Villuendas Calleyro.— Hace 15 años, Fidel nos sorprendía a todos, una vez más. El 28 de marzo de 2007 escribía la primera de sus Reflexiones. Golpeado por una enfermedad que puso en riesgo su vida, continuaba la batalla. Lo explicaría tres meses después, en su Reflexión sobre las reflexiones: “No inicié este trabajo como parte de un plan elaborado previamente, sino por un fuerte deseo de comunicarme con el protagonista principal de nuestra resistencia…”.
Ese era el objetivo: sembrar ideas, como hizo durante toda su fecunda vida. Sin apego a títulos o cargos, absolutamente innecesarios. Lo que comenzó titulándose en los medios genéricamente como Reflexiones del Comandante en Jefe, luego pasó, de manera natural y por su propia solicitud, a ser simplemente las Reflexiones del compañero Fidel, ese martiano que repetía que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.
Abordó en ellas los más disímiles temas de la actualidad nacional e internacional, la economía, el medio ambiente, los avances de la ciencia, el deporte, la historia. En varias ocasiones se dirigió expresamente a la juventud. Reconoció los impresionantes avances de China. De manera consistente abogó por la paz y denunció las aventuras guerreristas del imperialismo y sus representantes, como Bush u Obama. Desenmascaró el carácter genuflexo de la oea y condenó “el papel genocida de la otan”, a la que calificó lapidariamente como gendarme mundial.
Hizo emotivas semblanzas de destacados compañeros de lucha que fallecieron en esos años: Vilma, Almeida, Sergio del Valle… Recordó a figuras de nuestra historia como Martí, Maceo, el Che y Chibás; a deportistas como Stevenson; a intelectuales de la talla de Guillén. Acuñó para Chávez un término que lo dice todo en admirable síntesis: el mejor amigo de Cuba. Escribió sobre personalidades internacionales como Allende, Mandela, Lula, Evo, Rafael Correa, Daniel Ortega, Hu Jintao, Cristina Fernández y Leonel Fernández, entre otros.
Criticó a “los superrevolucionarios” y alertó “no hacer concesiones a la ideología enemiga”. Recordó hechos relevantes de nuestra historia, las heroicas gestas internacionalistas y la desinteresada cooperación médica brindada por Cuba. Reclamó la solidaridad con la Revolución Bolivariana y el apoyo a Haití.
Casi exactamente nueve años después de la primera, el 27 de marzo de 2016, firmó una de sus Reflexiones de mayor impacto: El hermano Obama. Tras valorar críticamente los pronunciamientos de este en su visita a Cuba ese propio mes, acuñó una frase que está en las raíces de los esfuerzos de nuestro Partido y Gobierno: “Advierto además que somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo. No necesitamos que el imperio nos regale nada”.
El III Pleno del Comité Central, efectuado en diciembre del año pasado, en cumplimiento de lo discutido en el 8vo. Congreso del Partido, aprobó un Programa nacional para el estudio, investigación y difusión del pensamiento, la vida y obra del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
En el empeño de implementarlo, los revolucionarios cubanos no solamente disponemos de su ejemplo, sus discursos e intervenciones y de las entrevistas que concedió. Tenemos el privilegio de poder repasar los artículos y editoriales que escribió, y de manera especial sus Reflexiones. Como él vaticinó, “será un arma más del arsenal con la cual se podrá contar”.
Así ha sido. Quince años después del primero de aquellos artículos, se puede aquilatar cada vez mejor que son una fuente inagotable de enseñanzas para estos tiempos y para los desafíos que vendrán.
