Decrecimiento. ¿Alternativa al capitalismo o al socialismo?

Publicado:

Noticias populares

El decrecimiento es una tendencia del pensamiento económico, político y social; por lo tanto, multidisciplinar que, ante el deterioro medioambiental, busca reequilibrar la relación con la naturaleza, a través de la disminución de la producción y el consumo.

 

Todas las cuestiones que envuelven este ideal y sus distintas familias se han puesto de moda. La huida del debate de los espacios de “culto” (académicos), hacia su “democratización”, participando a “la opinión pública”, gracias al eco que la prensa comercial está ofreciendo últimamente, da qué pensar. Será por susceptibilidad, pero pareciere una forma de ir acomodando al personal ante lo que nos viene encima.

Obviamente no estamos ante algo nuevo. El término “decrecimiento” lo acuñó el francés André Gorz en 1972 cuando planteó el debate sobre la compatibilidad del capitalismo con el equilibrio de la tierra. A partir de aquí, multitud de autores de todo pelaje han contribuido a crear una cosmovisión que tiene como eje central el freno a la tiranía del crecimiento con el objetivo de asegurar la subsistencia del planeta y, por tanto, de la humanidad.1

En los últimos tiempos, las personalidades más notables entre quienes comparten, han enriquecido y/o participan de estas ideas han tenido una amplia proyección, llegando incluso a discursar ante importantes instituciones públicas2“El último informe del Foro Económico Mundial de Davos admite que solo un futuro de ‘colaboración’ y decrecimiento justo nos permitirá sobrevivir a la suma de las policrisis del capitalismo”, escribe Agnès Delage Amat.

El 4 de noviembre de este año 2023, el País publicó el artículo de Francisco de Zárate: “Crecer menos para crecer mejor: así piensan los iconoclastas que quieren acabar con la ‘dictadura’ del PIB”. CincoDías, en junio de 2023, se hacía eco del debate que en Parlamento Europeo tuvo lugar sobre este tema: “El decrecimiento: ¿encoger la economía para salvar el planeta?” De esta forma, un gran número de publicaciones “no sospechosas” de alineamiento beligerante anticapitalista situaron en sus páginas elementos que reavivan y amplifican el debate.

En este mismo sentido, es llamativa la intervención de Letizia Ortíz en el XVI Seminario Internacional de Lengua y Periodismo , donde expuso la posibilidad de que el concepto “desarrollo (crecimiento)”, asociado a “sostenibilidad” fuera incompatible. Desde Telecinco, pasando por la revista Vanity Fair, han comentado la ocurrencia. Esto pone de manifiesto dos cosas. Una, que se mantiene la secular tradición borbónica de tener consortes superiores intelectualmente a sus regios maridos, acervo harto difícil de romper, y dos, que el debate sobre decrecimiento sí que ha roto “techos de cristal”.

Es digno de mención en este evento, la réplica, fundamentada en el autoreconocimiento como único economista de la sala, que tuvo el ministro de Transformación Digital, José Luis Escrivá, con aquello de «Mi impresión sobre esto es que hay que bajar el nivel de preocupación. Desde Thomas Malthus estamos viendo catastrofistas que ante cosas que no sabemos, cosas inciertas, nos llevan al decrecimiento. Y sistemáticamente la humanidad ha demostrado una capacidad de innovar y de superar dificultades enormes. Yo entiendo que este reto se podrá superar sin necesidad de ir al decrecimiento y a la caída del consumo. Esa teoría me parece de una debilidad extrema«. Estas declaraciones, tan paternalistas y arrogantes; en primer lugar, dan la razón a la RAE al introducir el término “machirulo” en el diccionario (de haberlo expuesto Felipe probablemente la réplica no hubiera ido en ese tono, aunque la ignorancia es muy atrevida); por otro, avalan aquello que expresó Francisco Álvarez en la frase: “El que crea que en un mundo finito el crecimiento puede ser infinito, o es un loco o es un economista”. Wolfgang Harich3 ya despachó con este tipo de gente años atrás al decir que “no hay autoengaño más estúpido que el optimismo científico-tecnológico, como el que se expresa en la siguiente conclusión: ‘Hasta ahora la ciencia siempre ha encontrado una solución, así que también lo hará en el futuro’

Es cierto que cada vez hay menos “negacionistas” del problema medioambiental, de sus causas, consecuencias, y por tanto, de que acabaremos decreciendo (al menos en términos capitalistas4) aunque sea a las bravas. Pero todavía quedan, más quienes se ponen de perfil o directamente se posicionan en la irracionalidad más absoluta arremetiendo auténticos dislates. Valga como ejemplo parte del artículo de un tal Saúl Hernández, publicado en Libertad Digital, el chiringuito de Jiménez Losantos, bajo el sugerente título de “El decrecimiento, comunismo puro y duro”: “… el «decrecimiento» —que es sinónimo de «empobrecimiento»— ha sido una característica primordial del comunismo que hoy se promueve de la mano de la causa medioambiental. Es lo mismo que ha venido proponiendo otra desquiciada como la activista Greta Thunberg: volver a vivir como en las cavernas para no contaminar el ambiente.

Basta mirar a países como Cuba o Venezuela para ver las consecuencias del decrecimiento… Una cosa es abogar por un capitalismo consciente y otra anhelar la destrucción del sistema…” ¡Ahí queda!, dejando una sensación agridulce, entre hilarante y de lacónica zozobra.

La conocida cita de Oscar Wilde: «Que hablen mal de uno es espantoso. Pero hay algo peor: Que no hablen» puede ilustrar la buena salud, por tanto, que vive el debate en el que estamos. No es el caso, por otro lado, el del japonés decrecentista Saito Kohei, éxito de ventas con el libro: «El capital en el Antropoceno«, convertido en “betseller”. No es fácil que un ensayo escrito por un marxista consiga este nivel de popularidad, cuando los mecanismos promociones que permiten la difusión publicitaria, y por tanto, la venta, están en manos de la misma minoría que se aferra a mantener los niveles de crecimiento al máximo, porque de ello dependen sus privilegios de clase.

De lo que se desprende de la entrevista que el autor concede para Green European Journal sobre “el comunismo del decrecimiento” y de su concepción de comunismo, se entiende bastante bien que el texto no haya caído en la censura (“cancel culture”) del Capital. Su critica a la “planificación burocrática extremadamente centralizada de la Unión Soviética”, su desapego a los logros del PCCh y su “propuesta a explorar formas de planificación diferentes y más democráticas”, forman un peaje a pagar para conseguir el éxito. Al igual que tantos, ninguna alternativa factible que pueda modificar el mundo. Simplemente más del idealismo inviable que cabalga a lomos de la nueva izquierda posmoderna e integrada en el sistema.

No es el único que abrazando la causa del decrecentismo, postula solo vagas consignas, sin posibilidad de ser fuerza trasformadora. Para no abundar innecesariamente en distintos planteamientos decrecentistas y poder ejemplificar esta idea, remitiré al último apartado (“el decrecimiento es proyecto esencialmente utópico, no factible”) del artículo de Maxi Nieto, “El decrecimiento no es ninguna solución”, donde hace una exposición de algunos de estos autores.

El decrecimiento es completamente incompatible con la esencia misma del capitalismo, no porque quienes se denominan decrecentistas, así lo manifiesten (algunos sí y otros no, que de todo hay en la decreciente viña del Señor), sino porque crecimiento en el capitalismo significa “reproducción a escala ampliada”, un proceso circular y amplificado en cada turno de producción, que a través de la obtención de plusvalor, se reinvierte de manera cada vez más amplia y se obtiene más capital (volviendo a comenzar la rueda).5 El PIB es uno de los indicadores que permiten descubrir la salud del crecimiento económico, bajo la dictadura del “valor”, o mejor del “plus-valor”.

Las propias contradicciones internas del capitalismo le llevan al derrumbe (realmente a la crisis revolucionaria). Sus crisis cíclicas cada vez son más complejas de remontar debido a la tendencia decreciente de la tasa de ganancia (descenso en la rentabilidad de las inversiones), que no es más que la dificultad progresiva de continuar con el ciclo de reproducción ampliado (crisis estructural). Si a esta dinámica endógena, se le añaden otros problemas exógenos como el agotamiento de los recursos (realmente también causado por el Capital6), este sistema tiene sus días contados.

Hay quien piensa que el detonante de la “crisis final” serán los precios de las materias primas, otros que implosionará por la agudización de su crisis estructural y quienes opinan que el colapso apocalíptico pondrá fin a nuestra civilización. En cualquier caso, de una forma u otra, el decrecimiento, entendido como el fin de la re-valorización capitalista será un hecho. Esto lo asumen cada vez más personas. Lo que entra en disputa es cómo y sobre todo ¿quién? (qué clase social) gestionará este decrecimiento.

Que no nos roben el momento histórico. Es la clase obrera quien legítimamente deberá tomar las riendas de los nuevos tiempos. La izquierda revolucionaria primero, la mayoría social después, deberá estar vigilante y no embelesarse por los cantos de sirena que desde la hegemonía del movimiento decrecentista, se nos ofrece. El planteamiento, en la mayoría de los casos es más una alternativa al socialismo, natural sucesor en la crisis revolucionaria que pondrá fin al capitalismo, que al propio capitalismo. La falta total de propuestas de gestión serias de ruptura, el manteniendo del oxímoron de la propiedad privada-decrecimiento o la solución “idílica” de “reformas ampliamente democráticas”, en el mejor de los casos, a lo que llevan es a la prórroga de los privilegios.

El decrecimiento como alternativa al actual paradigma civilizatorio (socialismo o barbarie), solo se puede llegar a través de un proceso revolucionario que, bajo la conquista del poder político por la clase trabajadora y su dirección, establezca una férrea dictadura del valor de uso sobre el de cambio7, de la supresión de la propiedad privada de los medios de producción, de la capacidad popular para la toma de decisiones colectivas, integrando multidisciplinariamente a los mejores expertos para planificar medidas y optimizar los recursos disponibles.

El conocimiento al servicio de la mayoría social pueden llevarnos a un mundo capaz de compaginar el bienestar social con la naturaleza. Bajo el socialismo no desaparece el desarrollo de las fuerzas productivas (ampliación en intensidad y extensión del conocimiento).

Ya se han establecido las condiciones materiales para desarrollar una nueva formación social8. El conocimiento acumulado por la humanidad y en concreto los últimos logros de la Cuarta Revolución industrial (IA, robótica y computación cognitiva y cuántica, Internet de las cosas, realidad aumentada y virtual, “Big Data”, nanotecnología, transporte autónomo…), debe ponerse al servicio de la mayoría social y de la solución de los graves problemas que acechan a la humanidad. El socialismo deberá garantizar racionalmente la satisfacción de las necesidades humanas y su reproducción. Es la única salida.

Kike Parra


1 “Y así, a cada paso que damos se nos recuerda que en modo alguno gobernamos la naturaleza como un conquistador a un pueblo extranjero, como alguien que se encuentra fuera de la naturaleza, sino que nosotros, seres de carne, hueso y cerebro, pertenecemos a la naturaleza” Engels: “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”

2 Antonio Turiel Martínez, ante la Comisión de Transición Ecológica del Senado, https://youtu.be/FRwRxGdavmI?si=MBuythVonX5Fij-C

3 Wolfgang Harich (Königsberg, 3 de diciembre de 1923 – Berlín, 21 de marzo de 1995), con su “¿Comunismo sin crecimiento? Babeuf y el club de Roma. En castellano: Barcelona: Materiales, 1978. ”, ofrece una visión temprana del problema que nos ocupa, llena de actualidad y de reflexiones transgresoras sin renunciar al marxismo-leninismo.

4 Serge Latouche: “El altruismo debería sustituir al egoísmo, el placer del ocio a la obsesión por el trabajo, la importancia de la vida social al consumo desenfrenado y lo razonable a lo racional”

5 “El principio de la acumulación sin fin que define al capitalismo es sinónimo de crecimiento exponencial, y éste, como el cáncer, lleva a la muerte . (Samir Amin, ¿Salir de la crisis del capitalismo o salir del capitalismo en crisis?)

6 Karl Marx: “la producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el trabajador»

7 David Harvey: «Para superar el capitalismo, el valor de uso debe prevalecer sobre el valor de cambio»

8 “En el nivel actualmente alcanzado por el desarrollo de las fuerzas productivas tengo por posible el paso inmediato al comunismo y, a la vista de la crisis ecológica, me parece que se ha convertido en una necesidad urgente.” (Harich)

DEJA UN COMENTARIO (si eres fascista, oportunista, revisionista, liberal, maleducado, trol o extraterrestre, no pierdas tiempo; tu mensaje no se publicará)

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Últimas noticias

Encuentro de jóvenes destacados de Cuba saludan el 1 de Mayo

Como parte de las actividades de la Central de Trabajadores de Cuba, (CTC) para celebrar el 1 de Mayo, se desarrolló hoy un encuentro de jóvenes destacados de diversos sectores. Compartieron sus experiencias en áreas como los servicios y la investigación, al tiempo que recorrieron entidades productivas de la capital.

Le puede interesar: