M. CARACOL. O tanques o pensiones: Bruselas en guerra contra su pueblo

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«La historia se repite, primero como tragedia, después como farsa», escribió Marx. Ahora Ursula von der Leyen anuncia, sin rubor, el plan “ReArm Europe”: una carrera armamentística en una Europa en la que los servicios públicos llevan tiempo siendo desmantelados. Parecen proclamar otra Gran Guerra en Europa, mientras la Seguridad Social hace aguas, mientras no se puede obtener cita con el médico de cabecera, mientras la vivienda se convierte en un privilegio.

800.000 millones de euros inyecta Bruselas al negocio de las armas. El plan “ReArm Europe” suspenderá temporalmente las reglas fiscales para que los Estados puedan endeudarse más para comprar drones, misiles o cañones autopropulsados. Se ofrecerán préstamos por valor de 150.000 millones, se reorientarán fondos europeos y se obligará al Banco Europeo de Inversiones a financiar el sector armamentístico. No se hizo para educación, no se hizo para sanidad, ni tampoco para pensiones; pero se hará para afrontar invasiones inexistentes a la UE. ¿O a lo mejor para que la UE acabe llevando a cabo invasiones realmente existentes?

Todo ello con la palabrería tecnocrática que tanto gusta en Bruselas —»autonomía estratégica», «flexibilización fiscal», «resiliencia industrial»—. Y es que la palabra “guerra” podría recordar movilizaciones pasadas. O provocar otras presentes. Aunque, si Europa se rearma porque así lo dicta la OTAN desde Washington, ¿hablamos de autonomía o de servidumbre geopolítica? ¿Defensa de las poblaciones o alienación con los delirios bélicos del eje atlántico? Por otro lado está Pedro Sánchez, quien, con ese cinismo tan suyo para parecer «moderado» mientras ejecuta la misma política del PP, ha declarado que «no le gusta» la palabra “rearme”, proponiendo en su lugar hablar de “autonomía estratégica” o “industria de la defensa”. ¿Cambiando el nombre cambia la cosa?

Las ruedas de prensa de Sánchez afirman que todo este gasto saldrá de la nada; sin embargo, la Comisión Europea ya ha dejado caer entre líneas que los fondos se obtendrán al redirigir el presupuesto comunitario. Así que adiós a las —de por sí exiguas— partidas sociales (programas de cohesión territorial, fondos para educación, empleo juvenil, infraestructuras, etc.). Lo poco que aún queda de esas conquistas históricas que se lograron cuando aún existía la URSS se convertirá en munición para meternos en la barbarie. ¿Cuánto tardarán en notarse nuevos recortes en sanidad por la “caída de los fondos europeos”?

Lo repiten como un mantra: “sin seguridad no hay bienestar”. Pero la seguridad es tener techo, pan y salud. Y no provocar a las potencias emergentes, por los intereses de la oligarquía patria que pretende frenar ese mundo multipolar de los BRICS que se impone de modo imparable. Las poblaciones europeas tienen que declararlo: no estamos dispuestos a apretarnos el cinturón. Exigimos que el dinero sea para las pensiones, no para tanques Leopard. Ni un euro, ni una bala más para la OTAN y sus guerras imperialistas.

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