Fuerzas israelíes vuelven a asediar hospital Al Shifa de Gaza

Esta es la cuarta vez que Israel ataca el hospital Al Shifa desde el inicio de la campaña militar israelí en la Franja de Gaza. | Foto: Anadolu
Esta es la cuarta vez que Israel ataca el hospital Al Shifa desde el inicio de la campaña militar israelí en la Franja de Gaza. | Foto: Anadolu

Las fuerzas militares de Israel lanzaron este lunes una operación por cuarta vez contra el hospital Al Shifa, el mayor centro de salud de la Franja de Gaza.

El nuevo asedio militar contra el complejo médico fue denunciado por el Ministerio de Salud palestino en la Franja de Gaza.

El ente palestino calificó la operación militar israelí de «masacre contra enfermos, heridos, desplazados y personal médico».

También señalaron que las fuerzas israelíes dispararon directamente hacia el hospital y lo apuntaron con misiles, además de introducir tanques y vehículos militares en los patios del complejo médico.

«Es una verdadera tragedia y un ataque a instituciones de salud que viola todas las leyes y normas internacionales», indicó un portavoz del Ministerio de Salud en la Franja de Gaza sobre la operación israelí dentro del hospital, que todavía continúa.

Fuentes médicas palestinas informaron que desde las 02H00 se han registrado los primeros muertos y denunciaron que los civiles que intentan acercarse al centro de salud son atacados por francotiradores y drones.

Durante el ataque se reportaron casos de asfixia entre mujeres y niños desplazados debido al incendio provocado por las fuerzas israelíes en medio del asedio al hospital Al Shifa.

Fuentes palestinas denunciaron que las tropas de Israel obligaron a cientos de familias a huir de las instalaciones médicas al oeste de la ciudad de Gaza, por lo que hicieron un llamado a organizaciones internacionales a acudir a Al Shifa para protegerlo.

Israel defendió su operación contra el complejo médico gazatí como de conformidad con el derecho internacional.

Esta es la cuarta vez que Israel ataca el hospital Al Shifa, la primera vez fue en noviembre, cuando lo mantuvo cercado durante más de diez días y ordenó la evacuación de miles de desplazados heridos y enfermos.

Somos los nuevos ‘proxies’

Al contrario de lo que afirmaban sus defensores, la guerra por poderes de la OTAN contra Rusia en Ucrania no salió como estaba previsto. La intención de Washington, largamente preparada, era desgastar y aislar a Moscú, desencadenando un conflicto –sobre cuyo resultado militar final el Pentágono apenas podía hacerse ilusiones– que obligara a las fuerzas armadas rusas participar en una guerra de desgaste, que a su vez debería haber proporcionado el pretexto para el estrangulamiento económico y el aislamiento internacional.

 

Nada de esto ocurrió. El resultado fue una situación estratégica cuando menos embarazosa, ya que Washington se encontró ante la perspectiva concreta de una derrota en suelo ucraniano –derrota militar y política– que va a comprometer seriamente la capacidad de disuasión de los ejércitos occidentales, alentando a aquellos países que pretenden escapar de la asfixiante esfera de dominación de las barras y estrellas.

Mientras EEUU se encontraba ante la amenaza de una debacle en el frente de Europa Oriental, la repentina apertura de un segundo frente en Oriente Medio complicó aún más las cosas. De hecho, la repentina escalada del conflicto palestino-israelí ha creado nuevos problemas para las estrategias de control global de EEUU. En primer lugar, arruinó la intensa y larga labor diplomática para estabilizar las relaciones entre Israel y los países árabes, haciendo fracasar la ratificación saudí de los Acuerdos de Abraham. Un revés que, además, llega tras los éxitos de la acción rusa y china en esta zona estratégica; la intervención de la primera (y de Irán) hizo saltar por los aires el proyecto de subvertir Siria utilizando al ISIS, mientras que la segunda trajo la paz entre Ryad y Teherán (con la consecuencia del fin de las hostilidades en Yemen, y el regreso de Damasco a la Liga Árabe).

Además, y no secundariamente, obligó a EEUU a precipitarse en ayuda de su aliado estratégico Israel, apoyando su esfuerzo bélico, en un momento en que el apoyo a Kiev ya había consumido la capacidad de los arsenales occidentales. Además, el actual régimen extremista de Tel Aviv se muestra muy reacio a seguir los deseos de Washington y sigue avergonzando a EEUU con sus indefendibles tácticas genocidas.

En este contexto, por tanto, era necesario desarrollar una nueva línea de conducta que les permitiera salir indemnes de las turbulencias inesperadas y de los errores estratégicos cometidos. Además, teniendo en cuenta el escenario Indo-Pacífico, donde Washington cree que debe operar para contener lo que considera la mayor amenaza para su hegemonía global, es decir, China.

La cuestión central es, como repiten obsesivamente los dirigentes occidentales, impedir la victoria de Rusia. Pero dado que, como todo el mundo sabe bien y como estos dos años de guerra en Ucrania han demostrado claramente, derrotar a Rusia es imposible, sólo queda una solución disponible: prolongar el conflicto todo lo posible. Sin embargo, las fuerzas armadas ucranianas están agotadas, todo el aparato del Estado –sacudido por la guerra y consumido por la corrupción– está al límite; todo el mecanismo de guerra por delegación establecido por la OTAN corre el riesgo de derrumbarse en cualquier momento. Por lo tanto, se hace necesario darse prisa y equiparse (material y psicológicamente) para que el proxy ucraniano pueda ser sustituido por otro, capaz de ocupar su lugar y mantener ocupado a Moscú durante los próximos años.

Y si hasta no hace mucho ese sustituto podía imaginarse que sería Polonia, tal vez con el apoyo de los países bálticos, ahora está demasiado claro que su lugar estará formado por todos los ejércitos europeos. Somos los nuevos proxies.

En el contexto de las respuestas que EEUU intenta dar a la crisis mundial, que ellos mismos han militarizado, se trata de una estrategia conveniente. De hecho, por un lado les permite reducir el apoyo económico y militar a Kiev (manteniendo un estricto control sobre las operaciones y la inteligencia) y se distancian de una posible derrota y por otro profundizar la brecha entre Rusia y Europa, haciéndola irreparable para las próximas décadas.

Uno de los aspectos poco tenidos en cuenta de la nueva estrategia imperial estadounidense, especialmente en el viejo continente, es el cambio de paradigma en la relación histórica entre las dos orillas del Atlántico. Si hasta ahora ésta se ha caracterizado por ser colonial, sí, pero sobre todo cooperativa, aunque de forma accesoria, con el cambio del marco geoestratégico global el papel de Europa se ha visto rápidamente degradado al de una marca fronteriza, encargada de la tarea de mantener a los bárbaros alejados del corazón del imperio.

A este respecto, merece examinarse lo que podríamos llamar el factor Trump. En la narrativa centrada en la OTAN, el magnate es representado como alguien que pretende abandonar a los aliados europeos, incluso disolver la OTAN. Obviamente, esta narrativa es en gran medida el resultado de la actual administración estadounidense, que tiene todo el interés (electoral pero no sólo) en retratar negativamente al oponente de Biden.

Teniendo en cuenta que, en cualquier caso, el presidente de EEUU no es un soberano absoluto y que debe tratar no sólo con el Congreso sino también con una serie de poderes diversamente distribuidos, dentro del aparato federal y fuera de él, hay que considerar que aunque ser sustancialmente heterogéneo al aparato del GOP (‘Grand Old Party’, republicanos) da a Trump una cierta autonomía, por otra parte lo hace en parte más débil de lo que parece. En cualquier caso, sin embargo, él representa una corriente interna del dominus global, y de un modo u otro responde a esos intereses superiores.

En términos de metaestrategia geopolítica, los intereses estadounidenses son unívocos y sólo cambian las formas en que se expresan. En este sentido, no hay diferencia sustancial entre el plan del bloque neocon-demócrata, que pretende claramente externalizar la contención y el desgaste de Rusia a los proxies europeos y el que se refiere a Trump, que más brutalmente quiere volcarlo sobre nosotros.

En ambos casos, esto responde a la necesidad estratégica de EEUU de ahorrar recursos (económicos, militares y humanos) para afrontar retos considerados más importantes. Retos para los que EEUU requiere una profunda revisión organizativa, estratégica y doctrinal de sus fuerzas armadas. Algo que –como explica la Secretaria del Ejército, Christine Wormuth– significa esencialmente que «nos estamos alejando de la lucha antiterrorista y la contrainsurgencia. Queremos estar preparados para operaciones de combate a gran escala». Y esto requiere tiempo e inversión.

Los problemas cruciales que EEUU debe afrontar, en esta perspectiva, son: el fortalecimiento del aparato industrial, haciéndolo capaz de afrontar el estrés de un conflicto con alto consumo de recursos; la modernización de las fuerzas armadas, especialmente la marina y la fuerza aérea, y el poder nuclear estratégico; el reclutamiento de personal en cantidad y calidad suficientes para la intervención que se vislumbra en el horizonte (China).

A nivel industrial, la situación estadounidense (y europea) es cualquier cosa menos halagüeña. En primer lugar, la industria militar estadounidense (toda privada) se centra actualmente en la producción de sistemas de armas tecnológicamente avanzados (aunque no muy eficaces) y de alto valor añadido que garantizan elevados beneficios a un ritmo de producción relativamente bajo. Mientras que el nuevo modelo de conflicto que se avecina requiere una producción masiva, menos costosa y más rápida y sobre todo sistemas de armas menos sofisticados pero más robustos. La experiencia de la guerra de Ucrania ha demostrado cómo muchos sistemas occidentales causan una gran impresión en las páginas brillantes de las revistas comerciales o en los desfiles de moda, pero suelen tener una vida corta en el campo de batalla.

Además, mientras que el sistema industrial occidental sufre estos problemas (que requieren una reconversión ni fácil ni rápida), al ruso-chino le va bien. Como escribe Ben Aris en Intellinews[1], «China es ahora ‘la única superpotencia manufacturera del mundo’ y la capacidad de producción de Rusia es mayor que la de Alemania, según recientes estudios sobre los cambios en la composición manufacturera mundial. (…) tras analizar su poder manufacturero, la imagen que emerge es que China es el productor más potente del mundo y Rusia el más productivo de Europa. Ganar una guerra no es cuestión de cuánto dinero tienes; es cuestión de cuántas bombas y aviones puedes fabricar y con qué rapidez».

Librar una guerra en el teatro de operaciones europeo (como hemos visto) significa producir drones, tanques, vehículos blindados y munición en cantidades gigantescas. Una posible guerra en torno a Taiwán significa una gran flota de barcos potentes y modernos navegando constantemente. Y hoy China ya tiene más barcos que la US Navy (aunque esta última sigue predominando en términos de tonelaje), casi todos ellos más modernos que los estadounidenses. Y la industria naval china produce buques de guerra a un ritmo 3 o 4 veces superior al de EEUU.

Por último, las fuerzas armadas estadounidenses tienen grandes problemas de reclutamiento, no sólo por el descenso de la motivación, sino porque el nivel psicofísico de los jóvenes estadounidenses está bajando considerablemente y ni siquiera la consiguiente rebaja de las exigencias ha sido suficiente. Recientemente, el ejército norteamericano ha iniciado un programa de redistribución funcional de su personal, en la lógica ya mencionada de pasar de un modelo orientado a conflictos asimétricos a otro para conflictos simétricos. Pero, como está demostrando la experiencia de la guerra de Ucrania, aunque la cantidad y calidad de los sistemas de armas son importantes, en cualquier caso las tropas son fundamentales. De ahí la necesidad de desplegar fuerzas subsidiarias, reclutando para ello a los ejércitos coloniales.

En una fase económica no especialmente floreciente y expansiva, y con perspectivas cada vez más complicadas, EEUU también corre el riesgo de encontrarse en una situación similar a la de la URSS en vísperas del colapso: un gasto militar gigantesco[2], que de alguna manera debe reducirse, racionalizarse, repartirse entre múltiples economías (véase la presión sobre los europeos para que destinen el 2% del PIB a la OTAN). Lo que, entre otras cosas, significa un replanteamiento de la exorbitante red de bases militares en el exterior, que en una fase de riqueza económica y supremacía tecnológica era funcional al control global del territorio, pero hoy además de ser una pesada carga financiera se ha transformado sobre todo en una extensa serie de objetivos posibles.

La capacidad de mantener una presencia militar global era un elemento fundamental de la hegemonía estadounidense, pero ahora que la capacidad de proyectar poder está disminuyendo, EEUU se verá obligado a renunciar a su influencia sobre diversas potencias regionales y a centrarse más en los problemas internos.

Todo esto conduce estratégicamente de nuevo a una cuestión militarmente esencial. Desde la II Guerra Mundial, el supuesto fundamental ha sido mantener la capacidad de sostener y ganar dos guerras simultáneas en diferentes teatros. El llamado «constructo de las dos guerras» se mantuvo, sustancialmente sin cambios, durante unos sesenta años. Pero ya en 2018, con la publicación de la Estrategia de Defensa Nacional (NDS) cuatrienal, el Pentágono adoptó el concepto de «una guerra» o «una guerra y media».

Entrando en una perspectiva de choque simétrico con potencias emergentes como Rusia y China, la idea de dos guerras se hizo insostenible. Pero, una vez más, el conflicto ucraniano (y en menor medida el palestino) han demostrado que, en ausencia de una supremacía tecnológica abrumadora –que Occidente ya no tiene–, una guerra entre iguales resulta terriblemente sangrienta y derrochadora y requiere una movilización considerable de recursos humanos.

Además, la política agresiva del gobierno estadounidense en las últimas décadas no sólo no ha logrado dividir a los dos principales adversarios mundiales –Rusia y China–, sino que incluso les ha empujado a estrechar lazos y a formar esencialmente un bloque con otras dos potencias como Irán y Corea del Norte. En consecuencia, es necesario volver a la capacidad de sostener simultáneamente (al menos) dos conflictos de alta intensidad en distintos teatros, siguiendo el modelo de la II Guerra Mundial.

Con una diferencia fundamental: las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón) tenían una capacidad industrial limitada o escasa, y carecían esencialmente de fuentes de energía propias, mientras que Rusia y China tienen capacidades de producción gigantescas y son muy ricas en energía y materiales en primer lugar. Por no mencionar el hecho de que la victoria en la guerra del 39 fue posible sobre todo gracias a la enorme contribución, en términos de tropas y materiales, de la Unión Soviética…

La estrategia global a largo plazo, por tanto, debe hacer frente a una serie de condiciones objetivas y subjetivas que no dejan mucho margen de elección. Recientemente, Raphael Cohen[3], politólogo de la RAND Corporation (un centro imperial de investigación muy influyente en el mundo militar estadounidense), propuso una tercera vía: librar una guerra directamente y otra por delegación. Él lo llama el «modelo Ucrania».

Y está bastante claro que, una vez más, las condiciones objetivas determinan las orientaciones. Los miembros europeos de la OTAN se consideran suficientemente capaces al menos de contener a Rusia, enfrentándola en un conflicto prolongado en el teatro de operaciones europeo, mientras que los aliados de la ASEAN no serían en absoluto capaces de competir solos con China, a la que por tanto tendrá que enfrentarse directamente EEUU.

Esta división del trabajo no es simplemente un proyecto, sino que lleva en marcha activamente más de un año y ahora se está acelerando. Esto se hace evidente no sólo por las declaraciones cada vez más belicosas de los líderes europeos (que, como buenos vasallos, se alinearon rápidamente con los designios estadounidenses), sino por una serie de acciones concretas y operativas, que van desde la incorporación a la OTAN de países históricamente neutrales como Suecia y Finlandia hasta el llamado Schengen militar, desde las inversiones en la adaptación de las redes de comunicación por carretera y ferroviaria a las necesidades militares (especialmente en los países del Este, que tienen un ancho de vía diferente, como España y Portugal) hasta la adopción explícita de un modelo industrial de «economía de guerra».

Sin embargo, para avanzar eficazmente hacia esta perspectiva, todavía son necesarios algunos pasos, no todos fáciles. En primer lugar, debe lograrse una centralización del mando político, es decir, una transferencia creciente de competencias y autoridad a organismos supranacionales, especialmente a la Comisión Europea. La integración/subordinación de los ejércitos nacionales individuales a la OTAN ya existe de hecho, como demuestra la historia de los altos oficiales alemanes que planificaron intervenciones en la guerra de Ucrania, incluso en explícita disonancia con los gobiernos de turno.

Es evidente la necesidad de rearmar/reorganizar los ejércitos europeos, que en las condiciones actuales no durarían ni un mes en un posible conflicto con Rusia. Hoy en día, el ejército occidental más fuerte de Europa es el ucraniano, en número y en experiencia de combate, y esto lo dice todo. Al igual que es necesario reforzar la industria bélica. Pero, sobre todo, dada la evidente reticencia de las poblaciones europeas a implicarse directamente en un conflicto, es necesario poner en marcha herramientas de control social eficaces para evitar levantamientos pacifistas.

La cuestión crucial, evidentemente, no es tanto la de los efectivos, dado que en la actualidad las distintas fuerzas conjuntas de los países europeos disponen de personal suficiente para desplegarse en un eventual frente oriental (aunque se extienda a lo largo de miles de kilómetros, desde el Ártico hasta el Mar Negro), como el hecho de que los países europeos –todos ellos, no sólo los situados en primera línea– se convertirían en objeto de ataques con misiles sobre bases militares, asentamientos industriales, infraestructuras de comunicaciones estratégicas, etc.

El modelo ucraniano, en resumen, significa que las ciudades en disputa a lo largo de la línea de contacto se convertirán en muchos Bajmuts y Avdeevkas, y detrás de esa línea –con una profundidad cada vez mayor, ya lo demostró Rusia destruyendo bases del ISIS desde buques en el Mar Caspio– habrá una destrucción significativa y generalizada. El peligro real, de hecho, no es tanto el agitado coco nuclear (al que sería muy difícil, aunque no imposible, recurrir en caso de conflicto en el teatro europeo), sino la devastación sistemática y prolongada, mucho más concreta, de una guerra de desgaste.

Esta perspectiva es muy concreta, y en la actualidad hay factores que por un lado aceleran su calendario (como la cada vez menor capacidad de resistencia de los ucranianos) o que lo ralentizan (como el conflicto en Oriente Medio), pero sigue teniendo un horizonte corto, quizás incluso de unos pocos años. Y es fundamental comprender que esta perspectiva es parte integrante de un plan estratégico desesperado, que EEUU considera absolutamente vital para mantener su papel de hegemonía mundial, y por el que está dispuesto a sacrificar a sus vasallos, «cueste lo que cueste» (y la cita no es casual).

Se trata de una gran carrera contrarreloj, en la que Washington debe tratar de derrotar a sus adversarios antes de que se vuelvan demasiado fuertes para ser derrotados, lo que al mismo tiempo ahora es incapaz de hacer. Del mismo modo, como para nosotros los europeos no hay otra esperanza que una movilización popular masiva antes de que estalle la guerra, se trata de adquirir la conciencia necesaria de lo que está en juego, más rápidamente de lo que avanza la preparación de la guerra misma. Es necesario que se alcance una masa crítica en un par de años como máximo, de lo contrario corremos el grave riesgo de vernos desbordados, una vez más, por los acontecimientos.

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Notas

[1] «China y Rusia, las superpotencias de producción industrial que podrían ganar una guerra», Ben Aris, Intellinews (https://www.intellinews.com/long-read-china-and-russia-the-industrial-production-superpowers-that-could-win-a-war-314926/?source=russia).

[2] El presupuesto de defensa de EEUU para el año fiscal 2024 asciende a 842.000 millones de dólares, es decir, alrededor del 3,1% del producto interior bruto.

[3] Citado en «EEUU se enfrenta a 4 amenazas pero sólo está equipado para una guerra, dicen los expertos», Asia Nikkei (https://asia.nikkei.com/Politics/Defense/U.S.-faces-4-threats-but-only-equipped-for-1-war-experts-say).

enricotomaselli.substack.com

Unrwa advierte que en Gaza están al borde de una gran hambruna

La ayuda humanitaria no llega a Gaza a causa de los bloqueos que sostiene Israel. | Foto: AFP
La ayuda humanitaria no llega a Gaza a causa de los bloqueos que sostiene Israel. | Foto: AFP

La Agencia de Obras Públicas y Socorro de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (Unrwa, por sus siglas en inglés) alertó que la población en la Franja de Gaza está al borde de sufrir una gran hambruna.

«Unrwa debe ser capaz de llegar al mayor número posible de personas con ayuda crítica. La entrega por vía terrestre sigue siendo la forma más eficiente y segura”, dijo Unrwa en una publicación en la plataforma X.

El organismo internacional aseguró que la Franja de Gaza no aguanta más asedio por parte de Israel y que el verdadero daño lo están sufriendo los ciudadanos palestinos.

«El acceso seguro, sin trabas y sostenido en toda la Franja de Gaza es una cuestión de vida o muerte», precisó la Unrwa.

De momento, Israel sigue enviando su ejército para causar terror en los hogares de los palestinos, también para correr a los que se resguardaron en refugios improvisados.

Hasta la publicación de esta pauta informativa, son más de 31.300 las personas asesinadas por los continuos ataques de las fuerzas de Israel contra el pueblo palestino en Gaza y Cisjordania, desde el 7 de octubre de 2023.

Denuncian en Argentina impacto de ajuste y emergencia alimentaria

A través de su perfil en la red social X, la UTEP precisó que estará acompañada por otras organizaciones sociales y sindicales.

Puntualizó que la acción forma parte de la profundización de un plan para rechazar las medidas del Ejecutivo y visibilizar sus consecuencias en los asalariados y sectores vulnerables.

Entre las agrupaciones que participarán se encuentran la Central de Trabajadores (CTA), la CTA-Autónoma, Libres del Sur, el Movimiento Argentina Rebelde, el Frente Popular Darío Santillán, la Coordinadora por el Cambio Social, la Tupac Amaru y la Asociación Trabajadores del Estado en esta capital.

Las principales acciones tendrán lugar en esta ciudad y la provincia de Buenos Aires, pero también habrá protestas en Chubut, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Jujuy, Mendoza, Neuquén y otros territorios.

Los ataques y ajustes a los trabajadores que menos tienen se suceden sin ningún tipo de diálogo. Intentamos todos los canales posibles para poder dar solución a esos temas y ya no hay margen. El hambre es un límite, señala un comunicado reciente de la UTEP.

Asimismo, indica que, “desde hace meses, hay un desabastecimiento de alimentos -por orden de la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello- en los miles de comedores de los barrios populares de todo el país, donde las trabajadoras sociocomunitarias hacen malabares para sostener las ollas que alimentan a millones de familias que están sufriendo”.

Por otra parte, condena la eliminación del Programa Nacional de Inclusión Socioproductiva y Desarrollo Local Potenciar Trabajo, el cual tenía como objetivo contribuir a mejorar el empleo, impulsar proyectos, promover la educación y la inclusión plena de personas que se encuentren en situación de vulnerabilidad.

Líderes del mundo felicitan a Putin tras victoria electoral

Los jefes de Estado valoraron la contribución de Putin al desarrollo de Rusia y a la estabilidad global. | Foto: Sputnik Novosti
Los jefes de Estado valoraron la contribución de Putin al desarrollo de Rusia y a la estabilidad global. | Foto: Sputnik Novosti

Los Gobiernos de Venezuela y Nicaragua felicitaron este domingo a Vladimir Putin por su victoria en las elecciones presidenciales de Rusia, en las que con más del 70 por ciento de votos escrutados había obtenido el 87,19 por ciento de respaldo ciudadano, en comicios marcados por una elevada participación popular.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, expresó tras conocer la noticia que «Putin le ha ganado completo la guerra a todo el imperio colectivo de Occidente. Es una demostración de los valores del pueblo ruso, que está marcando la ruta larga, con la victoria del presidente Putin, de reivindicación de la nueva Rusia, la gran Rusia, para el mundo multipolar, el mundo de equilibrio».

Añadió que el triunfo electoral de Putin, a quien llamó «nuestro hermano mayor», constituye un buen presagio para el mundo. «Putin y Rusia están triunfando en todos los frentes de batalla. Felicidades», trasmitió.

Con posterioridad, en mensaje difundido a través de X, el jefe de Estado manifestó: «Envío mis felicitaciones al hermano pueblo de Rusia y al presidente Vladímir Putin por su extraordinaria victoria (…) Ha sido un proceso electoral impecable que en estos últimos tres días ha demostrado su participación democrática de manera ejemplar. ¡Nuestro abrazo a todo el pueblo ruso y al partido Rusia Unida!».

Más temprano, el canciller venezolano, Yvan Gil, congratuló a Putin por la victoria electoral y al pueblo ruso «por su profundo compromiso con la democracia, expresado en su extraordinaria participación…».

En su comunicado, la Cancillería venezolana destacó la unidad del pueblo ruso, el liderazgo de Putin, la manera en que se han sobrepuesto a los ataques multidimensionales sufridos por Rusia en los últimos tiempos y la voluntad de Venezuela de continuar estrechando la alianza estratégica integral entre ambas naciones.

«Nuestras sinceras felicitaciones por la reelección del presidente Vladimir Putin. Constituye muestra fehaciente del reconocimiento del pueblo ruso a su gestión. Continuaremos afianzando nexos entre Cuba y Rusia, en sectores identificados para el bienestar de nuestros pueblos», aseguró el presidente cubano Miguel Díaz Canel Bermúdez.

A su vez, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y la vicepresidenta Rosario Murillo valoraron el triunfo de Putin como «una contribución a la indispensable estabilidad de la comunidad humana para continuar, en mejores condiciones, creando un futuro de bienestar, ciencia, prosperidad, cooperación y solidaridad».

En una misiva enviada al Kremlin, recordaron que en un mundo marcado por tiempos de inestabilidad y violencia, a todos los pueblos les hace falta «paz, concordia, alegría, buena voluntad». Felicitaron «las ejemplares y tranquilas jornadas electorales que han tenido lugar» en Rusia, y reiteraron a Putin su respeto «siempre en inclaudicable y solidaria hermandad y apoyo en todas las causas justas».

Asimismo, desearon muchas victorias al pueblo de Rusia y a la paz en el mundo, así como el advenimiento de «un nuevo tiempo de avances del encuentro, el diálogo y lo que todos anhelamos: alegría, esperanza, fraternidad humana».

Decenas de muertos y heridos en nueva oleada de bombardeos israelíes contra Gaza

Cinco meses y medio después del inicio de la agresión israelí contra la Franja de Gaza e “Israel” persiste en sus masacres y actos atroces contra los gazatíes.

La agencia oficial de noticias Wafa informó que nueve palestinos murieron y otros resultaron heridos en bombardeo aéreo israelí contra una vivienda en el campo de Nuseirat en el centro de Gaza.

También, el Complejo Médico Al-Shifa al oeste del enclave costero fue blanco de intensos disparos por los militares sionistas quienes sitiaron el edificio que alberga a cientos de desplazados, pacientes, personal médico y periodistas.

El hecho provocó la muerte y la lesión de varios civiles palestinos mientras las fuerzas sionistas lanzaron un ataque directo contra el Departamento de Cirugía Especializada, lo que provocó un gran incendio dentro sus clínicas.

En el sur de Gaza, los aviones de guerra israelíes bombardearon una casa en el barrio de Tal Al-Hawa, mientras la artillería disparó contra zonas en el centro y el oeste de la ciudad de Jan Yunis, al sur de Gaza.

Hasta el momento, 31 mil 645 palestinos han muerto y otros 73 mil 676 fueron lesionados por la violenta agresión de Tel Aviv contra Gaza, donde la situación humanitaria es catastrófica en medio del silencio y el desamparo internacional ante el genocidio contra los palestinos.

La fuerza de Rusia, más allá de los votos

La asistencia en los comicios presidenciales de Rusia superó el 70 %, lo que se considera récord para la nación euroasiática. Foto: AP
La asistencia en los comicios presidenciales de Rusia superó el 70 %, lo que se considera récord para la nación euroasiática. Foto: AP

Elson Concepción Pérez (Granma).— Lo que no se ha alcanzado con la arremetida occidental para acabar con Rusia, ya sea con las millonarias cifras de dinero en armas que se envían a Ucrania o con los paquetes de sanciones por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, se pretendió alcanzar por estos días, con los ataques terroristas para socavar e interrumpir las elecciones presidenciales rusas.

Lo ha denunciado el propio presidente Vladímir Putin, quien afirmó que, «con el objetivo de socavar el proceso de votación e intimidar a la población, al menos en las regiones fronterizas con Ucrania, se realizan acciones armadas criminales», que fueron repelidas.

En el segundo día de los comicios, se reportaban más de 160 000 ataques a la plataforma de voto en línea, es decir, al portal de la Comisión Electoral Central de Rusia y a otros servicios estatales, una cifra ocho veces mayor que los ataques de 2023, durante las elecciones legislativas y regionales. En todos los casos, se trata de acciones llevadas a cabo desde Ucrania, Europa Occidental y América del Norte.

No existen dudas en cuanto a que esto es parte de un mismo plan para desestabilizar a la nación eslava y que no se fortalezca su dirección política y administrativa, que será nuevamente encabezada por Putin hasta 2030.

No perdona Occidente que la economía rusa ya este año triplique el crecimiento de los países de la Unión Europea en su conjunto.

De igual forma, en el plano internacional Rusia ha liderado grandes proyectos que involucran a naciones del Sur, y ha sido un ejemplo de solidaridad, sea de manera bilateral, con el envío de grandes cantidades de alimentos a naciones empobrecidas de África, o impulsando proyectos globales que se desprenden de la organización de países Brics, un mecanismo que crece y se fortalece con la entrada, cada año, de nuevos integrantes.

Las actuales elecciones presidenciales en la Federación Rusa constituyen un ejemplo de estabilidad en todos los terrenos.

Por supuesto, el gigante eslavo es un desafío para un Occidente cada vez menos creíble en sus pretensiones de mostrarse como ejemplo democrático y participativo.

Hasta ayer, unos 112,3 millones de rusos estaban llamados a las urnas para elegir al futuro mandatario para los próximos seis años. También se informó que 1,9 millones de rusos podrían ejercer su voto desde el extranjero.

En el proceso electoral contendieron cuatro candidatos: Leonid Slutski, por el Partido Liberal Demócrata de Rusia; Nikolái Jaritónov, por el Partido Comunista de Rusia; Vladislav Davankov, por Gente Nueva; y Vladímir Putin, candidato independiente.

Líderes latinoamericanos felicitan a Putin por su victoria

El presidenre ruso, Vladímir Putin. (Mikhail Metzel / AFP)

Tras conocerse de primeros resultados de las presidenciales rusas, diversos líderes de América Latina han extendido sus felicitaciones al mandatario del país, Vladímir Putin, que lidera en las elecciones con una amplia mayoría.

 

Así, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, destacó el «profundo compromiso con la democracia» del pueblo ruso, al afirmar que se trata de un «abrumador triunfo electoral».

Por su parte, el jefe de Estado cubano, Miguel Díaz-Canel, expresó sus «sinceras felicitaciones por la reelección» de Putin. «Constituye muestra fehaciente del reconocimiento del pueblo ruso a su gestión. Continuaremos afianzando nexos entre Cuba y Rusia, en sectores identificados para el bienestar de nuestros pueblos», indicó el mandatario.

El líder de Nicaragua, Daniel Ortega, y su vicepresidenta, Rosario Murillo, manifestaron su admiración por las «ejemplares y tranquilas jornadas electorales» que se llevaron a cabo en ese «enorme país amigo». «Reiteramos a usted, nuestro respeto, siempre en inclaudicable y solidaria hermandad y apoyo en todas las causas justas», reza el texto de la carta enviada a Putin.

A su vez, el presidente de Bolivia, Luis Arce, escribió en sus redes sociales: «Enviamos nuestras más sinceras felicitaciones al hermano Vladímir Putin, que fue reelecto como presidente de Rusia con una contundente victoria que reafirma la unidad del valeroso pueblo ruso en torno a su soberanía y constante desarrollo».

«En mi condición de presidenta de Honduras y presidenta pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), envío un mensaje de felicitación al presidente Vladímir Putin por su convincente victoria en las elecciones de Rusia», escribió la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, en su cuenta de X.

Llama presidenta pro tempore de la Celac a actuar sobre crisis en Haití

Foto: Tomada de Prensa Latina
Foto: Tomada de Prensa Latina

Tegucigalpa- La mandataria de Honduras, Xiomara Castro, en su condición de presidenta pro tempore de la Celac, instó a los líderes del bloque a actuar de forma inmediata en consecuencia con la crisis que hoy vive Haití.

Según un mensaje dirigido a los países miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y divulgado en medios de prensa hondureños, la gobernante centroamericana invocó la Declaración de Kingstown, aprobada recientemente.

Ese documento en su inciso 72 subraya que la crisis actual exige una solución liderada por Haití que abarque un diálogo amplio entre la sociedad civil y los actores políticos.

«Los Estados que conformamos la Celac estamos obligados a acatar la Declaración de Kingstown aprobada en el seno de nuestra asamblea el 1ro. de marzo de 2024, en San Vicente y las Granadinas», resaltó.

Añadió que bajo ninguna excusa deben permitir una acción militar que viole el principio de no intervención y el respeto a la autodeterminación de los pueblos.

Castro calificó de prolongada la crisis en Haití y manifestó que se agravó por el asesinato del primer ministro, Jovenel Moise, en 2021, y por la violencia que hoy abate al pueblo de esa nación caribeña.

Según se conoció, la instancia de Coordinadores Nacionales de la Celac quedó convocada de carácter extraordinario para mañana lunes a las 10:00, hora local de Honduras, con el propósito de implementar y dar seguimiento a las acciones en favor de Haití.

Putin llama a Francia a terminar conflicto ucraniano

«Me gustaría que Francia prestara más atención a la realidad y promoviera una vía de paz en cuanto a Ucrania», expresó Putin en su encuentro con la prensa, tras los resultados eleccionarios.

 

De acuerdo con el líder ruso, el mundo se encuentra a un paso de la Tercera Guerra Mundial, debido a la escalada de las acciones militares en Ucrania.

«Creo que en el mundo moderno todo es posible, pero ya he dicho, y está claro para todos, que esto estará a un paso de una Tercera Guerra Mundial en gran escala. Creo que casi nadie está interesado en esto», dijo Putin respondiendo a la pregunta de qué tan probable es un conflicto a gran escala entre Rusia y la OTAN.

Según el gobernante es esperable la reacción de los países occidentales a las elecciones en Rusia, porque luchan por la fuerza contra el país y tratan de frenar su desarrollo.

«Soñé con una Rusia fuerte, independiente y soberana. Y espero que los resultados de la votación nos permitan a todos, junto con el pueblo ruso, alcanzar estos objetivos», concluyó. Datos preliminares de la Comisión Central Electoral (CCE) de Rusia revelan que Putin recibió más del 80 por ciento de los votos, luego de escrutar más del 50 por ciento de las boletas, seguido del candidato del Partido Comunista, Nicolái Jarítonov.

Las votaciones rusas se celebraron en tres jornadas del 15 al 17 de marzo con las modalidades del voto presencial, electrónico y a distancia.

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La Red Internacional de Medios TV BRICS desarrolla la cooperación con los países socios del BRICS e inicia el intercambio de información con el Estado Plurinacional de Bolivia.

Informan sobre segunda muerte en Ecuador en contexto de paro nacional

La Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos (Inredh) informó hoy sobre una segunda muerte en el marco del paro nacional, en Ecuador, aunque no fue directamente víctima de la violencia.

La Asamblea Nacional de Venezuela aprueba el tratado de asociación estratégica con Rusia

El Legislativo venezolano destacó la importancia del acuerdo, porque "es la expresión de la hermandad, de una manera diferente de relacionarse los pueblos y los gobiernos".

Las oscilaciones oceánicas tienen una gran influencia sobre el clima

Es frecuente escuchar en los medios de comunicación que, debido al cambio climático, la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, como los ciclones tropicales, están aumentando. No es así. La climatología histórica informa sobre la evolución de estos fenómenos, que, aunque extremos, no son extraordinarios, ya que son comunes en muchas partes del mundo.

Venezuela propone a África una alianza energética para el desarrollo soberano

La vicepresidenta venezolana llamó a consolidar una fuerza conjunta para combatir la pobreza energética y agradeció el respaldo del continente frente a las amenazas de Estados Unidos.