Durante sus operativos de peinado y rastreo en la recién liberada ciudad de Qalet Al-Madiq en el campo noroeste de la provincia de Hama, los militares sirios encontraron el lunes una sede de los llamados “cascos blancos”.

La base contaba con un hospital de campaña que tenía equipos médicos, máscaras antigás y ropas protectoras de sustancias químicas, algunas de fabricación alemana.

Los cascos blancos, que cuentan con el apoyo de países occidentales, se han posicionado como una estructura que brinda supuesta asistencia a los civiles en zonas de conflicto en Siria. No obstante, las autoridades sirias y rusas han denunciado que esta agrupación busca derrocar al Gobierno de Bashar al-Asad.

Según un informe presentado en diciembre pasado a las Naciones Unidas por el ruso Maxim Grigoriev, director de la Fundación de Investigación sobre los Problemas de la Democracia, los cascos blancos han participado en Siria en el tráfico de órganos, en el apoyo logístico al terrorismo y en el saqueo del país árabe.

El presidente de Siria, Bashar al-Asad, ha acusado a los cascos blancos de operar en distintas zonas en poder de bandas vinculadas a Al-Qaeda, como la alianza terrorista Hayat Tahrir Al-Sham, (HTS), una coalición de la que forma parte el Frente Al-Nusra (autoproclamado Frente Fath Al-Sham).

Además, tanto Rusia como Siria han acusado a los cascos blancos de escenificar presuntos ataques con gas cloro y sarín, como el ocurrido en abril de 2018 en Duma, cerca de Damasco (capital siria).

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