Para encubrir crímenes de guerra, Israel afirma que «perdió el control» sobre los soldados

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La afirmación de Israel de haber perdido el control sobre las unidades militares en Gaza es un intento de obtener cobertura legal para los crímenes de guerra de sus tropas, y enmascara un problema mucho más profundo de impunidad sistémica dentro del ejército de ocupación.

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Robert Inlakesh.— Varios meses después de que los comentaristas de los medios de comunicación empezaran a predecir una «derrota estratégica» de las fuerzas israelíes en Gaza, el alto mando militar de Israel afirma que ha perdido el control sobre varias unidades de sus fuerzas armadas.

El argumento parece servir de chivo expiatorio a los soldados de ocupación para proporcionar una negación plausible a sus superiores y desvincularlos de las acusaciones de crímenes de guerra. La gran cantidad de pruebas que están apareciendo sobre estas supuestas «unidades israelíes deshonestas» podría dar lugar a una acusación condenatoria contra la cúpula militar de Tel Aviv.

A pesar del reciente llamamiento de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) a Israel para que detenga su operación militar en Rafah, la ciudad más meridional de Gaza, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se mantiene firme en su promesa de invadir, incluso cuando se enfrenta personalmente a una orden de detención de la Corte Penal Internacional (CPI). Empañada por la división interna y la presión para cumplir la orden de la CPI, Tel Aviv se encuentra en una posición precaria.

«Unidades rebeldes» en el ejército de ocupación

El diario hebreo Haaretz lanzó una bomba narrativa el pasado fin de semana al afirmar que el «Estado Mayor del ejército israelí perdió el control sobre las unidades, especialmente las de reserva, hace meses«. El artículo intenta describir una situación en la que el jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, acaba de «despertar» a la realidad de unos elementos supuestamente deshonestos que operan bajo su vigilancia, y en la que estas «unidades incontroladas» cometen los crímenes citados por la CIJ contra Israel.

A lo largo de la guerra en Gaza, los soldados israelíes han ido publicando pruebas de sí mismos cometiendo crímenes, mostrando intenciones genocidas y realizando actos perversos mientras operaban dentro del territorio costero asediado.

Estos clips incriminatorios, publicados principalmente en TikTok e Instagram y también en grupos de Telegram que glorifican la matanza de civiles palestinos, han atraído mucha mala prensa. Parece que los dirigentes israelíes están recurriendo ahora a la estrategia de «unas pocas manzanas podridas» para eximir de responsabilidad a sus altos mandos militares.

No será fácil. Algunos de estos grupos de las redes sociales están dirigidos por funcionarios de la ocupación. Además, el estamento militar israelí ha admitido  dirigir cuentas en Telegram que muestran películas snuff como parte de una operación de guerra psicológica bajo el «Departamento de Influencia de la Dirección de Operaciones«.

¿Qué unidades se han rebelado?

Por ahora, no existe una lista oficial de las unidades que supuestamente se han «vueltos rebeldes«. El escritor de Haaretz Amos Harel propone que estas tropas pueden identificarse simplemente por quienes han publicado vídeos incriminatorios suyos.

Consideremos el caso de Yair Ben David, comandante del Batallón 2908, citado  en la presentación sudafricana ante la CIJ por expresar intenciones genocidas. Se jactó de la destrucción que sus fuerzas causaron en Beit Hanoun, al norte de Gaza, haciendo referencia a una historia bíblica en la que todos los habitantes varones fueron masacrados, y declaró: «toda Gaza debería parecerse a Beit Hanoun».

A pesar de que esta declaración se hizo en un video publicado en las redes sociales en diciembre de 2023, la cúpula militar israelí no ha tomado ninguna medida para frenar a su unidad.

Otro artículo de Haaretz publicado a finales de enero, titulado «El ejército israelí debe actuar antes de que algunos de sus soldados se conviertan en bandas sin ley«, hacía referencia al comentario de Ben David y señalaba que

«90 comandantes de batallones de reservistas solicitaron al jefe del Estado Mayor de las FDI que no se detuviera en Gaza, Líbano y Cisjordania hasta la victoria».

David Bar Kalifa, comandante de la División 36, la mayor división regular del ejército israelí también fue citado en el artículo por sus órdenes de «venganza» contra la población palestina. Sin embargo, Tel Aviv no ha tomado ninguna medida para cambiar o reformar estructuralmente la división, que fue trasladada  posteriormente a la frontera libanesa, a pesar de que el jefe del Mando Sur de Israel, Yaron Finkelman, abogó por que se trasladaran al centro de Gaza.

Aviad Yisraeli, oficial del  Batallón 6261 de la Brigada 261, publicó abiertamente en las redes sociales su intención de «asegurarse que no quede nadiet» antes de participar en la invasión de Jan Yunis en diciembre. Yisraeli, que vive en un puesto de avanzada ilegal de colonos cerca de Belén, en la Cisjordania ocupada, no fue disciplinado por sus superiores y fue desplegado recientemente en Rafah.

El 6 de mayo, cuando las fuerzas israelíes tomaron el paso fronterizo de Rafah, los soldados se filmaron a sí mismos destruyendo y profanando el paso y publicaron las imágenes en las redes sociales. Estos soldados pertenecían a la 401 Brigada de la 162 División, mientras que la Brigada Givati capturó otras zonas al este de Rafah.

La toma del paso fronterizo de Rafah fue quizá una de las ofensivas militares más delicadas cometidas por los israelíes durante toda la guerra, porque su entrada en lo que se conoce como «Corredor Filadelfia» violaba técnicamente el acuerdo de Camp David de 1979 con Egipto. El uso de la Brigada 401, conocida por su subordinación, refleja una cuestión más profunda dentro del alto mando israelí.

El portavoz militar israelí Daniel Hagari lleva meses instando a los soldados a que no filmen actos de este tipo, lo que es un claro indicio de que la cúpula del ejército es consciente de sus acciones desde hace tiempo.

Hasta la fecha no se han tomado medidas disciplinarias: la medida más proactiva llevada a cabo por las autoridades ha sido anunciar «investigaciones policiales» sobre la publicación de filmaciones en Internet. Y no ha habido ningún seguimiento de estas investigaciones sobre los miles de vídeos, fotos y publicaciones de los soldados.

Controlar el caos

Si los dirigentes israelíes han perdido realmente el control de unidades enteras de su ejército, ¿por qué se desplegarían de nuevo esas unidades en zonas sensibles como Cisjordania, la Franja de Gaza y a lo largo de la frontera libanesa?

Una toma de decisiones tan imprudente, en la que participan soldados sospechosos de no seguir órdenes y cuyos vídeos se utilizan como prueba de intención genocida en la CIJ, es una acusación importante contra el alto mando israelí.

En enero, un informe de la radio hebrea «Kan Reshet Bet» afirmaba:

Los combatientes reservistas que fueron llamados a entrenarse antes de la creación de la Brigada Hashomer … han criticado duramente las graves deficiencias de equipamiento, profesionalidad, la falta de mano de obra y, sobre todo, el hecho de que en medio del entrenamiento se les informara de que iban a entrar en la Franja de Gaza sin haberse entrenado como era debido.

Estos informes no son infrecuentes en los medios de comunicación israelíes y reflejan el estado de la toma de decisiones de la cúpula militar. Cuando se combinan con numerosas declaraciones de intención genocida, documentada  por el grupo de derechos palestinos Al-Haq, tanto de la cúpula militar como de la política, se dibuja un panorama de caos controlado.

El equipo jurídico sudafricano en la CIJ vinculó la invocación de Netanyahu de la historia bíblica de Amalek a los soldados israelíes, interpretando esto como un llamamiento al asesinato masivo de civiles palestinos. Los posibles crímenes de guerra motivados por esa retórica no pueden aislarse en individuos cuando las decisiones de la cúpula militar permiten ese comportamiento.

Si los altos mandos israelíes no son conscientes de la existencia de elementos radicales e incontrolados en su ejército, ¿cómo explican la formación de la unidad «Frontera del Desierto«, que ha integrado a colonos extremistas de la «Juventud de la Cima de la Colina»? Este grupo radical de colonos-vigilantes fue calificado anteriormente por los medios de comunicación israelíes de terrorista por atacar a soldados israelíes y a civiles palestinos.

Un entorno de impunidad

Este problema de conducta imprudente de los soldados no empezó en 2023; se debe a que las tropas israelíes actúan en un entorno de total impunidad. Durante la guerra de 2008/9 en Gaza, el peor castigo que se impuso a un soldado israelí que cometió un delito fue por robar una tarjeta de crédito, no por matar, torturar, golpear a palestinos o arrasar sus casas, negocios y tierras.

O por utilizar a palestinos como escudos humanos, un delito que Tel Aviv atribuye a Hamás, pero que sus tropas cometen a diario. Según B’Tselem, dos soldados implicados en la utilización de un niño de nueve años como escudo humano recibieron una condena condicional de tres meses y fueron degradados de sargento primero a soldado raso dos años después del incidente. Ninguno de sus mandos fue juzgado.

Los dos soldados en cuestión habían ordenado a un niño de nueve años, a punta de pistola, que abriera una bolsa que sospechaban que tenía una bomba trampa. A pesar de la gravedad de su conducta -poner en peligro a un niño-, se les impuso una condena condicional de tres meses y se les degradó de sargentos a soldados rasos, unos dos años después del incidente. Ninguno de sus mandos fue juzgado.

Desde entonces, el comportamiento de la tropa no ha hecho más que empeorar. A pesar de que hay muchos más casos documentados de soldados israelíes que despliegan a civiles palestinos -a menudo niños- como escudos humanos, éste fue el último caso castigado por el sistema judicial israelí.

El argumento de que la cúpula militar israelí sólo está despertando ahora a la realidad de la mala conducta de sus soldados sirve para crear una negación plausible. No es casualidad que se haya dado poder a los ideólogos extremistas en el ejército israelí y que se dé carta blanca a soldados indisciplinados, alentados por la retórica genocida de sus dirigentes, para cometer crímenes contra los palestinos.

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