Cuando por aquellos días en México, Sandino se debatía entre continuar trabajando tranquilamente en tierras aztecas o regresar a Nicaragua para asumir el liderazgo de la lucha contra la intervención extranjera, seguramente no se imaginaba que aquellas cavilaciones que abrumaban su espíritu, eran el preludio de una gran inspiración que marcaría para siempre su historia personal y la historia y el destino de nuestro país.