Durante casi nueve meses, desde el comienzo de la batalla del “Diluvio de Al-Aqsa”, la entidad israelí ha estado zumbando con declaraciones de sus dirigentes y ministros exigiendo, amenazando y prometiendo eliminar a Hamás, estableciendo esto como objetivo primordial a pesar del escepticismo de muchos analistas y observadores militares israelíes sobre la posibilidad de lograrlo.